La Voz de Asturias

«La primera victoria» reaviva el debate sobre la Reconquista

Asturias

L.O.

La comisaria de la exposición de arte sobre Covadonga alaba el óleo de Augusto Ferrer-Dalmau

13 Mar 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Son dos metros de alto y uno ochenta de largo de batalla de Covadonga, con sus moros, sus cristianos liderados por Pelayo con cota de mallas, su cueva llena de arqueros y bajo el título de 'La primera victoria'. El cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau es un encargo de mexicanos de origen asturiano, familia García Rivero, en el estado de Guajanato, y que de hecho mantiene un vínculo sentimental tan intenso con su patria querida que prestarán el óleo a Cangas de Onís para su exhibición probablemente el próximo mes de abril.

Este gesto desinteresado sólo ha despertado elogios. El cuadro en sí ha sido más polémico, y no tanto por sus características estéticas (aunque también han sido debatidas) como por la interpretación histórica y política que ha seguido a su presentación. Nada sobre la reconquista, sobre la batalla de Covadonga o sobre la figura histórica de Pelayo pasa nunca desapercibido en un tiempo en el que el debate sobre la identidad tiene mucho peso. Y lo cierto es que la batalla de Covadonga está de aniversario en los últimos meses varias actividades, ciclos, conferencias, exposiciones, han servido para conmemorar sus 1.300 años. También muestras de arte, la exposición  'Covadonga a través del arte' recogió 45 obras relacionadas con el mito e hito fundacional de Asturias. ¿Qué opina su comisaria, Alicia Vallina, sobre el óleo de 'La primera victoria'?

«Hablando estrictamente desde el punto de vista técnico, yo destacaría que tiene mucho trabajo detrás, yo sé Augusto se documenta de manera muy exhaustiva», destacó además que el autor tiene un «un estilo y una técnica muy personal», dentro de un género además muy particular, grandes cuadros de batallas que no son precisamente lo que más llama a los pinceles en estos tiempos.

¿Hubiera incluido Vallina este cuadro, si las circunstancias se hubieran dado, en la exposición del aniversario de Covadonga? «Por su calidad técnica y el modo de reinterpretación del pasado que ha realizado merecería ser mostrada en la exposición que realicé, porque encaja en el discurso y muestra una visión desde el punto de vista de la contemporaneidad de un hecho histórico».

A todo ello añadió además que «con los condicionamientos y desde el punto de vista del autor ya que una obra de arte nunca debe ser neutral, sino mostrar los problemas y realidades de nuestro tiempo. Como digo, la cultura debe ser punto de debate, de reflexión y de análisis pero siempre con el objetivo de unir a los pueblos».

El otro debate

Las voces más críticas con el cuadro no se enfocaron tanto a sus cualidades artísticas (aunque hubo en redes sociales muchos comentarios sobre la iluminación, la flora y también la magnitud formidable de tropas en un espacio más bien reducido) sino sobre la verosimilitud de la escena e incluso sobre su historicidad.

Sobre la batalla de Covadonga pivota en buena medida en el presente el nacionalismo español, que la considera el punto fundacional de la nación española. Pero no siempre fue así. En su conferencia «Pelayo y Covadonga: la construcción histórica de un mito», impartida por el profesor Miguel Calleja en 2018 en las celebraciones del aniversario del Reino de Asturias, hace un recorrido por la variación de la interpretación histórica tanto de la figura de Pelayo como la de la batalla, una batalla que algunos niegan pero que para el profesor probablemente sí existió ya que la mencionan las crónicas de cristianos y musulmanes.

La cuestión es que en el siglo VII no existía el concepto de nación actual y los astures que combatieron con Pelayo no podían concebir la idea de España que existe en la actualidad no tampoco en los últimos 200 años desde el inicio de la edad contemporánea. La versión más antigua de Covadonga no alude a luchas por la patria sino frente a la injusticia. Ibn Hayan de Córdoba describe a un Pelayo que «criticaba a sus compatriotas por su cobardía, por su sometimiento, por la pérdida de la tierra de sus padres, por la indefensión de sus mujeres e hijas. En definitiva, describe simplemente los atropellos de una fuerza de ocupación que genera la resistencia local. Haría falta un largo proceso para que a ese discurso se fuesen adhiriendo motivaciones nuevas para la lucha: primero la dinastía y la fe, más adelante la recuperación del territorio de los visigodos y el origen de una nación. Pero será necesario llegar al siglo XVI para que se muestre a Pelayo luchando por España, y al XIX para que se hable de Reconquista»; explicó Calleja ya en el año 2021 a este diario. 

Cuando ya o hay reino de Asturias sino de León, lo que predomina en el relato de Covadonga es el poso religioso y es la Iglesia católica la que tiene más interés en dar predominancia al santuario. Será siglos después, primero con el imperio cuando se retome como hito fundacional de la monarquía, y luego ya en el siglo XIX, cuando se vincula a la nación. Con la invasión napoleónica y la Guerra de Independencia Covadonga reaparece con una nueva utilidad «aunaba una idea integradora de país, un régimen monárquico y una sociedad definida por su catolicismo; ni siquiera faltaba el movimiento popular, tan del gusto de los liberales».

En el muy violento siglo XX Covadonga se polariza más por la instrumentalización de la leyenda y el lugar por parte de grupos de extrema derecha (hay un mitin en Covadonga en 1934 de Gil Robles que enciende los ánimos en vísperas de la revolución de octubre) y así hasta el presente a falta de lo que el profesor de historia de la Universidad de Oviedo ha señalado, el relato de la democracia sobre Covadonga y Pelayo, uno que no se ha sido elaborado todavía.


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