La UE no negociará con Londres mientras no active el artículo 50

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

ACTUALIDAD

Un asistente al congreso del Partido Conserador lee un folleto sobre el «brexit».
Un asistente al congreso del Partido Conserador lee un folleto sobre el «brexit». OLI SCARFF | AFP

Los socios europeos cierran filas frente al anuncio de Theresa May anticipando que piensa plantear un «brexit» duro

04 oct 2016 . Actualizado a las 07:38 h.

«Si no hay notificación oficial, no hay negociación», zanjó ayer el portavoz de la Comisión Europea, Margaritis Schinas. Bruselas sigue esperando de brazos cruzados a que Londres active el artículo 50 del Tratado de Lisboa. Han pasado más de 100 días desde que los británicos decidieron divorciarse de la UE, pero su Gobierno sigue sin apretar el botón de salida. 

La primera ministra, Theresa May, trata de calmar a los 27, inquietos por las tardanzas y la incertidumbre. Asegura que su país estará preparado para arrancar las negociaciones antes de que finalice el mes de marzo. A partir de entonces Reino Unido solo dispondrá de dos años para sellar la ruptura de la forma más amigable y limpia posible. Dos años repletos de «turbulencias», admitió el ministro británico de Economía, Philip Hammond. Bruselas espera impaciente y se cierra en banda. No quiere dar un paso en falso ni hacer más concesiones de las necesarias. El divorcio no puede ser visto como un éxito si quieren evitar nuevas deserciones en el club.

«Trabajaremos de forma constructiva y de buena fe sobre las bases de una notificación, no de un discurso», advirtió Schinas. La Comisión Europea no quiere divisiones de los 27 en las negociaciones y trata de mantener las líneas firmes. Sin embargo, reconoce que existe un «trabajo preparatorio» de cara al inicio de las negociaciones. Eso explica la llamada telefónica que mantuvieron su presidente, Jean Claude Juncker, y May el domingo. «Se reunirán en los márgenes de la cumbre europea de octubre», confirma la Comisión sin aclarar sobre qué versará la discusión y sin explicar a qué se refieren con «trabajos preparatorios». Por el momento el ex comisario de Comercio, Michel Barnier, lleva la batuta en las tareas organizativas y lidiará con el resto de instituciones europeas para unificar posturas. 

La gran incógnita a resolver en la nueva etapa política en la que se adentran la UE y Reino Unido es el encaje británico dentro del mercado único de la Unión. Londres no quiere renunciar a la libre circulación de capitales, servicios y mercancías, pero se niega a seguir respetando la libre circulación de personas. Este enroque, que ha llevado a los medios británicos y a los mercados a ver una apuesta por un brexit duro, anuncia negociaciones espinosas. El primer ministro maltés, Joseph Muscat, anticipa conversaciones broncas como las que tuvieron lugar durante la última crisis griega en el 2015. El ambiente tóxico no beneficia a la UE. Londres tiene voz y voto en la mesa del Consejo Europeo, al menos hasta que su salida se materialice. A  nadie le interesa que torpedee nuevos acuerdos. 

Los expertos auguran que el pragmatismo y el interés económico se impondrán sobre las visiones más políticas al término de las negociaciones, pero tanto Bruselas como Londres asumen que no podrán evitar los daños. El ministro de Exteriores irlandés, Charlie Flanagan, por ejemplo, admitió ayer que su Gobierno sopesa introducir para el 2019 barreras físicas en la frontera terrestre con Irlanda del Norte, bajo soberanía británica. «La reimposición de una frontera fortificada, de una frontera dura, supone un gran desafío. Esta es una cuestión de gran preocupación para toda la isla», indicó. Vallas y fortificaciones al oeste y el Canal de la Mancha al Este mantendrán aislado a un Reino Unido que ha apostado por navegar en solitario