El general Haftar dinamita el proceso de reconciliación libio

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

El control del petróleo libio

Una fuerza a su mando arrebata los puertos petroleros al Gobierno de unidad

15 sep 2016 . Actualizado a las 07:25 h.

Los miles de millones procedentes del petróleo siempre han sido una de las claves de un futuro en paz en Libia. Quién controle la Media Luna petrolera -como se conoce la bahía que alberga puertos vitales para la exportación- controlará el país. El general Jalifa Haftar, el controvertido militar cuyo sueño es convertirse en el Al Sisi de Libia, ha dinamitado los tímidos avances en el proceso de reconciliación nacional auspiciado por la ONU con su ofensiva sobre ese enclave. En apenas tres días, sus tropas han arrebatado al Gobierno de unidad el control de los cuatro puertos, aprovechando que las fuerzas del oeste están concentradas en la lucha contra el Estado Islámico en Sirte.

Haftar y sus afines, asentados en el este de Libia y con un Ejecutivo con sede en Tobruk, no reconocen el Gobierno de unidad establecido en Trípoli, impidiendo que este pueda extender su autoridad a esa parte del país. El jefe del Gabinete de transición, Mohamad Fayez al Serraj, intentaba ayer mitigar el golpe, advirtiendo que la actual situación puede desencadenar un nuevo conflicto armado entre el este y el oeste y llamando a Tobruk a dialogar.

El general Haftar ha pasado de ser un aliado de Occidente a ser un obstáculo para la pacificación del país. Formado en academias militares de Bengasi y la URSS fue uno de los hombres de confianza de Gadafi, antes de ser defenestrado y optar por el exilio en EE.UU., donde muchos aseguran fue confidente de la CIA. Al estallar la revuelta popular en el 2011 regresó al país para liderar a las brigadas de exoficiales gadafistas que se habían unido a los rebeldes. Tras la caída del dictador, fue una de tantos mandos en resistirse a entregar las armas y el control de su feudo. Desde Bengasi se ha centrado en combatir a los rebeldes islamistas, con el estrecho apoyo político y financiero de Egipto.

La transición libia es una de las prioridades de Europa, en su empeño de frenar tanto el paso de inmigrantes hacia Italia como la expansión del Estado Islámico, que han surgido gracias al caos reinante en la era postGadafi. Una apoyo refrendado con el despliegue de fuerzas sobre el terreno -para teóricamente asesorar a las fuerzas que combaten al EI-, después de aparcar los planes de una intervención directa. Un informe del Parlamento británico hecho público ayer acusa a David Cameron y Nicolas Sarkozy, que lideraron la intervención militar del 2011 contra Gadafi, de seguir una «política oportunista de cambio de régimen», que no contaba con una estrategia posconflicto lo que llevó a un «colapso político y económico», una crisis migratoria, así como la expansión del EI en el norte de África».