Trump echa más gasolina a la campaña contra Clinton

ADRIANA REY NUEVA YORK / E. LA VOZ

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Trump, en Carolina del Norte
Trump, en Carolina del Norte ERIC THAYER | REUTERS

El candidato republicano provoca una tormenta política al insinuar el uso de armas para frenar a la demócrata

11 ago 2016 . Actualizado a las 01:12 h.

Donald Trump sigue cruzando las líneas rojas que un día dibujó el Partido Republicano. Desafiante, el candidato ha fulminado cualquier esperanza de volver al redil de la disciplina partidaria, a pesar de que la semana pasada así se lo pidieron desde la cúspide del partido. «Imposible meter en cintura al multimillonario», dicen diversos analistas.

El magnate no solo no ha moderado su mensaje, sino que ha vuelto a retomar la dureza más extrema, aunque jugando, como él sabe. Trump insinúa, confunde y se ampara después en el desconcierto mediático. Juega al despiste. Pero ahora lo ha hecho en un terreno peligroso.

Desde un mitin en Wilmington, Carolina del Norte, el neoyorquino explicó a los presentes que si su rival ganaba las presidenciales podría escoger los jueces del Supremo y «no habrá nada que hacer»: «Aunque la gente [defensora] de la Segunda Enmienda puede que sí [pueda hacer algo], no lo sé», , dijo el ante el asombro de los presentes. Los medios de comunicación no tardaron en interpretar la reflexión de Trump como una incitación velada a la violencia y lo que es peor, al asesinato de un aspirante a la Casa Blanca.

Incitación a la violencia

«Quien quiere ser presidente, nunca debería de incitar a la violencia», sentenciaba Hillary Clinton. «Es una amenaza de asesinato», alertaba el representante demócrata, Chris Murphy. «Propina amenazas de muerte porque es un cobarde patético y no puede soportar el hecho de que vaya a perder contra una mujer», decía sin tapujos la senadora Elisabeth Warren. El revuelo fue tal, que hasta el Servicio Secreto aseguró que había «tomado nota» de los comentarios del republicano.

El contraataque fue el esperado: «Los medios están desesperados por distraer la atención. Me refería a que los partidarios de la Segunda Enmienda deben organizarse para votar y salvaguardar nuestra Constitución», matizó Trump en Twitter. «No puede haber otra interpretación», insistía más tarde en Fox News. Sus palabras se convirtieron en el mensaje que utilizaron después sus más fieles defensores: «Comprarán cualquier frase o cualquier distorsión que planteen los Clinton», decía el exalcalde de Nueva York Rudolph Giuliani. Otros se mostraron en alerta, como el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, que mientras celebraba su victoria en las primarias de Wisconsin, volvía a evidenciar que su partido está patas arriba: «Espero que aclaren esto muy rápido. Uno nunca puede bromear con esto».

El error de Trump fue doble. En primer lugar porque incitó a la violencia en un país donde más del 50 % de los hogares tienen armas y en segundo lugar, porque juega a la confusión en una nación que ha visto cómo cuatro presidentes han sido asesinados. El último, John F. Kennedy, en 1963.

Trump sigue complicando las posibilidades de un partido que abochornado, ve cómo una quinta parte de los republicanos registrados no quiere al magnate como candidato. En paralelo, las deserciones han continuado con Carlos Gutiérrez, exsecretario de Comercio con George W. Bush, anunciado su apoyo a Hillary Clinton. Ante el creciente número de republicanos que deciden apoyarla, la demócrata creó ayer una plataforma para «amplificar sus voces».