Corea del Norte crea un cargo a medida para reforzar a Kim

Sara R. Estella LA VOZ EN PYONGYANG

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ED JONES | Afp

Visita guiada a una fábrica de hilo de seda en Pyongyang

13 may 2016 . Actualizado a las 12:40 h.

Pocos cambios afectarán a los ciudadanos norcoreanos una vez finalizado el séptimo congreso del partido que dirige el país desde hace siete décadas. Tal y como se esperaba, Kim Jong-un fue nombrado presidente del Partido de los Trabajadores, un cargo simbólico que se ha creado específicamente para reforzar el poder del joven dictador. Entre aplausos extremadamente coordinados y gritos de mansae para desear larga vida a su líder, los más de 3.400 delegados despedían la cita política más importante en los últimos 36 años. Un coro de niños vestidos con el uniforme de la Liga Juvenil, la cantera del régimen, escenificaron un discurso de agradecimiento hacia Kim.

A varios kilómetros de la Casa de la Cultura 25 de Abril de Pyongyang, donde se celebraba el congreso, varias obreras producían hilo de seda en la fábrica Kim Jong-suk, que lleva el nombre de la abuela del líder norcoreano. Este fue el lugar al que los oficiales decidieron llevar a los periodistas extranjeros, invitados para cubrir el congreso, pero que no lo hemos llegado a pisar.

Una fábrica ejemplar

Grandes altavoces reproducían canciones patrióticas para ensalzar la figura de los grandes líderes. «Nos da ánimos escucharlos y producimos más», explicó a La Voz Park Il Ju, de 25 años sin perder el ritmo de trabajo. Junto a ella, un cartel rojo en el pasillo central exhibe el nombre de la empleada más eficiente ese día «para motivar a las demás», nos explicaron nuestros guías.

Esta fábrica es modélica para el régimen. Produce 450 toneladas de hilo de seda al año que después se utilizan en varias fábricas textiles del país. Además, es el tipo de industria ligera en la que Kim Jong-un centró su plan económico. El objetivo es mejorar el suministro eléctrico para producir más. «Hace falta más electricidad para las máquinas. Ahora hay más que hace unos años pero si tuviésemos más, produciríamos más deprisa contribuyendo a la prosperidad del régimen», nos dijo Han Kyong Ran, de 45 años, con la misma convicción que quien recita un poema aprendido de memoria.

En paredes y columnas no faltan los carteles con las consignas de los líderes y propaganda bélica. El culto a la personalidad de los dictadores roza lo extremo en los cinco grandes salones repletos de cuadros enormes de la dinastía Kim. Una guía ataviada con el vestido típico coreano recuerda que «está prohibido cortar la cara de los grandes líderes» en las fotos o planos de televisión.

Precisamente ese cuidado extremo de la imagen de los dictadores ha hecho que un corresponsal de la BBC haya sido expulsado. Rupert Wingfield-Hayes fue detenido el viernes en el aeropuerto cuando se disponía a abandonar el país una vez finalizada su cobertura. Después de un interrogatorio de ocho horas, pasó el fin de semana retenido en un hotel hasta ayer, que pudo volar a Pekín. Las autoridades consideran que sus reportajes fueron «irrespetuosos» con el régimen.