Merkel paga cara su política de acogida tras los recientes atentados

Patricia Baelo BERLÍN / E. LA VOZ

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AXEL SCHMIDT | Reuters

La popularidad de la canciller alemana cayó en doce puntos hasta situarse en el 47%

06 ago 2016 . Actualizado a las 09:13 h.

Una noticia interrumpía el viernes el descanso de Angela Merkel recién llegada a la localidad de Solda, en Tirol del Sur, donde veranea desde hace años en compañía de su marido. El último sondeo demoscópico publicado por la cadena de televisión ARD sitúa la popularidad de la canciller alemana en el 47 %, frente al 75 % que ostentaba en abril del 2015, a raíz de los cuatro ataques que sacudieron el sur del país hace apenas unas semanas, tres de ellos perpetrados por refugiados y dos reivindicados por el Estado Islámico. Ello supone doce puntos menos que el mes anterior, pero sobre todo, es su segundo peor resultado de la presente legislatura, después del 46 % que recibió en febrero de este año, tras las agresiones sexuales a mujeres cometidas la pasada Nochevieja en Colonia supuestamente por inmigrantes.

Merkel cae así al sexto lugar en la lista de los políticos mejor valorados del país, encabezada una vez más por el ministro de Asuntos Exteriores, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, posible candidato a suceder a Joachim Gauck en la presidencia.

Un varapalo que parece estar directamente relacionado con su política de acogida, que choca cada vez más con la voluntad de la población, después de que el país recibiera a 1,1 millones de demandantes de asilo solo en el 2015. Es más, la encuesta revela que dos de cada tres alemanes están poco o nada satisfechos con la forma en que la jefa del Ejecutivo ha lidiado con la crisis migratoria.

Orden desde Arabia Saudí

Entretanto, el semanario Der Spiegel publicaba el viernes que los autores de los atentados de Wurzburgo y Ansbach recibieron ayuda de parte de miembros del Estado Islámico en Arabia Saudí, con los que se pusieron en contacto por teléfono antes de los ataques, según han averiguado las autoridades alemanas, que no han confirmado esta información. El rotativo asegura que el refugiado afgano de 17 años que el 18 de julio atacó con un hacha y un cuchillo a los pasajeros de un tren regional cerca de Wurzburgo, hiriendo a cinco personas antes de ser abatido por la policía, había recibido una propuesta de la milicia terrorista para que atropellara a una multitud con su coche, siguiendo los pasos del yihadista de Niza. Pero el joven, que había llegado a Alemania hacía dos años, rechazó la oferta porque carecía de carnet de conducir.

Por su parte, la fiscalía sospecha que el sirio de 27 años que pocos días después detonó un explosivo en un festival de música de Ansbach, acabando con su vida e hiriendo a 15 personas, no tenía previsto suicidarse, sino que fue un accidente. Su intención era entrar al festival, depositar allí la mochila cargada con material explosivo, y activarla desde la distancia. Solo que al no tener entrada no pudo acceder al recinto y la bomba finalmente explotó antes de tiempo. Al parecer, Estado Islámico le pidió que filmara la masacre.

Berlín se aferra al pacto con Turquía, pese a las críticas

Con todo, la canciller Angela Merkel sigue apostando por el acuerdo migratorio entre Turquía y la Unión Europea para frenar el flujo de refugiados que llegan al continente, tal como dejó claro al repetir su mantra «Lo lograremos» en la comparecencia estival de la semana pasada. «No hay razón alguna para un plan B», afirmó en declaraciones al diario Berliner Zeitung el jefe de la cancillería, Peter Altmaier. «No tenemos indicios que apunten a que las personas que son acogidas por Turquía o que son mandadas de vuelta allí sean tratadas mal», dijo desoyendo interesadamente las críticas de las oenegés internacionales.

Palabras que contrastan con el pedido de auxilio emitido esta semana por las autoridades griegas, e incluso con la recomendación de la responsable de derechos humanos del Gobierno alemán, Bärbel Kofler, que planteó hace tres días revisar el pacto, por la ausencia de una base jurídico-estatal en Turquía.

También el Ejecutivo de la vecina Austria expresó sus dudas, lo que ha desatado un cruce de acusaciones entre ambos países. «Hoy, Austria es la capital del racismo radical», denunció en una entrevista retransmitida por la televisión TGRT el ministro turco de Exteriores, Mevlüt Cavusoglu, despúes de que el canciller austríaco, Christian Kern, pidiera la suspensión de las negociaciones para que Turquía entre en la Unión Europea.

No satisfecho, Cavusoglu acusó además a los medios de comunicación alemanes de hacer campaña contra el presidente Recep Tayyip Erdogan. «En la mayoría de países europeos los medios no son libres. Sobre todo en Alemania no lo son en absoluto», subrayó el ministro. Sin duda la polarización que sufre el país, agravada tras el intento de golpe de Estado del 15 de julio, se palpa a diario en la locomotora europea, lugar de residencia de tres millones de turcos.

Solicitudes de asilo

Hasta el punto de que Alemania recibió en la primera mitad de este año 1.719 solicitudes de asilo de turcos, casi el mismo número que en todo 2015, según datos de la Oficina Federal de Migración y Refugiados publicados el viernes por el diario Tagesspiege». De ellas, 1.510 son de kurdos que escapan a la represión del régimen. La misma que probablemente obligará a periodistas, académicos, activistas y opositores a abandonar pronto Turquía, advirtió la oenegé Pro Asyl.