Ana Fernández, una asturiana en una planta de reciclaje: «Podemos hacer el trabajo igual que los paisanos, sin problema»

Cristina Centeno
Cristina Centeno REDACCIÓN

ASTURIAS

Ana Fernández lleva 17 años trabajando en una planta de clasificación de residuos eléctricos en Cogersa.
Ana Fernández lleva 17 años trabajando en una planta de clasificación de residuos eléctricos en Cogersa. X.M. - Cogersa

Lleva más de 17 años trabajando en la clasificación de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos de Cogersa en Serín, un empleo que requiere de esfuerzo físico y que habitualmente desempeñan hombres. Asegura que se siente «una trabajadora más» y anima a otras a adentrarse en estos sectores masculinizados

07 mar 2024 . Actualizado a las 12:03 h.

La recogida y el tratamiento de residuos es uno de los sectores laborales asociados tradicionalmente al hombre. Sobre todo en los puestos de planta, donde se requiere cargar pesos y un notable esfuerzo físico. Sin embargo, cada vez son más las mujeres que acceden a ellos. En Asturias, uno de los ejemplos está en Cogersa. Ana Fernández García trabaja en Serín, en la nave dedicada al reciclaje de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. Entró hace algo más de 17 años. Antes había trabajado en la hostelería, pero reconoce que cuando le ofrecieron este empleo dijo que sí sin dudar: «Me vi capacitada para hacer esto y cualquier otro trabajo».

En aquel momento era de las pocas trabajadoras de Cogersa en este tipo de puestos. Ahora son 12 entre oficiales, peonas de planta y trabajadoras de la recogida de basura o de puntos limpios, representando únicamente el 10 por ciento del total de operarios en este tipo de tareas. En la compañía pública de gestión de residuos es más común encontrar a mujeres en puestos de administración —donde representan el 84 por ciento de la plantilla— o en los laboratorios, donde todas son trabajadoras. También hay más igualdad en los puestos de mando. Sin embargo, en las plantas de tratamiento la inmensa mayoría siguen siendo hombres.

Ana Fernández reconoce que se trata de «un trabajo duro», en el que «se coge mucho peso y se necesita cierta fuerza». Eso sí, está completamente convencida de que la clave está en «las ganas» de trabajar: «Las mujeres valemos para casi cualquier trabajo», subraya. Con esa premisa, se adentró en un mundo de hombres sin pensárselo: «Nunca me tiró para atrás el hecho de que fuese un sector masculinizado. Yo siempre he trabajado muy bien con hombres, aunque sé que tienes que trabajar como trabajan ellos», advierte.

Ana era la única mujer en las plantas de Cogersa cuando empezó.
Ana era la única mujer en las plantas de Cogersa cuando empezó. X.M. - Cogersa

Hoy en día es operaria de planta de segunda y continúa desarrollando prácticamente las mismas tareas desde que llegó, aunque ahora con un puesto de mayor responsabilidad. Pese a que siempre ha trabajado rodeada de hombres, en la actualidad comparte nave con otra mujer, Yolanda, y un hombre, Aquilino. Fue una de las primeras en conducir una carretilla entre los residuos, desde la que carga camiones conducidos casi siempre por varones. También se encarga de organizar toda la mercancía que llega de los puntos limpios, separa los aparatos o los paletiza. 

«Mi día a día es clasificar los residuos que llegan de los puntos limpios, paletizar, cargar los camiones… Toda la jornada estás cogiendo peso realmente, porque para todo necesitas fuerza, aunque te ayudes de un carretillo para mover una nevera, tienes que tener fuerza para subirla», admite. Eso sí, en todos estos años ha aprendido a manipular objetos pesados como frigoríficos o lavadoras para que cargarlos sea lo más fácil posible. «Algo que digas "no lo voy a poder levantar nunca", si te enseñan cómo es la manipulación, lo va a poder hacer cualquiera. Lo puedo hacer yo y peso 57 kilos», ironiza. Para ella, «si tienes ganas de trabajar y quieres, todo se aprende».

«Hasta ahora siempre he trabajado con hombres y algún comentario he tenido, los mínimos por suerte. Pero bueno, tengo bastante mano izquierda y por mucho que me digan, no me va a molestar. Yo mi trabajo lo tengo bien demostrado en los años que llevo aquí y me da lo mismo lo que digan»

Ana también admite que en ocasiones, especialmente al principio, sufrió algún tipo de comentario machista, aunque siempre pensó que lo mejor era no darles importancia. «Hasta ahora siempre he trabajado con hombres y algún comentario he tenido, los mínimos por suerte. Pero bueno, tengo bastante mano izquierda y por mucho que me digan, no me va a molestar. Yo mi trabajo lo tengo bien demostrado en los años que llevo aquí y me da lo mismo lo que digan», reivindica. Eso sí, cuenta que ese tipo de comentarios ocurrieron en sus primeros años en la planta: «Yo ahora no tengo ningún problema ni nadie me dice por qué estás aquí siendo mujer».

Además, añade que «nunca» se sintió discriminada por parte de sus superiores: «De hecho siempre me han mandado los mismos trabajos que podían pedir a un hombre. Nunca dijeron "no se lo vamos a mandar porque igual no va a saber salir de ahí"». Por supuesto, remarca, «aquí el sueldo es igual para todos en función de su categoría y no me vi nunca en la situación de cobrar menos que un hombre». 

Fuera del sector, Ana cuenta que sí ha notado cierta extrañeza entre quienes descubren cuál es su empleo. «Siempre me lo han dicho porque esto es un trabajo físico. Sobre todo hombres, no mujeres, que me dicen "pero a ti cómo te puede gustar ese trabajo". Pues sí, me gusta. No tengo ningún problema en coger peso ni en coger nada, estoy acostumbrada a trabajar desde bien pequeña porque no me ha quedado otro remedio», reconoce la trabajadora de Cogersa. Y no duda en insistir: «A mí me gusta el trabajo que hago y espero jubilarme aquí haciendo esto». 

Es carretillera, paletiza y hace tareas que requieren de fuerza física, por lo que tradicionalmente se relaciona con un trabajo de hombres.
Es carretillera, paletiza y hace tareas que requieren de fuerza física, por lo que tradicionalmente se relaciona con un trabajo de hombres. X.M. - Cogersa

Haciendo uso de su experiencia profesional en un mundo de hombres, anima a otras mujeres «a salir de su zona de confort». Ella lo hizo cuando dejó las cocinas de un restaurante por una planta de reciclaje, y no se arrepiente de haber tomado esa decisión. «Si quieres salir de un sitio tienes que adaptarte y reciclarte con otros trabajos, pero se puede, claro que se puede», anima.

«Yo animo a las mujeres a salir y hacer estos trabajos, porque los podemos hacer igual que los paisanos, sin problema ninguno».

«Yo lo que no entiendo es por qué no hay más mujeres en estos puestos. Es verdad que desde que entré hasta ahora somos más, aunque tampoco seamos muchas», reconoce antes de mandar un mensaje final: «Yo animo a las mujeres a salir y hacer estos trabajos, porque los podemos hacer igual que los paisanos, sin problema ninguno». 

La gerente de Cogersa, Paz Orviz, apoya su tesitura en este punto: «Tenemos que seguir avanzando en la incorporación de la mujer al sector de la economía circular, porque es un sector en auge en el que se van a presentar numerosas oportunidades en los próximos años, no solo para tituladas universitarias y de formación profesional, sino también para los puestos de base en nuestras rutas con camiones, en los puntos limpios y en las naves industriales».