Rato apunta a Hacienda por las «sucesivas inspecciones» que hizo a las cuentas de las «black»

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

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Se aferra en el juicio a que las tarjetas «eran perfectamente legales»

05 oct 2016 . Actualizado a las 07:24 h.

«No tuve ningún motivo para dudar de que eran unas retribuciones plenamente legales». Ese fue el argumento central sobre el que ayer pivotó la declaración del exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato, en la Audiencia Nacional, que le juzga (junto a otros 64 ex altos cargos y consejeros de Caja Madrid y Bankia) por un presunto delito continuado de apropiación indebida, al cargar a la entidad financiera gastos ilícitos a través de t arjetas supuestamente opacas al fisco. Las llamadas black.

Rato, para el que la Fiscalía pide cuatro años y medio de prisión, insistió durante la poco más de hora y media de su declaración en que las tarjetas no solo eran legales, sino que Hacienda las conocía, «ya que la cuenta en la que iban los gastos había sido objeto de sucesivas inspecciones fiscales». Estas fueron sus líneas argumentales.

Transparencia

«Bankia ha seguido declarando esos gastos como deducibles hasta el 2015». El expresidente cargó contra la actuación de Bankia en el caso de los polémicos plásticos, argumentando que durante la instrucción supo que «incluso después de que la entidad [el nuevo equipo gestor] denunciase los gastos ante el FROB como irregulares, siguió declarando los cargos de las tarjetas como gastos deducibles». «Y para que un gasto pueda ser deducible tiene que ser legal, que es lo que yo sostengo que son esas tarjetas», remachó Rato, apostillando que era «una lástima» no contar en el juicio con la Agencia Tributaria, «para que nos explique cuál era su criterio». 

El origen

«Un incentivo perfectamente legal». A preguntas del fiscal Anticorrupción, Rato explicó que el origen de las tarjetas visa ahora cuestionadas estaba en «el siglo pasado», siendo el gallego Jaime Terceiro presidente de Caja Madrid. Recordó que dichos «incentivos» eran una «tradición» en la entidad madrileña, que nadie le había alertado nunca de su supuesta irregularidad, y que él había heredado la fórmula de su antecesor en el cargo, Miguel Blesa. Él la recibió del entonces director general, Ildefonso Sánchez Barcoj (que también declaró ayer), al día siguiente de acceder a la presidencia. «No tuve ningún motivo para dudar de que eran unas retribuciones plenamente legales» y «homologables» al resto del sector.

El uso

«En Bankia eran un instrumento de cobro, de liquidez sobre nuestro salario». La estrategia de Rato se centró en marcar distancias entre las tarjetas de las que disponían los ex altos cargos y consejeros en Caja Madrid -se consideraban parte de las retribuciones- y las que él mismo ordenó repartir en Bankia en el 2012. A la pregunta del fiscal de si consideraba que entregar tarjetas para gastos propios era una buena práctica bancaria y si alguna vez se había planteado modificarla, el acusado eludió valorarlo: «No me parece ni bien ni mal. Se usaban».

Pero matizó que las que él mandó emitir en el 2012 -mesres antes de su marcha- se usaban «exclusivamente sobre nuestro salario ya devengado, eran un instrumento de liquidez». Su afirmación hizo que el fiscal le repreguntara: «¿En la época de Caja Madrid era un complemento retributivo pero en Bankia no?». Y Rato sostuvo que no, que en Caja Madrid la tarjeta era parte de su retribución como miembro del comité de dirección, un concepto más añadido; pero en Bankia iban contra su sueldo, como cualquier tarjeta convencional.

Burlar el tope salarial

«Nadie tenía intención de romper ningún tipo de limitación legal». «¿Por qué en febrero del 2012 dispone que se emitan, ‘‘con la mayor urgencia posible’’, las tarjetas? ¿Es para eludir el decreto que limitaba sus retribuciones?», preguntó el fiscal. El expresidente de Bankia lo negó, sosteniendo que no creía que hubiera sido su intención transmitir tal idea de urgencia. También rechazó haber modificado el límite e imponer una cantidad de 12.000 euros mensuales, que calificó de «desproporcionado». «Nadie estaba tratando de incumplir la ley. Insisto en que era un instrumento de liquidez sobre el salario. Además de que no sería posible hacerlo, porque era conocido por todos los departamentos y alguno habría alertado», dijo, apostillando que los altos cargos, incluyendo el entonces consejero delegado, Francisco Verdú, la habían aceptado. El fiscal le recordó que Verdú no usó jamás la visa y en instrucción declaró que la había rechazado porque no la consideraba ajustada a la buena praxis bancaria. Pero Rato se enrocó: aunque no la usara, «la aceptó» y no advirtió de que fueran a «incumplir la ley».

La cancelación

«No se borran las huellas de las tarjetas». El fiscal también inquirió si la anulación apresurada de las visas de Bankia, el 9 de mayo del 2012, no buscaba «evitar» que el nuevo equipo gestor conociera su existencia. El expresidente lo negó, aduciendo que se cancelaron cuando él cesó. «Una de las peculiaridades de las tarjetas es que no se borra su huella. Existieron y había extractos», dijo. Y como el resto de imputados que declararon en la jornada, no dio por buenos los gastos que se le atribuían y que aparecen en una tabla.

Barcoj: «No me han asignado lencería, aunque me parece muy bien»

«Afortunadamente a mí no me han asignado lencería o clubes, por cierto, que me parece muy bien. Pero es el colmo». Así manifestó su enorme malestar con el informe realizado por Bankia -concretamente un hoja de Excel en la que figuraba pormenorizado el desglose de los gastos cargados a las tarjetas black- Ildefonso Sánchez Barcoj, el que fuera director general financiero y de auditoría en Caja Madrid y Bankia. Se refería así a los cargos presuntamente efectuados por el exconsejero Juan Iranzo, que anotó una compra de 246 euros en ropa interior femenina.

En su intervención ante el tribunal -más de tres horas, la más larga del día, ya que fue el único que accedió a responder a las preguntas de todas las partes, incluyendo las acusaciones-, el número dos de Miguel Blesa coincidió con Rato en tratar de desmontar la validez del desglose de los gastos aportado por Bankia, de la que dijo debería haber sido «respetuosa» con el tratamiento de dichos datos personales, pese a no considerarlos veraces. «No he entrado en casinos, soy un tío raro», dijo, quejándose de que tuvo que explicarles a sus amigos que el cargo que figuraba en un casino no era tal; correspondía a un restaurante.

Lo que sí hizo Barcoj -a quien todos señalan como la persona encargada de entregar las tarjetas a sus beneficiarios-, fue despejar cualquier responsabilidad sobre las mismas y cargársela a quienes presidieron la entidad: Blesa y Rato.

La cuarta jornada de declaraciones la completaron los exconsejeros José Antonio Moral Santín (ex miembro de IU) y Francisco Baquero (representante de Comisiones Obreras en el consejo). El primero subrayó que la entidad no requería justificación alguna del uso de las tarjetas, insistiendo en que eran «un medio de pago» y era un «error» referirse a ellas como «retribución». Baquero, por su parte, negó validez al desglose de los gastos, asegurando que había cargos que era «imposible» que hubiera realizado.

Quienes se vieron ayer desbordados por el «perfil» de sus clientes -aprovecharon el receso de mediodía para reponer fuerzas- fueron los bares de la zona en la que se ubica la Audiencia Nacional, un polígono industrial en el límite entre Torrejón de Ardoz y San Fernando de Henares. Les sirvieron menús de 9 euros.

Hizo, sobre todo, retiradas de efectivo que fueron subiendo progresivamente.