Duterte rompe con EE.UU. en China

sara r. estella PEKÍN / E. LA VOZ

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NG HAN GUANPOOL | EFE

La nueva alianza de Manila con Pekín modifica la geopolítica de la región

21 oct 2016 . Actualizado a las 07:45 h.

Entre honores militares y sobre una gran alfombra roja en pleno corazón político de Pekín, el presidente chino, Xi Jinping, y su homólogo filipino, Rodrigo Duterte, se estrecharon ayer las manos en una imagen de gran simbolismo geoestratégico. En su primera visita oficial a China, Duterte ha querido escenificar el nuevo tiempo en las relaciones entre ambos países al anunciar la ruptura económica de Filipinas con su hasta ahora aliado EE.UU..

«En este evento anuncio mi separación de Estados Unidos, económica pero también militarmente», afirmó el presidente filipino durante una reunión empresarial presidida por el viceprimer ministro Zhang Gaoli. «Me he separado de ellos, así que dependeré de ustedes durante un largo período de tiempo. No se preocupen, ustedes nos ayudarán y nosotros les ayudaremos», añadió mientras el público aplaudía atónito.

De esta forma Duterte ponía fin a una alianza histórica con EE.UU., blanco de sus amenazas desde que llegó al poder hace ahora tres meses. Un alejamiento que comenzó después de que Washington cuestionara su sangrienta cruzada contra las drogas, que se ha saldado con más de 3.500 narcotraficantes y toxicómanos abatidos en ejecuciones extrajudiciales. Duterte llegó a insultar a Obama e incluso suspendió las patrullas conjuntas de ambos países en el mar del sur de China.

«China no critica y es la única que nos puede ayudar», declaró el mandatario filipino a la agencia de noticias Xinhua horas antes de aterrizar en Pekín. De esta manera Filipinas busca en China inversiones y el fomento del comercio bilateral, para lo que el presidente de la ex colonia española viajó acompañado de 400 empresarios, entre ellos las principales fortunas de su país.

Duterte y Xi firmaron 13 acuerdos en ámbitos diversos como el terrorismo, el comercio, el turismo y la lucha contra las drogas. Pekín levantará sus advertencias a los turistas chinos para que aumente el número de los que viajan a Filipinas, aumentará la importación de frutas tropicales e invertirá en infraestructuras.

Al margen queda la disputa que ambos países mantienen por la soberanía de las islas Spratly en el mar del sur de China, ricas en recursos naturales y por donde pasa buena parte del comercio mundial. Precisamente, esas disputas crisparon las relaciones entre los líderes chinos y el entonces presidente filipino, Benigno Aquino, y llevaron a una corte de arbitraje de La Haya a pronunciarse a favor de Manila el pasado julio. Ya entonces la respuesta conciliadora de Duterte inició el deshielo.

Este giro de la política exterior filipina beneficia enormemente a China, que había encontrado en Manila su mayor escollo de entre los aliados de EE.UU.