La marcha de Canga pone en riesgo la tregua de las familias del PP en la víspera del congreso

ASTURIAS

F. Sotomonte

La próxima semana se anunciará la fecha definitiva de un cónclave que no se celebra desde hace seis años

14 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La era de Diego Canga al frente del PP asturiano duró apenas 300 días; designado por Génova al llegar Alberto Núñez Feijoo a la presidencia del partido, el funcionario europeo anunció este viernes que a causa de motivos personales inesperados debía abandonar la vida política y regresaba a toda prisa a Bruselas«permítanme que lea mi carta de despedida y, en cuanto la lea, salgo corriendo para el aeropuerto». La premura le valió para justificar una comparecencia sin preguntas pero, en todo caso, quiso aclarar al final que su marcha no tenía ninguna relación con la convocatoria del congreso regional del partido, que se detallará la próxima semana.

Y sin embargo, su regreso a Bruselas puede abrir la espita de una fragmentación latente que su candidatura primero y su portavocía en la Junta General había contribuido a apaciguar de forma decisiva. Diego Canga se refirió de forma insistente este viernes al secretario general del partido en Asturias, Álvaro Queipo, a quien elogió, y al que encomendó que continuara con una «renovación profunda» del PP de forma que «haya menos gente que quiera sea algo en el partido y más que quiera hacer cosas por el partido». Es un mensaje que podría estar lleno de claves.

Horas antes de que Canga anunciara su comparecencia tras renunciar a su acta de diputado en la Junta General, Queipo anunciaba que el próximo miércoles, el 18 de octubre, convocaba a su Junta Directiva Autonómica para aprobar la fecha del que será su XVIII Congreso Autonómico, de carácter extraordinario. El cónclave regional lleva sin celebrarse seis años y ha sido pospuesto durante ese período por múltiples motivos, justificando la demora por la coincidencia de procesos electorales de otras comunidades autónomas y también por la turbulenta situación interna del partido a nivel nacional, tras la defenestración de Pablo Casado y el auge por aclamación de Feijoo.

A la hora de preparar su candidatura autonómica y, posteriormente la nacional para los comicios del pasado mes de julio, Canga presumió de haber tratado de reunir a corrientes y familias muy distanciadas -algunas abiertamente enfrentadas- en una reconciliación en las listas con el propósito de presentarse unidos ante el electorado. La ocasión era propicia (y de hecho se notó en los resultados, como destacó el propio Canga este viernes) al celebrarse las elecciones en medio de la descomposición de Ciudadanos, lo que les permitió agrupar un enorme porcentaje del voto del centro derecha. Pero además de Vox en el extremo de ese espectro, en Asturias se da la circunstancia singular de que existe Foro, y ha sido una piedra en el zapato de Canga todos estos meses.

En buena medida el PP asturiano ha vivido la zozobra de mares fuera de su control, sacudido por lo que ocurriera en Génova. Al llegar Pablo Casado a la presidencia del partido impuso una bicefalia en el grupo autonómico, apartado a la presidenta, Mercedes Fernández de la candidatura, que fue para Teresa Mallada, y limitando su presencia a la dirección orgánica. Esa situación terminó en una importante crisis y una división de los afiliados que sólo se saldó con la estratégica retirada de Cherines al Senado, pero incluso llevó al entonces secretario general en Asturias, Luis Venta, a sentarse en el banquillo de los acusados por un presunto caso de amenazas (del que resultó absuelto) denunciado por el dirigente popular gijonés Pablo González.

El liderazgo de Mallada, en todo caso, hizo por cumplir el refrán de 'quien a hierro mata a hierro muere': cuando cayó Pablo Casado, a sólo unos pocos meses de las elecciones, la cúpula de Génova, esta vez en manos de Feijoo, forzó su renuncia, tras unos días de muy intensa pero también muy breve tensión y resistencia, precisamente para presentar a Diego Canga como candidato. En esa operación para apartar a Mallada, Álvaro Queipo tuvo un papel destacado y el vacío de poder (Canga no podía optar a la presidencia al no ser militante cuando llegó de Bruselas) su capacidad como secretario general quedó reforzada.

Ambos dos, Canga y Queipo, en todo caso, trataron de repartir espacio para todos los protagonistas de querellas anteriores en las listas nuevas. Cherines regresó al Congreso, Mallada y Pablo González fueron al Senado, Luis Venta volvió a la Junta General e incluso se recuperó a Pilar Fernández Pardo, lideresa gijonesa en los tiempos en los que Carmen Moriyón, de Foro, llegó por primera vez a la alcaldía de la villa de Jovellanos. Esta tregua, muy precaria, puede volver a estallar en los próximos meses si Queipo no juega con cuidado sus cartas y todo mientras a nivel nacional el PP se encuentra con que el acceso a La Moncloa que daba casi por seguro en primavera probablemente no vaya a producirse de ninguna manera.

Canga se plantó a finales del año pasado con un perfil de candidato independiente (no se presentó su solicitud para afiliarse hasta muchos meses después) como técnico profesional, incluso con un cierto desdén a los políticos tradicionales, a quienes han hecho carrera de la política y que juzgó como «vividores». Medalla de Asturias, ligado a Antonio Tajani (hoy en el gobierno de Meloni), su carácter le granjeó muy pocas simpatías entre sus adversarios a los que miraba con cierta soberbia.

Casi desde el primer día trataron de azuzarle con la idea de que, dado su muy remunerado puesto en la Unión Europea, si no ganaba las elecciones de Asturias (o si en un hipotético gobierno de Feijoo no le hacía hueco en el Consejo de Ministros) terminaría por irse y abandonaría el Principado. Como así ha sido. De hecho Canga votó por correo en las elecciones asturianas porque no se había empadronado en el Principado.

El viernes, Adrián Barbón publicaba en su cuenta de Twitter un mensaje en realidad muy poco críptico en el que se burlaba con una referencia literaria a 'La aldea perdida' al hecho de haber acertado en augurio de que Canga se marcharía de Asturias antes o después.

Le picaron casi todos los candidatos en los debates de la campaña y tras unas primeras ocasiones en las que trataba de hacer oídos sordos, Canga terminó por entrar al trapo y muy pocos días antes de las elecciones dijo en Oviedo: «Voy a darle un disgusto a Barbón. Desde que he llegado no ha parado de alimentar una burbuja de si me quedo, o no me quedo el 29 de mayo. Pues os anuncio que me pienso quedar gane o pierda». No fue así.