«El verdadero problema es que el 'brexit' no acaba en el Reino Unido»

Raúl Romar García
R. ROMAR REDACCIÓN / LA VOZ

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La investigadora advierte que existe un riesgo de «implosión» de la Unión Europea por el efecto contagio

28 jun 2016 . Actualizado a las 07:31 h.

La salida del Reino Unido de la UE es algo más que un simple divorcio, es un auténtico torpedo en la línea de flotación del proyecto europeo que amenaza, si no se ofrece una respuesta contundente, con abrir nuevas vías de agua y poner en peligro su viabilidad. La advertencia parte de Carme Colomina, analista europea e investigadora asociada del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB).

-¿Cómo queda la Unión Europea tras el «brexit»?

-La UE queda en estado de shock. El referendo británico ha roto dos tabúes muy importantes: el primero, que en Europa se entraba, pero que no se salía, porque era un acuerdo irreversible, y, el segundo, que la UE siempre tiende hacia más integración, cuando ahora se ha visto que no es así.

-¿Quién pierde más, Gran Bretaña o Europa?

-Lo primero es difícil de saber, porque depende de cómo el Reino Unido gestione su salida en una larga negociación de dos años. Si al final alcanza un acuerdo de asociación su situación cambiará, pero no drásticamente. La UE, por contra, pierde a un socio muy importante, porque es la segunda economía del continente y su vínculo natural con Estados Unidos, además de ser un país muy comprometido con la defensa europea. La UE es hoy más débil frente al mundo.

-¿En qué medida puede existir un efecto contagio alentado por el euroescepticismo?

-El verdadero problema es que el resultado del brexit no acaba en el Reino Unido. Los ultraderechistas y euroescépticos de Holanda y Francia ya han pedido referendos para salir de la UE, pero lo mismo puede ocurrir en los países del centro y este, como Hungría, Dinamarca o la República Checa. El brexit puede generar un efecto dominó en Europa, por lo que la UE no solo debe preocuparse de cómo quedará la salida de Gran Bretaña, sino de gestionar las consecuencias internas que esta medida tiene en los 27.

-¿Por qué se ha llegado a esto?

-Porque los ciudadanos europeos, y no solo los ingleses, hace ya mucho tiempo que se sienten los perdedores dentro de la UE. Europa es hoy mucho más desigual y los ciudadanos sienten que no se le ha dado una respuesta a sus miedos e inquietudes. Existe una desconexión entre los ciudadanos y las instituciones, entre las personas y el proyecto europeo.

-¿Qué se puede hacer para frenar esta desconexión?

-Es lo más difícil. Lo que hemos visto en la primera reunión de urgencia de los seis socios fundadores es que no existe una posición común de cómo afrontar el problema. Mientras que Alemania se ha mostrado mucho más cauta y dice que no hay que precipitarse, Francia, más presionada ante unas elecciones en las que Marine Le Pen, del Frente Nacional, es una de las favoritas, pide un mensaje contundente contra los ingleses que frene cualquier intromisión que pueda tener su decisión en los demás países miembros.

-¿Y las cuestiones de fondo?

-Es necesario replantear qué políticas de la UE deberían cambiarse para generar de nuevo confianza entre los ciudadanos. Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, dijo tras el brexit que lo que no te mata te hace más fuerte. Y Europa puede morir si no se actúa con la contundencia necesaria, o hacerse más fuerte si se adoptan.

-¿Tan grave lo ve?

-Creo que la UE está en riesgo de una cierta implosión. La UE tal y como la conocemos, de cesión de la soberanía a Bruselas y de todos los países avanzando juntos en un proyecto común.

-¿La decisión británica es irreversible, porque algunos ya se están arrepintiendo?

-Sí que lo es. No veo posible convocar un nuevo referendo cuando el pueblo ya ha hablado. La prioridad ahora de Gran Bretaña es hilvanar un país que ha quedado completamente dividido a nivel geográfico, social y generacional. Por ello tampoco tiene prisa por la desconexión. La UE, en cambio, sí, porque su prioridad es garantizar el proyecto europeo. Son dos intereses enfrentados.

-¿Cree que el «brexit» ha influido en las elecciones en España?

-Tengo mis dudas. Uno puede pensar que en tiempos de mudanzas el voto se hace más conservador, pero Europa y el brexit han estado muy poco presentes en campaña.

Artículo 50: «Todo Estado podrá decidir retirarse»

«Todo Estado miembro podrá decidir, conforme a sus reglas constitucionales, retirarse de la Unión». Es lo que recoge el artículo 50 del Tratado de Lisboa, en vigor desde el 2009, aunque este apartado específico nunca se pensara que se pudiera llegar a utilizar, porque la UE es un club selectivo en el que se entra, pero en el que no se sale. Hasta el brexit.

Para que se active, el país interesado, en este caso el Reino Unido, deberá notificar su intención al Consejo Europeo, lo que todavía no se ha hecho. Luego, tal y como estipula el propio artículo, ambas partes deben establecer «la forma de su retirada, teniendo en cuenta el marco de sus relaciones futuras con la Unión».

La opción de la salida está regulada, pero ahora habrá que darle forma en unas complicadas y engorrosas negociaciones que se prolongarán durante dos años, lo que puede generar incertidumbre, sobre todo en el ámbito económico. «Existe el riesgo de que haya una laguna jurídica, especialmente en las relaciones comerciales», explica el francés Jean Claude Piris, uno de los juristas del Tratado de Lisboa.

La legislación comunitaria dejará de aplicarse en el Reino Unido a partir de la entrada en vigor del «acuerdo de retirada» o, en su defecto, dos años después de la notificación de la misma. Es posible que la UE y Gran Bretaña firmen otro acuerdo que defina sus nuevas relaciones. Hasta que el Reino Unido no notifique de forma oficial su decisión de salir de la UE no se aplicarán las disposiciones del artículo 50. Hasta ese momento podrá participar en las cumbres comunitarias.