Una «anomalía» de 6 años: el PP asturiano afronta su congreso demorado

ASTURIAS

F. Sotomonte

El partido tendrá que marcar una fecha para la celebración del cónclave entre la presión de los militantes

04 oct 2023 . Actualizado a las 07:34 h.

En el año 2017 se coronó como éxito indiscutido, y algo asfixiante, en las listas musicales el «Despacito» de Luis Fonsi que no paró de sonar en todo el verano. Unos meses antes, ese mismo año, en marzo, los militantes del PP de Asturias votaban por primera vez a los dirigentes regionales de su partido. Primarias con doble vuelta (de afiliados y compromisarios) en los que se impuso de forma aplastante Mercedes Fernández frente a su única rival, Carmen Maniega. Mariano Rajoy era presidente (faltaba un año para la moción de censura) y el Oviedo y el Sporting volvían a competir de nuevo en un derbi. Nadie lo sabía entonces pero además de la primera era la última vez que los afiliados del PP asturiano votaban a su presidente. Por lo menos hasta ahora.

La formación conservadora se prepara para afrontar en los próximos meses un congreso que renueve su dirección con participación de los afiliados después de seis de años de demoras y retrasos marcados por crisis internas pero también bruscos cambios de liderazgo en el ámbito nacional. Toda una anomalía mientras el resto de partidos con representación en el parlamento asturiano, cada cual con su propio modelo, han celebrado procesos más tensos o más calmados, pero conforme al calendario, para votar a sus dirigentes. Es una incógnita la fecha en la que el PP asturiano celebrará su cónclave -la cúpula de Génova ha dado prioridad al del País Vasco, también pendiente- y tampoco se sabe a ciencia cierta quiénes será sus protagonistas.

500 firmas y una denuncia en tribunales

Un grupo de militantes, que ha reunido 500 firmas, ha exigido por escrito ya la convocatoria del congreso. El documento señala que el PP de Asturias está sumido «en una situación de anomalía democrática y estructural» que había generado «desafección» entre los afiliados al verse ajenos a la toma de decisiones tanto a nivel orgánico como en la elaboración de las listas electorales que se designaban «de manera personalista» y «saltándose» los órganos del partido.

No obstante, según ha señalado a EFE uno de los impulsores de esa iniciativa, el ex concejal de Economía del Ayuntamiento de Oviedo, Javier Cuesta, el proceso se paralizó tras el compromiso adquirido por la dirección nacional con los impulsores de la campaña de que el congreso se convocaría una vez que comenzase a aclararse la investidura del próximo presidente del Gobierno central.

«Nuestro objetivo era generar esa necesidad y se ha conseguido. Estamos convencidos de que Génova cumplirá sus compromisos y de que el congreso se celebrará en los próximos meses con un formato normal», ha señalado Cuesta.

El actual portavoz en la Junta General, Diego Canga, evitó este martes responder sobre este asunto a preguntas de la prensa y se remitió a unas declaraciones que realizará, según dijo, este mismo miércoles, el secretario general del PP en Asturias, Álvaro Queipo. El tiempo corre y hasta hay militantes que han llevado esta demora a los tribunales. En un juzgado de Oviedo un afiliado ha reclamado que se están incumpliendo los estatutos del partido denunciando que los cónclaves autonómicos deben tener lugar en un período de los cuatro meses siguientes al congreso nacional, y cuenta como tal la elección de Alberto Núñez Feijoo como presidente en septiembre del año pasado tras la caída en desgracia de Pablo Casado. Javier Cuesta se ha distanciado de esta denuncia ante la justicia.

Bicefalia y defenestraciones

¿Quién será el nuevo presidente o presidenta del PP asturiano? Podría ser el actual secretario general, Álvaro Queipo, que afianzó su poder orgánico tras la marcha de Teresa Mallada. O incluso podría intentarlo el propio Diego Canga. En la víspera de los comicios, en la entrevista concedida a La Voz de Asturias, el candidato hacía gala de ser independiente y no militante como uno de los principales valores de su propuesta pero en verano solicitó afiliarse al partido. En todo caso, la bicefalia, una figura al mando del partido y otra como portavoz y candidato en el parlamento ha sido una fórmula que nunca ha funcionado en una partido tan jerárquico como el PP asturiano.

¿Cómo se ha llegado hasta aquí? En aquel 2017 el PP estrenaba su sistema de primarias a doble vuelta pero ya en la elección de la dirección nacional mostró sus peculiaridades. Pablo Casado no fue el candidato más votado entre los militantes (lo fue Soraya Sáenz de Santamaría) pero se impuso en el siguiente, y decisivo, sufragio de los compromisarios (lo son diputados, senadores, un representante de NNGG, los elegidos por juntas locales). Tras hacerse con el poder de Génova, Casado optó por apartar a Mercedes Fernández, Cherines, como candidata y apostó por Teresa Mallada.

Y comenzó la bicefalia porque Cherines seguía como presidenta regional y decir que entre las dos había una mala relación sería un eufemismo demasiado suave. Tras meses de enorme tensión y enfrentamientos públicos, Mercedes Fernández cedió, aceptó un puesto en el Senado y Mallada fue designada por Madrid como presidenta a falta que la ratificara un congreso regional. Pero nunca se produjo.

Pablo Casado terminó siendo defenestrado él mismo, por razones nunca especificadas pero tras una escalada de hostilidades con la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y tuvo que apartarse para dejar el paso a Alberto Núñez Feijoo, que dejó la presidencia de la Xunta de Galicia para dirigir la formación a nivel estatal y ser el candidato a la presidencia del Gobierno.

Y, por consiguiente, y de la misma forma que Casado optó por hacer un PP asturiano a su medida, Feijoo hizo lo propio y presionó a Mallada para que dejara la candidatura y la presidencia del partido. Tras unas breves semanas de resistencia, la expresidenta de Hunosa anunció que daba un «paso a un lado» en aras de la paz interna del partido y se anunciaba que Diego Canga sería el cabeza de lista del PP asturiano. Canga trató de ser conciliador e integrar a nombres de distintas sensibilidades en su candidatura. Mallada se fue a Senado y Mercedes Fernández se fue al Congreso. 

Pero el partido sigue todavía, seis años después, sin haber dado voz ni voto a sus militantes, no en vano «Despacito» fue el himno de 2017.