Un símbolo del glamur europeo

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

ACTUALIDAD

V TELEVISIÓN

La ciudad francesa es un auténtico icono de la cultura occidental que encarna como pocas la esencia de la mediterraneidad

16 jul 2016 . Actualizado a las 08:19 h.

Como Nueva York, Madrid, Londres, Bruselas, París y Estambul, Niza es también un símbolo. Francés y europeo sobre todo, pero también internacional. Un auténtico icono de la cultura occidental que encarna como pocas la esencia de la mediterraneidad. De una civilización construida con briznas de Francia, de Italia y de España. Comparte pasado y presente con los tres países. Fue italiana hasta 1860, cuando los franceses la conquistaron primero por las armas y después con un plebiscito trucado. Y fue en sus calles entre las que nació y creció el héroe de la unificación italiana: Giuseppe Garibaldi. Los años en los que España defendió la ciudad de las ansias anexionistas francesas también dejaron como huella la pasión por la tauromaquia.

Sin haber jamás renunciado a ese brillante legado italiano con toques hispanos, la Niza que está en la retina de todos los ciudadanos del mundo tiene como escenario la belle époque. Aquellos glamurosos años en los que la mismísima Victoria I de Inglaterra escogió la ciudad como lugar de descanso. En su palacio de la colina Cimiez, donde hoy en día está el majestuoso hotel bautizado Regina precisamente en su honor, la monarca pasó largas temporadas. Su presencia atrajo a muchos aristócratas ingleses, que construyeron palacetes y crearon la avenida marítima que, en su recuerdo, lleva por nombre paseo de los Ingleses. Es el punto más simbólico de la capital de la Costa Azul y, sin duda por ello, fue el escogido por el terrorismo para atentar en un día igualmente simbólico: el 14 de julio, fiesta nacional francesa por ser el inicio de su revolución.

De Nietzsche a Matisse

Esa Niza turística y glamurosa es la que atrajo a Nietzsche en 1883 para aplacar la depresión en la que había caído. También la que enamoró al pintor Henri Matisse o al escritor estadounidense John Dos Passos. Otro nombre ilustre ligado a la ciudad es el del rumano Henri Negresco, que en 1912 construyó el más mítico palacio nizardo, hoy un hotel, situado en el mismo paseo de los Ingleses. Ese lujo y pomposidad quedaron magistralmente retratados en películas como Atrapa a un ladrón (Alfred Hitchcock, 1955) y siguen hoy presentes. No en vano, Niza suma cada año cuatro millones de visitantes y es, junto a destinos como Ibiza, Cerdeña u otros puntos de la Riviera francesa, como Mónaco o Cannes, el mayor emblema del turismo lujoso del Mediterráneo.

Pero esa Niza luminosa es hoy también un punto caliente de la radicalización islamista. Un ambiente hostil que no pasa desapercibido para uno de sus más ilustres hijos, el premio Nobel de literatura Jean-Marie Gustave Le Clézio, quien en marzo de este año declaró en una entrevista a la BBC en la que hablaba sobre los atentados de Bruselas: «Siento desesperación de ver que el peligro aumenta en el mundo». Sus palabras suenan si cabe más tristes ahora que la barbarie ha azotado a su ciudad.