Una España mucho menos indecisa

M. Cheda LA VOZ / REDACCIÓN

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La campaña comienza con Pedro Sánchez obligado a cambiar el paso y con 9,2 millones de posibles votantes todavía confusos, frente a los 12,5 con los que arrancó la batalla electoral del 20 de diciembre

10 jun 2016 . Actualizado a las 19:10 h.

 En la resaca de la difusión del sondeo del CIS, la mayoría de los líderes políticos venden este viernes a los electores que hay partido. Más que nunca, sostienen. Transmiten que la «enorme» bolsa de indecisión detectada por el Centro de Investigaciones Sociológicas en su estudio deja casi todo abierto para el 26J. Obvian en sus mensajes -más consuelos que convicciones fundamentadas- un dato esencial de la encuesta conocida ayer. Con total certeza o probablemente, 9,2 millones de españoles no faltarán a la cita con las urnas, aunque todavía no saben a quién apoyarán. A las mismas alturas de los anteriores comicios, ese grupo de personas confusas lo conformaban 12.519.276 censados. O sea, es esta una España mucho menos indecisa. Es decir, no hay tal partido. No al menos tanto como entonces.

La paternidad del voto útil

Han transcurrido ni seis meses desde el 20D. Comparecen los cuatro grandes partidos ante el electorado con idénticos candidatos principales y programas similares, si no iguales. En cambio, algunas cosas importantes han cambiado. Entre ellas, un clásico de toda refriega electoral: la paternidad del voto útil para tumbar al Gobierno de turno. No hubo un día de la anterior campaña en el que Pedro Sánchez dejase de apelar a él de mitin en mitin. Ahora, sin embargo, no podrá pedirlo. No con la fuerza del refrendo estadístico. En el polo opuesto, CIS en mano, serán Pablo Iglesias y sus aliados quienes se lancen a reclamarlo de sur a norte. Hasta Rajoy, al tiempo, terminará cortejando a los que en Génova llaman «los moderados» del PSOE.

Ahora, puerta a puerta

Quizás por eso, consciente de su virtual tercera posición, el secretario general de los socialistas ha comenzado esta mañana su esprint hacia la Moncloa cambiando el paso. Acompañado de periodistas, ha viajado en bus desde Madrid hasta Móstoles, donde se ha dedicado a pulsar timbres para, puerta a puerta, intentar seducir a los vecinos. «No hay que quedarse en casa. Vamos a ganar para cambiar el país», ha expuesto ante sus interlocutores. Mientras él lucía cara amable de la rosa, en Andalucía Susana Díaz le hacía el trabajo sucio que le queda, de aquí al 24, al PSOE del puño: atacar al cabeza de cartel de Unidos Podemos. «No es de fiar. [...] Una mañana no se levanta uno siendo comunista, ahora parece socialdemócrata y antes un provocador», ha espetado la presidenta de la Junta.