Londres, solo para millonarios

Rita Álvarez Tudela LONDRES

ACTUALIDAD

R. A. T.

Una oferta estancada y una alta demanda disparan el precio del suelo

13 may 2016 . Actualizado a las 12:36 h.

En la novela Capital, el escritor John Lanchester nos transportaba al bum inmobiliario en la calle Pepys Road, en un suburbio de Londres llamado Clapham. Los vecinos de la que parecía una zona de lo más modesta, se ven de pronto sorprendidos por una burbuja inmobiliaria que hace que el valor de sus casas crezca como la espuma, dando lugar a comportamientos de los más pintorescos.

La novela data de hace ya casi cinco años, pero la situación actual de la capital británica, lejos de mejorar, parece que empeora en este aspecto y a muchos vecinos les preocupa que llegue incluso a convertirse en inhabitable, si es que ya no lo es. Londres proyecta una imagen de ciudad bohemia, multicultural y vibrante que con un pequeño soplido podría apagarse

Continuo crecimiento

Si ponemos sobre la mesa el problema de la vivienda, las amenazas residen en la espantosa subida de los precios y en la fuerte demanda de una población en continuo crecimiento que se encuentra con una oferta estancada.

Esta semana, el banco Halifax sorprendió a muchos anunciando que concedería préstamos a gente que tendría 80 años cuando terminasen de pagarlos. Algunos intentan presentarlo como una explicación a la subida de la media de edad del ciudadano británico, pero en operaciones financieras como esta también se esconden las dificultades económicas para pagar una vivienda hoy en día.

De hecho, según el Consejo de Prestamistas Hipotecarios, los solicitantes piden con más frecuencia más años para poder pagar sus préstamos y eso que los tipos de interés se encuentran en mínimos históricos. Ya de entrada, casi el 60 % de los que compran por primera vez una vivienda piden una hipoteca a más de 25 años, el doble de la media de hace una década. Otros, menos afortunados, tienen que estirar los plazos de sus préstamos incluso hasta las cuatro décadas.

El recién elegido alcalde de la ciudad, el laborista Sadiq Khan, no tiene una tarea fácil por delante. La ciudad va camino de superar los 10 millones de habitantes en el 2020, casi un millón y medio más de la población actual, pero sus ciudadanos se encuentran con que el 85 % de las apenas 25.000 nuevas viviendas que salen al mercado al año son adquiridas por compradores no británicos. Khan se comprometió en su campaña electoral a que la mitad de esas viviendas sean de compra accesible, si bien no está claro que el laborista vaya a tener tanto margen de maniobra para poder controlarlo.

Hablamos de millonarios de Rusia, China, Catar o Emiratos Árabes, que consideran tener propiedades en Londres como la mejor forma de garantizar sus ahorros. Por eso, en muchos casos estas adquisiciones se convierten luego en viviendas vacías y las compras generan un efecto dominó que afecta a los barrios de clase media y baja, donde el precio de la vivienda no deja de subir y se convierte para muchos en una auténtica pesadilla.

Así, muchos ciudadanos tienen que conformarse con vivir a una hora y media, si no más, de su lugar de trabajo y del corazón de la ciudad. La prueba puede encontrarse en la estación de tren de Waterloo en plena hora punta, adonde llegan cada día miles de viajeros desde otras zonas de Londres con serias dificultades para encontrar una plaza libre y para después hacer un transbordo que los lleve a su oficina. Esa congestión de Waterloo es un síntoma de lo difícil que es hacerse con unos pocos metros cuadrados a ambos lados del Támesis.