«Black Friday»

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

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El portazo de los británicos a sus socios europeos provoca una debacle histórica en las bolsas, peor incluso que en los días más negros que siguieron a la caída de Lehman Brother?s

25 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Europa se tambalea. Otra vez. Se derrumba, más bien Y el miedo campa a sus anchas. Una vez más. Y ahora no es un PIG el que lo ha enredado todo y esparcido el desasosiego. Sino todo un peso pesado de la UE. No es Grecia. Es el Reino Unido. Su portazo en las narices a Europa lo ha puesto todo patas arriba. Y en los mercados, el descalabro ha estado a la altura de lo acontecido en suelo británico. Histórico.

Habían apostado a que aquello que tanto temían, al final, no sucedería. Pero se equivocaron. De cabo a rabo. Triunfó el brexit en el referendo. Y se habían ido a la cama convencidos de que ganarían los partidarios de quedarse. Los pilló con el pie cambiado. Y todo lo malo que habían dicho los analistas que sucedería si eso llegaba a pasar, acabó sucediendo. Las bolsas se desplomaron; la libra, también; las primas de riesgo de los más débiles se calentaron de golpe y los activos refugio casi no dieron abasto para proporcionar cobijo a tanto inversor asustado. Que se lo digan si no al franco suizo, que se apreció tanto que su banco central tuvo que intervenir para bajar la calentura.

Todo un señor Black Friday. Un viernes negro en toda regla. Tal fue la desbandada, que el Ibex firmó el mayor batacazo de su historia. Perdió un 12,35 %. Ni en lo peor de la tormenta que siguió a la quiebra de Lehman Brother’s había sufrido tanto el principal indicador de la Bolsa española. Arrastrado por la profundidad de la herida que el brexit dejó en los valores españoles con más intereses en el Reino Unido. Pesos pesados como Telefónica, cuya cotización bajó más del 16 %, o IAG, fruto de la fusión entre Iberia y British Airways, que se hundió un 26,86 %.

 

Mención aparte merecen los descalabros de la banca. En todos los parqués, no solo en el español. En casa, el Santander -tiene un tercio de su balance en el Reino Unido, país que en el primer trimestre aportó casi un cuarto del beneficio de la entidad- se dejó casi un 20 % de su valor. De nada sirvieron las palabras de su presidenta para calmar los ánimos. «Seguimos tan comprometidos como siempre con nuestros equipos y clientes en el Reino Unido», dijo Ana Botín en una nota, que aprovechó también para resaltar que el modelo de negocio del banco «diversificado y centrado en banca comercial» les aporta «estabilidad y fortaleza». Similar fue el varapalo que se llevó el Sabadell, dueño desde hace un año del TSB.

60.000 millones en juego

En conjunto, las empresas del Ibex se juegan en territorio británico inversiones de 60.000 millones de euros, que se dice pronto. Es casi la misma cifra que se dejó el viernes el Ibex: 63.000 millones, el equivalente a un 5,7 % del PIB.

La depreciación de la libra y la contracción económica que para los británicos traerá aparejada la salida de la UE -la OCDE fija en un 3,3 % la caída del PIB a medio plazo- es el escenario con el que tendrán que bregar a partir de ahora las empresas españolas. Standard & Poor’s, que el viernes ya advirtió al Reino Unido que así no hay quien mantenga la preciada triple A, dice que la salida de la UE dañará la confianza y la inversión y representa un riesgo significativo para la economía del país.

La City, la gran damnificada

Por no hablar de los daños para la City, que ya puede ir preparándose para ver a muchos bancos de inversión hacer sus maletas rumbo a plazas europeas, como Fráncfort, París o Dublín; o asiáticas, como Hong Kong o Singapur. En el principal centro financiero europeo trabajan más de dos millones de personas.

El estrépito de las caídas se escuchó por toda Europa. Donde más, en la Bolsa de Atenas, que se dejó un 13,42 %. Atronador. Curiosamente, Londres fue la menos vapuleada, con un descenso del 3,16 % ¿Por qué? La clave está en la libra. Su desplome -el viernes sufrió una de las mayores caídas de su historia, por momentos superior al 10%, hasta niveles de 1985- supone todo una ventaja para buena parte de los pesos pesados del parqué londinense. Y eso porque más del 70 % de las ventas de las grandes compañías cotizadas se generan fuera de las fronteras patrias.

Mientras tanto, en el mercado de deuda, las primas de riesgo, sobre todo las de los países más débiles, subían de golpe un montón de peldaños. Y eso con el rendimiento del bono germano a diez años, todo un refugio en medio de la tormenta, en terreno negativo. Los inversores que quisieran depositar el viernes su dinero en estos títulos, a prueba de terremotos, debían pagar un 0,14 %.

La prima, en 190 puntos

Con esos mimbres, la prima de riesgo española llegó a dispararse hasta los 190 puntos, casi 50 más que la víspera. Tocaba así el nivel más alto desde febrero del 2014. Al cierre de las bolsas, la brecha con el todopoderoso bono alemán se había estrechado algo más, hasta los 179 puntos básicos, casi 40 más que el jueves. La italiana acabó en 164; la portuguesa, en 366; y la griega, en 787. Y, en el mercado de divisas, no solo sufrió la libra. También el euro. La moneda única, otra vez en la cuerda floja a los ojos de muchos, inició el día con un batacazo superior al 3 %. En los peores momentos del día, llegó a cotizarse incluso por debajo de los 1,10 dólares. A última hora de la tarde había mejorado hasta los 1,112.

Y los bancos centrales, al pie del cañón. Como era de esperar. El gobernador del Banco de Inglaterra dijo estar preparado para inyectar 250.000 millones de libras (más de 312.000 millones de euros) en el sistema. Y, Draghi, pertrechado y listo para disparar.