Mónica G. Prieto: «ISIS ha creado una 'marca' a disposición de cualquier psicópata del mundo»

Juan Carlos Gea REDACCIÓN

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Javier Espinosa, Mónica G. Prieto y Javier Bauluz
Javier Espinosa, Mónica G. Prieto y Javier Bauluz

La periodista y el también reportero Javier Espinosa, secuestrado por los islamistas, presentaron en GIjón su libro «Siria, el país de las almas rotas»

17 jul 2016 . Actualizado a las 02:42 h.

 «Lo que ha ocurrido en Niza está relacionado con Siria». Como lo ocurrido en Bangladesh, en Orlando, en Bagdad, en París... El rastro de la cadena de atentados que en los últimos meses están sembrando terror en todo el mundo lleva en línea recta al convulso país de Oriente Próximo; y de Siria, a su vez, retrocede también directamente hasta la invasión de Irak por la Coalición Internacional. El diagnóstico y el mapa los traza Mónica G. Prieto. Junto a ella, asiente Javier Espinosa.

Los dos reporteros de guerra están en Gijón precisamente para presentar en los 20 Encuentros de Fotoperiodismo Siria, el país de las almas rotas, un libro que desentraña una parte clave de esa maraña de espesor creciente que no solo ha generado conflictos civiles en la misma Siria, en Libia o en Egipto y monstruos como el ISIS, sino algo quizá aún más tóxico, segun la periodista; no solo la captación del descontento en capas de la sociedad musulmana de Oriente Próximo, sino también la creación de una especie de franquicia o «marca» a disposición de «cualquier idiota del mundo que esté deseando justificar sus tendencias psicopáticas cometiendo su delito en nombre de ISIS». Un perverso mecanismo manejado con mano maestra por los propagandistas del autoproclamado Estado Islámico, que encuentran a menudo un involuntario pero eficaz aliado en los propios medios de comunicación occidentales.

Así lo defiende Mónica G. Prieto al explicar los motivos que les han llevado a recopilar las historias que conforman el libro. Su propósito era reivindicar el género periodístico del reportaje como un medio para remediar el «vacío de información y de contexto» en torno a la más reciente y devastadora crisis de Oriente Próximo; y hacerlo siendo «los ojos en Siria» para «cualquier persona seria» que quiera comprender qué es lo que está sucediendo en el país (y en los que le rodean).

Prieto y Espinosa se lamentan del «academicismo», el «oficialismo» que se limitan a ofrecer la versión de una guerra entre el ejército entre Bashad y los rebeldes contra su gobierno con el añadido de ISIS. Su visión aprovecha la experiencia sobre el terreno que han vivido desde el minuto cero en el devastado suelo sirio, y que incluso han pagado con un secuestro de seis meses por el ISIS, como le sucedió al reportero. Los erráticos intereses y alianzas occidentales, la influencia rusa, el conflicto sectario entre sunníes y chíies, los manejos de fondo de Arabia Saudí e Irán (para ellos, el gran beneficiado de todo este conflicto en la zona)... y una larga historia de colonialismo, de «dictadores apoyados por Occidente que ha destruido el tejido social de los países arabes» y que se ha conducido «siempre por intereses, no por principios», según Espinosa. 

Esta última actitud estuvo, según los periodistas, en la invasión de Irak que catalizó todo este proceso. «Los responsables son muchos», recuerda el periodista, que cita a Blair, Aznar, Bush, Berlusconi... Tanto él como su colega tienen claro que «no solo deberían pedir perdón sino responder y explicar por qué apoyaron una invasión ilegal» ante instancias internacionales.

Una secta apocalíptica

Con o sin responsabilidades personales, el hecho es que para ambos ese caldo de cultivo explica el calado que han conseguido entre determinadas capas de la población prédicas de «una secta apocalíptica» -como definen a ISIS- y su mensaje de «populismo radical dirigido a gente cabreada a la que le dan la oportunidad de vengarse del mundo», amplificado internacionalmente por las redes sociales y un hábil manejo de los medios y la publicidad.

Pero , Javier Espinosa pone el énfasis en un hecho: «ISIS es una macrominoría dentro del mundo musulman». «Setecientos tíos» en una religión que «solo en países como Indonesia concentra 205 millones de musulmanes» que no comparten los postulados del sedicente Estado Islámico. Algo que, según Mónica G. Prieto, parecen no entender los medios occidentales, empeñados según ella en «maximizar esa minoría ínfima» agitando el fantasma de ISIS a la primera ante sucesos que nada tienen que ver con sus acciones.

La consecuencia, para la periodista, es el peligro de una « tormenta de islamofobia», la conversión del radicalismo islamista en «coartada para psicópatas» o -añade Espinosa- la involución hacia posiciones ultraderechistas y la desprotección de los derechos humanos «a los que Europa está vinculada por acuerdos internaconales» en casos como los de los refugiados. Para eso, el remedio es, una vez más «profundidad y contexto» en los medios.

¿Y para el conflicto sirio? Los dos reporteros coinciden: negociación. Javier Espinosa recuerda lo que eso significa citando al expresidente sudafricano Frederik DeKlerk al hablar de sus conversaciones con Nelson Mandela: «No se negocia con los amigos, sino con los enemigos». Pero nadie parece estar en esa tesitura en una situación en la que todas las partes están «enrocadas», en opinión de la periodista. Mónica G. Prieto peinsa que ahora mismo «ningún actor tiene autoridad en la zona» para encabezar esas conversaciones. Y también tiene claro, como su compañero, que Bashar El Asad e Irán tienen todas las de ganar «por goleada» en este partido endemoniado. La otra alternativa es esperar, como otras veces, a que las partes «se agoten» mientras el ciclo se inicia en algún otro punto del complejo tablero de Oriente Próximo.