Yolanda Lobo, alma máter de Cincuenter: «No se puede renunciar a la experiencia y el talento de las mujeres de más de 50 años»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

La ovetense Yolanda Lobo es directora y fundadora del movimiento internacional «Cincuenter»
La ovetense Yolanda Lobo es directora y fundadora del movimiento internacional «Cincuenter» Ramón Collado

La ovetense explica en qué consiste este proyecto internacional con el que buscar romper los estereotipos en torno a las mujeres cuya edad supera el medio siglo

13 feb 2023 . Actualizado a las 09:54 h.

Antes vivía de noche y ahora lo hace de día. Pasó de ser una referente de la fiesta en Oviedo con la Santa Sebe a tener que reinventarse laboralmente y convertirse en influencer. También dejó de teñirse el pelo «de todos los colores» a lucir con orgullo sus canas. Hubo un momento de su vida en el que perdió el humor y tocó fondo pero se dio cuenta de que había de disfrutar de cada momento al máximo. Todo ello, sumado a muchas más cosas, ha llevado a Yolanda Lobo (Oviedo, 1962) a convertirse en una mujer fuerte y poderosa. Una nueva forma de ser que le ha llevado a liderar el movimiento internacional Cincuenter. Un proyecto con el la ovetense busca romper los estereotipos en torno a las mujeres de más de 50 años y que este año celebra su tercera edición.

—¿Qué es el movimiento Cincuenter y cómo surge?

—El movimiento Cincuenter surge por una propia experiencia personal. Las mujeres de mi edad cuando salimos del entorno laboral nos quedamos solas. Salimos incluso de nuestro entorno social porque tú mismamente te aíslas, vas buscando el sitio y reubicándote y, por tanto, también necesitas esa soledad que a veces es impuesta y otras veces buscada. En ese periodo vas con la típica frase de Albert Einsten de que «hay una gran oportunidad en cada crisis» y piensas «tendré que buscar mi propia oportunidad porque si no la busco yo no la va a buscar nadie». Mandas currículums y nada. Luego, están las típicas frases de «una mujer como tú» o «¿dónde vas ya?» y, claro, no es así. En toda esa reflexión yo fui diciendo «no quiero ser hostelera, no quiero la noche, no quiero seguir programando conciertos…» y voy pensando qué puedo aprovechar de mi experiencia. Entonces, como soy muy activa en redes sociales y me encantan, dije «voy a hacerme influencer». Automáticamente me contesté: «¿una influencer de 50?» y surgió Cincuenter. Lo puse en las redes y fue maravilloso. Luego nos pilló la pandemia y eso se fue gestando. Fui recibiendo el feedback de la gente. Eso que no podíamos hacer grandes encuentros, pero fue bueno empezar poco a poco, que la gente fuese sabiendo que es Cincuenter. Hasta la Fundéu RAE recoge el término como una nueva generación y te das cuenta que hay una generación de mujeres, las que tenemos más de 50 años, que no tenemos nombre porque no somos ni cincuentonas, ni señoras, ni mayores, ni nada de eso. Entonces, al nombrarte cincuenter te empoderas porque no lleva connotaciones, es un término fresco, nuevo… y la gente se siente identificada y lo coge con orgullo. Es maravilloso.

«El objetivo de la vida va más allá de cumplir años».

—¿Cómo sois realmente las mujeres a partir de los 50?

—Hay muchísimas mujeres de más de 50 —yo siempre me pongo en la piel de todas porque pasé por todos las fases— que estamos pasando un momento muy malo o bárbaro, o se nos están yendo todas las cargas familiares que teníamos y nos sentimos liberadas porque llega nuestro momento para hacer aquello que no pudimos por circunstancias familiares o laborales. Yo quiero mandar el mensaje de que «nunca es tarde» porque las mujeres de más de 50 o tenemos una buenísima salud o una salud que con el proceso de envejecimiento es normal. Hay muchas mujeres de más de 50 que están mucho más sanas que las de 20 o 30, por desgracia. Entonces, ¿cómo te sientes a partir de 50? Pues muy bien. Antes te decían señora y te molestaba, pero ahora dices «pues me vas a tratar como una señora, superbién». Te empoderas y te sientes así porque somos mujeres que participamos en la lucha feminista y que luchamos contra los micromachismos desde nuestro puesto de trabajo, desde casa, desde la tienda y desde todos los sitios. Ahora estamos aquí para defender que no nos va a echar nadie, que este es nuestro sitio y ahora vamos a disfrutarlo. Además, ahora ya no dramatizas ante las cosas importantes, cuando antes por desconocimiento lo hacías. Ahora resuelves de otra manera, tienes otras armas, otras herramientas… porque el objetivo de la vida va más allá de cumplir años.

—¿Por qué la sociedad tiende a haceros invisibles?

—Hay un error tan grande de exaltación de la juventud... porque cómo puedes renunciar a toda la experiencia y el talento que tienen las mujeres de más de 50. Ojalá que cuando cogí el bar la Santa Sebe, que no tenía nada de idea de hostelería, hubiera habido un mentoring sénior de mujeres mayores y me dijesen «te vas a enfrentar a esto», «van a preguntarte por el dueño siempre», «te van a ningunear», «te vas a hacer respetar de toda la noche, entre la clientela, los proveedores y todo el mundo». Ojalá hubiese tenido un referente para hacerlo igual o decir «ya que lo hicieron otras, yo también voy a poder hacerlo» porque hay una gran falta de referentes. Por eso, también Cincuenter es un movimiento con el que estamos visibilizando a mujeres referentes. Para que te des cuenta que si vas al banco no preguntes por el director porque en la mayoría son mujeres; en la cátedra, suelen ser muchas catedráticas; en la escuela, la mayoría son mujeres y muchas de ellas cincuenter; en la sanidad somos más las mujeres y lo que pasa es que están el techo de cristal y el edadismo. Pero lo estamos rompiendo porque hay muchas ejecutivas. Las mujeres cincuenter se están empoderando, desde las grandes líderes que están en las empresas hasta las que están en el último escalón, y entonces ves una corriente social de solidaridad que es tan guapa...

—Respecto a las referentes, vosotras cada año elegís una embajadora, ¿qué tenéis en cuenta a la hora de seleccionar representantes?

—Cuando las mujeres jóvenes empiezan a estudiar por ejemplo informática o ingeniería se dan cuenta que echan en falta referentes. Ya no hay trabas para llegar ahí porque ni te las pone la familia ni la sociedad, siempre suelen decir «estudia lo que quieras». Llegas a un entorno muy masculino y no encuentras referencias de cómo lo hicieron otras, pero sabes que las hay. Con las embajadoras queremos demostrar que detrás de los móviles y de las tecnologías hay mujeres cincuenter que son referentes. Por ejemplo, elegimos a Anabel Alonso porque es una actriz que, siendo cincuenter, nadie se cuestiona la edad que tiene. Ninguna generación. Ella es una mujer que está ahí porque está. Es muy valiente porque es súper activa en las redes sociales y no se censura nada, tiene una libertad de expresión total y absoluta, aún sabiendo todos los ataques que puede recibir. Es muy fuerte. A través de esa fuerza se empodera y crea incluso su propia familia, que es no tradicional. Pero con la claridad que lo dice y lo hace todo el mundo la respeta, y quienes no lo hacen es gente que ataca por atacar.

«No se nos caen los anillos porque hemos trabajado toda la vida y podemos seguir haciéndolo perfectamente».

—Siempre se dijo que la experiencia es un grado, sin embargo a partir de los 50 en las empresas ya no os quieren. ¿Por qué no os dejan seguir creciendo profesionalmente?

—Mira, recibí un mensaje que me prestó mucho. Era de una mujer que había leído una entrevista mía y me dijo que le había servido mucho porque estaba fatal ya que esa misma mañana venía de postularse para un trabajo y le dijeron que adónde iba con esa edad. Pues si las palabras ayudan así, sobre todo en las épocas de crisis, cuando antes íbamos cada una por nuestro lado y siempre pensábamos que nuestra familia es lo peor, ahora te das cuenta de que hay muchas mujeres como tú y que te quieren ayudar. Hay tanta economía y tantos programas sobre el talento sénior que te pueden ayudar… porque nosotras no empezamos de 0 sino de 50 y estamos de sobra capacitadas para trabajar. Somos mujeres que estamos criadas en la cultura del esfuerzo y somos herederas de una generación que pasó la posguerra y momentos muy difíciles, de una generación que tuvo que luchar mucho para conseguir lo que consiguió. Las generaciones jóvenes piensan que cayó todo del cielo y no es así. Además, no hay que olvidarse que igual que todo vino se va. Somos mujeres a las que no se nos caen los anillos porque hemos trabajado toda la vida y podemos seguir haciéndolo perfectamente.

—¿Qué se puede hacer contra ese edadismo femenino?

—Se combate como todo: visibilizando, nombrándolo, enunciándolo… Hay que hacer como con los micromachismos, diciéndole a la gente que si no se dio cuenta de lo que dijo cuando, por ejemplo, te comentan: «Oye, para la edad que tienes no estás tan mal». Piensas: «¿qué es que tengo que estar echa polvo?». Pues no. También suelen decirte «para la edad que tiene le gusta no sé que música» y, claro, nosotras también tenemos nuestros gustos como la gente joven. Es fundamental visibilizar todo esto.

Yolada Lobo, ejemplo de lucha feminista, es el alma máter del movimiento internacional «Cincuenter»
Yolada Lobo, ejemplo de lucha feminista, es el alma máter del movimiento internacional «Cincuenter» Ramón Collado

—Hoy en día, ser mujer mayor de 50 años es sufrir doble discriminación porque también entra en juego el machismo.

—Claro y además muchísimo. Pero yo creo que como en nuestra generación como peleamos tanto, hay compañeros de generación que son menos machistas que muchos jóvenes. A mis amigos, por ejemplo, no se les ocurre ponerle una aplicación a la pareja para controlar el móvil, ni siquiera se les pasa por la cabeza tocar el móvil porque nos educaron en que abrir una carta es un delito. Sin embargo, hay una falta de respeto en ese sentido. Con la educación sexual pasa lo mismo. Peleamos tantísimo por reivindicar sexualmente el concepto de la mujer... Incluso la generación anterior a la mía reivindicaba hasta hablar del clítoris. Hicimos una evolución-revolución sexual tan grande para ahora llegar a una generación que solo se educa en la pornografía... Es un peligro. Y luego que haya gente que diga que no quiere que a sus hijos se les de educación sexual, pero les está dejando el móvil con 10 años para que su formación sea la pornografía... Que niños de 12 años estén agrediendo a sus amigas, parejas o lo que sea es alucinante. Todavía queda mucho por hacer, pero tengo miedo que un hombre de 50 o 60 años sea más progresista que uno de 15.

—Al liderar este movimiento Cincuenter también pudo observar de primera mano que se llevan a cabo muchas más injusticias de las que la sociedad es consciente.

—Sí, muchas. El tratarte con esa condescendencia de «¿usted sabe usar la banca digital?» y dices «¿no la estoy usando bien?». Es algo que parece una bobada, pero seguro que a la gente joven no le preguntan eso. Es sobre todo el edadismo, es muy terrible.

«No podemos consentir que nadie nos diga que no podemos».

—También está el estereotipo de que las mujeres mayores de 50 años sois ya unas abuelas, que no os cuidáis...

—Yo toda la vida me teñí el pelo de todos los colores y luego quise dejar la cana porque a mi padre siempre lo conocí canoso y tenía el pelo muy guapo. Decidí probar y me gustó. La gente me preguntaba «¿pero mujer, ahora ya vas a dejarte la cana?» y pensaba «¿estoy al final de la vida?». La gente que se ponga el pelo como le dé la gana, si quiere dejárselo blanco que se lo deje, pero no quiere decir que esté descuidada. Parece que cana es sinónimo de dejadez y no es así. Con ellos no pasa, porque un hombre con canas es interesante. A una mujer en tal caso se le dice que las canas no le quedan tan mal. Como decía Susan Sontag: «nosotras envejecemos, ellos maduran». Si te das cuenta en España no hay ninguna presentadora de televisión con canas, pero hombres los ves desde por la mañana hasta por la noche porque da más formalidad, más rigor… Ni siquiera ponen dos presentadores (mujer y hombre) de la misma edad.

Gloria Steinem, cuando recibió el premio princesa de Asturias, dijo que con un ejército de mujeres con canas se puede conquistar el mundo. ¿Cómo sería un mundo capitaneado por mujeres?

—Sí, era un encuentro Cincuenter, le mandé la pregunta y respondió eso. Un mundo capitaneado por mujeres sería mucho mejor porque muchas de ellas son madres. Yo no lo soy, pero sé que una madre hace todo por sus hijos. Sabes que va a haber una sensibilidad. También sabemos que tiene que haber sororidad entre nosotras. Luego está la microeconomía que nos dio el Estado de Bienestar y que se consiguió con las mujeres que estaban en casa y ahorraban porque ellos no sabían ni dónde estaba el dinero. Ellas fueron las grandes economistas. También la salud tiene perspectiva de género. Antes era todo amputar hasta que las mujeres acceden al sector y demuestran que hay otros tratamientos. El deporte ahora mismo también tiene que tener perspectiva de género y cincuenter porque si yo voy a un gimnasio tiene que haber unos profesionales que estén formados en lo que una mujer cincuenter puede hacer, qué le puede beneficiar.

—Otra idea preconcebida es que las mujeres mayores de 50 años estáis obsoletas, tecnológicamente hablando.

—Sí, tú serás nativa digital pero yo no soy boba. Las mujeres cincuenter no estamos obsoletas para nada. Es como todo, te quedas atrás si no te reciclas. Luego hay gente joven que cree que inventó el mundo y no sabe nada, que es una analfabeta porque ni siquiera tiene una educación general básica, escribe con unas faltas de ortografía que a mi me deja flipada cuando la comunicación es básica, pero claro de eso no se dice nada.

—¿Cuál diría entonces que es el principal obstáculo que tiene que superar esta nueva generación de mujeres de más de 50?

—Que te digan que no puedes o, aunque no te lo digan, llegas a decírtelo a ti misma porque te lo dice la sociedad indirectamente. Incluso tu entorno ve que no estás reciclada cuando hay tantos programas y proyectos que se llevan a cabo desde las cámaras de comercio y todo lo que hay. Es ir, reciclarse y comenzar.

 «La ropa libera mucho y además marca mucho tu forma de mostrarte socialmente».

—Envejecer es un paso difícil porque a medida que cumples años por la cabeza empieza a rondar la salud, la soledad, la muerte… pero, ¿qué se gana con los años?

—Hay gente que antes era «ay cuando te jubiles» y ahora es todo lo contrario. Cuando lo hacen empiezan a organizar viajes, a comprar una caravana… a disfrutar de todo lo que no pudieron porque estaban trabajando. Ya no tienen ninguna preocupación, salvo los cuidados que siempre caen sobre nosotras. Pero pudiendo conciliar todo eso llega el momento perfecto para disfrutar de la vida porque tampoco tienes que hacer grandes cosas que te requieran grandes esfuerzos físicos. También está Rosa Fernández, que es una mujer cincuenter y sigue escalando. Además, a esta edad, a lo mejor no quieres hacer un viaje que sea agotador sino que quieres disfrutar de otra manera. La jubilación es una cosa maravillosa, pero también está la opción de seguir en el mundo laboral porque nos apetece y nos gusta. No podemos consentir que nos digan que no podemos. Tú antes tenías una edad y te decían «pero cómo vas a meterte en eso». Y ahora dices: «¿por qué no? Hazlo y disfrútalo».

—Si echamos la vista atrás, ¿qué cambios destacarías respecto a las mujeres de más de 50 de hace unas cuantas décadas?

—Es verdad que juega a nuestro favor que la esperanza de vida ahora es mucho más alta, en Asturias ronda los 85 años. Pero bueno, uno de los cambios principales sería la ropa. ¿Te imaginas volver a la bata? Antes las tiendas de ropa clasificaban por plantas: juvenil, señora… y ya no te quiero contar si ibas a tiendas de ropa de gente muy mayor porque aquello era un dolor, yo no quería ponerme en eso —se ríe—. Tampoco quieres entrar en una tienda donde las tallas sean muy pequeñas, sino en una donde haya colecciones para ti y de cada una coger lo que te da la gana. Yo si me compro unos playeros o unos pantalones no miro la edad sino la talla. Además, ahora con 70 y con 80 la gente sale a caminar a hacer ejercicios y ya no se queda en casa. Es gente muy activa. Antes si salías era con una ropa que no era cómoda. Es como si montas a caballo o en una vespa de lado. La ropa libera mucho y, además, marca tu forma de mostrarte socialmente. Nosotras las cincuenter nos vestimos como nos da la gana y con las sesenter, setenter y ochenter pasa lo mismo. Es maravilloso que mi madre haya descubierto el chaleco y se lo ponga porque le encanta o que incluso lleve el bolso cruzado y no colgando de la mano. Ella, al igual que el resto, lo hace porque antes socialmente no lo podía hacer. Ahora ya nadie nos dice «a donde vas», sino que tienes que saber hasta dónde llegas. Cosa que también haces a los 30.

«No hay que tener miedo a cumplir años»

—¿Cree que las nuevas generaciones están preparadas para valorar a las mujeres mayores de 50 años?

—Es muy guapo que la mujeres jóvenes tengan ya referentes porque a nosotras nos pasó que éramos más iguales a nuestras abuelas. Siempre estuvo ahí ese retroceso social que hubo en España durante tantos años, pero vosotras y las que vienen no tengáis miedo a cumplir nada, seguid cumpliendo y con la misma ilusión. Tampoco se os puede pasar por la mente que no podéis hacer algo porque podemos con eso y con más. Por ejemplo, cuando Coca-Cola regaló patinetes eléctricos hace 12 años solo yo andaba en Oviedo con él y resulta que ahora está de moda, es un medio de trasporte más. Ahora por ejemplo no miras quién va en la moto.

—Usted es un ejemplo en la lucha feminista, tanto por su trayectoria laboral como por la vital . ¿Cómo ve la lucha en defensa por la igualdad de las mujeres? ¿Qué está fallando?

—La falta de educación. Se estaba educando en la pornografía. Si lees las letras de las canciones, si las analizas dices «madre mía». No solo las de ahora. También habría que analizar las canciones de nuestra generación. Hay una involución hacia lo peor, hay comportamientos muy poco respetuosos intergeneracionalmente. La ignorancia es muy osada y hay gente que es tan ignorante que dice «yo no quiero enseñarte nada, estréllate tú», pero tienes una responsabilidad social. Cuando tenía el bar, le decía a la gente joven, y se lo sigo diciendo, que tengan cuidado con las conquistas sociales que se van. Mira Estados Unidos, mira cómo está llegando lo más reaccionario. Ahora ya sabemos cómo se vive de bien, ya tenemos referentes.

Además, es muy importante que las cincuenter seamos referentes. A mi me encanta porque parece que las cosas nuevas que puedas aprender de la gente joven son estupendas, pero al revés no. Está fallando la educación, aunque es verdad que hay gente maravillosa y que tampoco se puede criminalizar, pero tienen mucho trabajo que hacer. Es responsabilidad de todas las mujeres. Yo voy a estar con vosotras, así que vosotras tenéis que estar conmigo contra el edadismo porque lo vais a sufrir y para que no seáis cómplices de él. Empoderémonos todas y retroalimentémonos porque seremos mucho más fuertes. Hay que aprovechar esas sinergias y tejer esa red porque ahí es cuando vamos a empezar a crecer todas.

—¿Qué estáis preparando para esta tercera edición de Cincuenter?

—Será a finales de marzo y va a ser más sobre lo que reflejamos exteriormente. En los anteriores encuentros ya reflexionamos sobre emprendimiento, ingeniería, nuestra aportación a la cultura, cómo es nuestra imagen en los medios… Ya fuimos explorando muchas cosas. Queremos saber cómo nos ve la sociedad a nosotras. Es curioso también que al hacerlo desde Oviedo la gente no se cree que son nacionales, cuando con las tecnologías se puede todo y además es una ciudad muy amable, muy pequeña, muy segura y muy cómoda para hacer las cosas. En definitiva, es muy cincuenter. Nos apetece que la gente joven venga para ver lo importante que es llegar a estas edades, que hay que celebrar que llegas y porque la vida va en ascenso siempre.

También estamos trabajando en crear una red social cincuenter para seguir creciendo internacionalmente. Va a ser muy determinante porque vamos a tener un espacio donde mostrarnos tal y como somos. Ya que ahora, por ejemplo, si vas a la playa no te sacas una foto y la publicas porque como somos muy vulnerables sabemos que nos van a hacer comentarios que nos van a machacar. De esta manera, haremos un espacio propio, seguro, donde no haya intrusos gracias a la Inteligencia Artificial. Queremos conectar por afinidades y por aficiones. También, al ser tan inmediato, en un momento en que te encuentres mal te puede servir como recurso de acompañamiento, asesoramiento o de búsqueda de iguales. Te permite tejer una red en la que además utilizaremos nuestro propio lenguaje. También queremos sacar una revista en los encuentros para estar informadas, visibilizar referentes y demás. Unos proyectos que desde aquí aprovecho para hacer un llamamiento porque necesitamos inversores.

—Para finalizar, ¿qué consejo darías a aquellas mujeres que ya se acercan a esta cifra?

—Pues no sabría porque las precincuenter ya se dan cuenta de que van a llegar a los 50 y lo van a celebrar. En los primeros encuentros, muchas eran reacias a reconocer que tenían esa edad, pero al final de la conversación ya lo decían libremente porque se sentían empoderadas. La repercusión que está teniendo Cincuenter me fascina, pero también me sobrepasa un poco porque estamos llegando a mujeres geográficamente distintas, profesionales de diversos ámbitos, con las que nos une una generación. Una generación que tan solo necesitaba que se le diese nombre, tan simple como eso. Cincuenter es la plataforma para seguir hacia delante porque somos fuertes y poderosas, mujeres que peleamos mucho para tener un hueco en la sociedad.