Theresa May desata la ofensiva contra los extranjeros en el mercado laboral

Rita álvarez tudela LONDRES / E. LA VOZ

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PAUL ELLIS | AFP

Restringirá la contratación de migrantes y anuncia barreras de entrada a los Erasmus

06 oct 2016 . Actualizado a las 11:14 h.

Londres no habrá activado el artículo 50, condición previa para iniciar las negociaciones de salida de la UE, pero el Gobierno de Theresa May ya ha empezado a «crear» hechos consumados para intentar favorecer su posición. Esto es, exige acceso al Mercado Común, sobre cuyas características ideales sigue pontificando, pero erige restricciones a la contratación de extranjeros y dificulta los visados de estudiantes europeos, una estrategia totalmente diferente a la que sostienen en Bruselas, que vincula el acceso al mercado europeo con la libre circulación de personas.

Aprovechando el cierre del congreso conservador en Birmingham, la ministra del Interior, Amber Rudd, comunicó a las empresas británicas un endurecimiento en las condiciones a la hora de contratar trabajadores foráneos, pidiéndoles que opten por dar empleo a los británicos siempre que sea posible y que solo opten por extranjeros para cubrir los vacíos que quedan en el sistema. Para ello, Londres obligará a las empresas a publicar el número de sus empleados extranjeros, sin ni siquiera esperar a estar fuera del bloque común. El objetivo no es otro que reducir la cifra de 327.000 inmigrantes netos que residen en el Reino Unido y que Cameron se comprometió a reducir sin éxito a 100.000.

Otro anuncio destinado a crear polémica es el alejamiento del programa de movilidad estudiantil conocido como Erasmus: Londres optará por endurecer la política de visados para estudiantes. Según datos de 2013, una media de 27.000 estudiantes europeos vienen al Reino Unido cada año por unos 15.600 británicos que van a otros países del bloque común.

Los anuncios parecen decantar el debate que existe dentro de las filas conservadoras sobre si se debería poner en marcha un brexit suave o duro. El primero pasaría por permitir el movimiento de personas a cambio de acceder al Mercado Común, mientras que el segundo aboga por una clara retirada del bloque común y controlar sin miedo a represalias la llegada de inmigrantes europeos. Las decisiones de Rudd indican que la balanza se inclina del lado más euroescéptico. Plenamente consciente de las consecuencias del camino que emprende, Theresa May pronosticó que las negociaciones serán duras.

La estrella amarilla

De momento, ha abierto la caja de los truenos en el Reino Unido. La presentación de los planes desató un aluvión de críticas desde el sector empresarial y universitario, ante las cuales Rudd se defendió pidiendo no ser considerada racista por luchar contra la inmigración. El líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, acusó a los conservadores «de haber caído todavía más bajo al atizar las llamas de la xenofobia y el odio en nuestras comunidades, y acusar a los extranjeros de nuestros errores». El alcalde de Londres, Sadiq Khan, escribió en Twitter que el congreso «transmite un mensaje profundamente inquietante a millones de personas que están viviendo y haciendo su aportación a nuestro país».

Más dura se mostró la bailarina española, Tamara Rojo, directora artística del Ballet Nacional Inglés. «Tras 20 años contribuyendo a este gran país y ser distinguida con una la Orden del Imperio Británico, ¿cuánto tiempo pasará hasta que me hagan coser una estrella en la ropa?», se preguntó recordando la estrella amarilla que los nazis hacían portar a los judíos.

Farage vuelve a hacerse cargo del UKIP tras dimitir su sucesora

Hablar del partido euroescéptico británico UKIP implica hacerlo de Nigel Farage, y si no, que se lo digan a la que fue su sucesora durante los últimos 18 días, Diane James, quien decidió dimitir ante su falta de autoridad en la formación. Por el momento, Farage vuelve al rescate como líder provisional, pero asegura que no se quedará de nuevo en el puesto. «Trato de escapar, pero antes de estar libre me vuelven a necesitar», bromeó ayer, alardeando de que no repetiría «ni por diez millones de dólares».

La fuerza política británica más representada en el Parlamento europeo, con 22 escaños, y principal abanderado del brexit, el UKIP se enfrenta tras la dimisión de James a una profunda crisis y a un nuevo proceso electoral en el que no hay favoritos claros. James citó como razones de su decisión, en el anuncio que hizo público en las redes sociales, motivos profesionales y personales, pero también reconoció falta de colaboración de sus compañeros y antiguos rivales por la nominación para poder hacer los cambios que deseaba. Algunas fuentes apuntan, sin embargo, a los insultos que recibió en la calle recientemente por el ideario xenófobo del programa del UKIP.