Aznar y González tratan de marcar la línea política a Rajoy y Pedro Sánchez

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

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El popular critica la estrategia de polarización y el socialista defiende a Chaves y Griñán

03 jun 2016 . Actualizado a las 16:19 h.

A poco más de tres semanas del 26J, José María Aznar y Felipe González irrumpieron ayer a la vez para tratar de marcar el camino a los líderes de sus respectivos partidos. El expresidente del PP cuestionó la estrategia electoral de Mariano Rajoy, al asegurar que hay que «abandonar de inmediato cualquier tentación de polarizar, de amedrentar, de extremar, de excluir, de radicalizar, de dividir, de enfrentar a unos españoles contra otros». Su conclusión es que «en esa competición siempre ganan los mismos, que son siempre los peores». Para Aznar, lo más importante ahora es «recuperar la voluntad de concordia para evitar un descarrilamiento histórico que a día de hoy no es en absoluto imposible». Asimismo, se refirió a la obligación que todos tenemos «de contribuir con los sacrificios personales que sean necesarios en cada momento».

Fortalecer a Podemos

Así sugería que la polarización con Podemos puede hacer más fuerte al partido de Pablo Iglesias, abogaba por un acercamiento al PSOE y Ciudadanos y deslizaba que, si fuera preciso, Rajoy debería dar un paso atrás. «Podemos tener opiniones distintas, pero compartimos un mismo país y debemos tener la voluntad de procurarle el mejor futuro», afirmó. «Hemos avanzado demasiado por el camino equivocado. Debemos dar la vuelta y hacerlo ya», sentenció. Rajoy se limitó a decir que su relación con quien le designó como sucesor es «estupenda».

González rechazó la gran coalición que pretende el PP y algunos sectores minoritarios del PSOE. «Yo no veo una gran coalición; primero, porque ya no es grande, y segundo, porque ya se ha probado», aseguró citando los casos de Austria y Grecia.

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, quien participaba con el expresidente socialista en un coloquio sobre Venezuela, discrepó: «O nos ponemos de acuerdo los constitucionalistas, o estamos en funciones hasta el 2020». González dio una pista sobre lo que puede suceder tras el 26J: «Creo que será más fácil que haya investidura que un Gobierno que gobierne».

Pero también trató de marcar el paso de Sánchez en el caso que afecta a Manuel Chaves y José Antonio Griñán, por cuya honradez dijo que pondría la mano en el fuego frente a la frialdad que ha expresado el secretario general. De esta forma expresaba el sentir de algunos dirigentes del partido que esperaban una defensa de Sánchez, dado que no están acusados de haberse enriquecido ni de haber robado dinero público. Pero se limitó a decir que él era un político «limpio», mostró su «respeto» a las decisiones judiciales y defendió su presunción de inocencia. Esta tibieza ha provocado malestar en Susana Díaz. González fue contundente: «Sin duda alguna, son inocentes de los delitos que se les imputan y quedará demostrado» en el juicio.

El líder del PSOE avisa de que «el gran enemigo» de los socialistas es la abstención

«El gran enemigo es la abstención». Pedro Sánchez identificó ayer uno de los principales problemas que se van a encontrar los socialistas el 26 de junio. El electorado del PSOE, según los estudios demoscópicos, es el menos movilizado ante la cita con las urnas y el que registra mayor número de indecisos, que son en definitiva carne de abstención.

«Que nadie se quede en casa», clamó el secretario general de los socialistas en un acto de su partido en la localidad tinerfeña de Puerto de la Cruz. Además, Sánchez insistió en presentarse como un político «limpio» que lo tiene todo en «A», frente a Mariano Rajoy, «que es un político B». «Que no le salga gratis el 26 de junio», remachó.

Los expertos del PSOE creen que la hemorragia de simpatizantes suyos hacia Podemos se ha taponado, sobre todo con la firma de la alianza con Izquierda Unida. Pero también temen que van a sufrir nuevas bajas en su respaldo electoral, y estas se irán a la abstención, no a otro partido. De ahí los insistentes llamamientos del candidato a la Moncloa para que el electorado socialista se movilice si de verdad quiere el cambio después de las elecciones.

En un escenario con una participación del 68 %, cinco puntos menos que el 20 de diciembre, el gran beneficiado sería el PP porque tiene la fidelidad de voto más alta, sobre todo en el segmento del censo de los mayores de 55 años. Los socialistas, en cambio, no gozan de esta lealtad de sus simpatizantes. Al igual que Podemos y Ciudadanos, que tienen sus caladeros en la franja de jóvenes, los más proclives a la abstención.