El primer ministro iraquí ordena detener a los fieles a Al Sadr

laura fernández palomo AMÁN / CORRESPONSAL

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THAIER AL-SUDANI | Reuters

Los chiíes se retiran de la Zona Verde de la ciudad de Bagdad

09 may 2016 . Actualizado a las 19:44 h.

El pulso está echado. La entrada sin precedentes a la fortificada Zona Verde de Bagdad de cientos de manifestantes iraquíes, la mayoría leales al clérigo chií, Muqtaba Al Sadr, agudiza aún más la crisis política que vive Irak. Ayer los demandantes mantuvieron la protesta acampados dentro del perímetro de seguridad y a última hora de la tarde iniciaron una retirada temporal condicionada a se completen las reformas anticorrupción aprobadas por el Gobierno. Por su parte, el primer ministro, Haider Al Abadi, ordenó la detención de los que «habían agredido a las fuerzas de seguridad y diputados» en la toma del Parlamento.

Las protestas han sido esencialmente pacíficas con incidentes dispersos y sin constancia de heridos. Con la caída del sol, los cientos de iraquíes comenzaron a abandonar el área de seguridad, después de que una portavoz de la comisión, Ijlas al Obeidi, realizara un llamamiento desde la plaza Tahrir, fuera de la zona verde, ante miles de personas que se concentraron allí. No es el fin de las demandas sino una pausa por la llegada de una peregrinación chií y para dar unos días a la ejecución de los reformas. Si no se cumplen, volverán.

Al Abadi accedió al edificio que los protestantes asaltaron el sábado durante unas horas cuando supieron que se había vuelto a aplazar la votación de un nuevo Ejecutivo tecnócrata. El primer ministro aseguró haber sido testigo de los daños ocasionados por los participantes en algunas oficinas. «Deben ser llevados ante un tribunal para recibir un justo castigo», dijo. El líder condenó en otro comunicado, junto al presidente del país, Fuad Massum, y el del Parlamento, Salim al Yaburi, la entrada en la institución que calificó de «grave agresión contra el prestigio del Estado».

Lo cierto es que el sistema político implantado por EEUU, tras la invasión de Irak en 2003, colapsa. En estos años, no ha conseguido dar estabilidad al país, que de nuevo se sumerge en una crisis política donde los ciudadanos llevan años denunciando el deterioro de los servicios básicos y la creciente corrupción de las élites. Descontento que ha sabido monopolizar el carismático Sadr que desde febrero lidera las demandas, entre las que pide el fin de las cuotas sectarias que dan asientos por afiliación político-religiosa.

EE.UU. se ha mostrado preocupado y no se espera que permita un cambio radical en la gobernanza, cuando se encuentra inmerso en la lucha antiterrorista contra el Estado Islámico, que controla varias zonas del país. Este grupo terrorista reivindicó otro atentado con dos coches bombas en una ciudad de mayoría chií al sur de país que provocó 30 muertos. Existe el temor de que las protestas lideradas por los simpatizantes del chií Sadr contra el Gobierno que dirige de Al Abadi, también chií, generen enfrentamientos entre las diferentes fuerzas de esta confesión.