«Los heridos están muriendo en Alepo ante nuestra impotente mirada»

Karam AL MASRI ALEPO / AFP

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KARAM AL-MASRI | Afp

Los médicos no dan abasto para atender a las víctimas de los bombardeos en los pocos hospitales que siguen en pie

25 sep 2016 . Actualizado a las 09:55 h.

Cuerpos destrozados, charcos de sangre y hospitales desbordados. En la ciudad siria de Alepo, los barrios rebeldes viven escenas apocalípticas, bombardeados sin cesar por los aviones de las fuerzas gubernamentales sirias y sus aliados rusos. Los barrios rebeldes de Alepo viven escenas apocalípticas. En uno de los últimos hospitales que quedan en servicio en la zona controlada por la oposición, los heridos se alinean sobre el suelo, a falta de camas. Dos hombres que rondaban la treintena murieron ante los ojos de este corresponsal.

«Los heridos están muriendo ante nuestra impotente mirada», afirmó Ahmad, un médico que pidió el anonimato para él y para su centro, por miedo a ser bombardeado. En torno a él, hombres y niños gimen de dolor, sobre el suelo manchado de sangre. «No podemos hacer nada por ellos, sobre todo por aquellos heridos en la cabeza. Nos faltan bolsas de sangre y material de transfusión, necesitamos donantes», explicó.

Solo quedan tres o cuatro hospitales en el este de Alepo, el área de la ciudad controlada por los rebeldes, sometida a una incesante lluvia de bombas y obuses desde el fin de la tregua. Muy poco como para atender a las decenas de heridos, víctimas de la ofensiva del régimen sirio para recuperar los barrios que se le resisten.

Alepo, antigua capital económica, se ha convertido en el principal botín de la guerra en Siria, y por ello es una de las localidades más castigadas. Unas 173 personas han muerto, entre ellas 26 niños, desde el fin del alto el fuego el pasado lunes. Solo ayer los bombardeos sesgaron la vida de al menos 45 civiles. «Solo esta mañana [por ayer] hemos recibido 60 heridos», explica Ahmad. «Llevamos a cabo un gran número de amputaciones para que puedan sobrevivir, porque no podemos tratarlos» de otro modo, agrega el doctor Ahmed.

En una de las camas, un niño herido contempla en silencio sus manos ensangrentadas y llenas de polvo, una imagen parecida a la del pequeño Omran, aturdido en una ambulancia tras haber resultado herido en un bombardeo en Alepo, que dio la vuelta al mundo. Hace una mueca cuando un enfermero le limpia la cara.

El chico acaba de perder a su hermano, un bebé de apenas unos meses. Su hogar, en el barrio de Bab al Nayrab, ha quedado destruida. «Estábamos en casa cuando un misil cayó en nuestra calle», explicó Nizar, el padre.

«La mitad del edificio se derrumbó y nuestro pequeño se dio un golpe en la cabeza. Murió en el momento», continuó, luchando por no romper a llorar frente al pequeño cuerpo cubierto del niño. No quiso que su esposa viera el cadáver por la amplitud de las heridas de la cabeza.

Otro barrio, otra tragedia

En Bustane al Qasr, mujeres, hombres y niños hacían fila para comprar labneh (alimento a base de yogur), cuando las bombas cayeron del cielo, matando al menos a siete. En la calle, quedó un gran charco de sangre, cuerpos con miembros arrancados y heridos errantes. Los escasos transeúntes contemplaban incrédulos los restos de edificios, los balcones hundidos y las ventanas destrozadas, mientras echaban una ojeada inquieta al cielo.

En el barrio de Al Kalase, Mohamad escarba con sus manos entre los escombros para intentar encontrar a su tío. «La defensa civil vino para socorrerlo pero hubo otro ataque y seis voluntarios fueron heridos. Se fueron», explica.

El régimen y la oposición siria recurren al agua como arma de guerra

Los casi dos millones de habitantes de la ciudad de Alepo, tanto de la parte este como de la oeste, carecían ayer de agua debido a los ataques aéreos del régimen y a los cortes «deliberados» de la oposición en represalia

Los intensos bombardeos perpetrados la noche del jueves dañaron la estación de bombeo de agua de Bab al Nayrab y los sucesivos ataques impiden la llegada de los equipos de reparación, explicó la representante en Siria de Unicef, Hanaa Singer, en un comunicado. Esta estación suministra agua a unas 250.000 personas en los barrios del este de Alepo, en manos de la oposición y blanco de los ataques de la aviación siria y rusa. «Como represalia, la estación de bombeo Suleiman al Halabi, que también se encuentra en el este, fue apagada, lo que implica el corte de agua para 1,5 millones de personas en la parte oeste de la ciudad», bajo control de las autoridades de Damasco, agregó Singer.

La delegada de la agencia de la ONU subrayó que «privar a los niños de agua los pone en riesgo de brotes catastróficos de enfermedades transmitidas por el agua y se suma al sufrimiento, el miedo y el horror que los niños viven en Alepo todos los días».

Una vieja estrategia

La estrategia del Ejercito no es nueva y ya la han empleado Damasco antes con éxito en otros lugares como en Homs o la periferia de Damasco. El castigo aéreo masivo persigue que los grupos armados acepten salir de los barrios, las tropas no entran porque sería una batalla casa por casa que podría causar muchas bajas, así que bombardea hasta asfixiar al enemigo aunque esto suponga un enorme daño en bajas civiles y una destrucción total.

La diferencia es que ahora se trata de Alepo, la segunda ciudad del país y todo un símbolo para la oposición.