El robot europeo se perdió en Marte por un posible fallo en los cohetes de frenado

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

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La ESA aún mantiene la esperanza de que el módulo no se haya estrellado

21 oct 2016 . Actualizado a las 07:57 h.

La Agencia Espacial Europea (ESA) todavía no lo confirma porque aún mantiene una mínima esperanza. Y es probable que tarde todavía varias días en hacerlo, pero lo más seguro es que el robot Schiaparelli se haya estrellado contra la superficie marciana. Lo que debería haber sido un aterrizaje suave, lo que permitiría a Europa entrar en la historial espacial, se ha convertido en un batacazo mortal. Los seis minutos de terror -llamados así porque es el tiempo de la maniobra crítica que transcurre desde la entrada en la atmósfera hasta el amartizaje- acabaron convirtiéndose en 50 segundos de caos y tragedia. Justo hasta que llegaron esos 50 fatídicos últimos segundos, todo había salido según lo previsto. A los tres minutos de iniciado el descenso se desplegó el paracaídas y la velocidad del módulo se frenó de 21.000 kilómetros/hora a 1.650, a una altura de 11 kilómetros. Un minutos después, a 7 kilómetros del suelo marciano, se separó el escudo térmico de protección y la velocidad bajó a 320 kilómetros/hora. 

A los cinco minutos, a 1,3 kilómetros de la superficie, se redujo aún más, a 240 kilómetros por hora. En ese momento también tenía que haberse desprendido el paracaídas y el escudo térmico trasero del módulo, una maniobra habitual para que pierda masa y se facilite el trabajo posterior de los motores de frenado. Pero ahí comenzó el primer fallo, quizás no el decisivo: ambas piezas se soltaron 30 segundos antes de tiempo. De lo que ocurrió instantes después poco se sabe, salvo una primera aproximación realizada tras el análisis inicial de los datos transmitidos por el robot al radiotelescopio GMRT, un conjunto experimental de telescopios situado en Pune, India, y al orbitador Mars Express de la ESA. Esta información se contrastó con la telemetría aportada por la sonda TGO, que hasta el jueves había acompañado a Schiaparelli en su viaje a Marte y que ahora lo orbita en una misión crucial para estudiar sus gases. ¿Qué pudo haber pasado entonces? Todo apunta a que los retrocohetes, que debían haber aminorado la velocidad de descenso a 10 kilómetros/hora, lo que equivale a la de una persona haciendo deporte, solo se mantuvieron encendidos durante breves segundos, 15 a lo sumo, cuando tendrían que haberlo hecho durante 42 segundos. También se baraja la posibilidad de que no se hubieran encendido todos al mismo tiempo, lo que pudo haber desequilibrado el ingenio especial. 

«Un artefacto de pruebas»

«Los datos que recibimos nos permitirán entender a la perfección la secuencia de los hechos y por qué no se produjo un aterrizaje suave de Schiaparelli», señala David Parker, director de Vuelos Tripulados y Exploración Robótica de la ESA. «Desde el punto de vista de la ingeniería, es lo que esperamos de un artefacto de pruebas y, gracias a él, ahora disponemos de datos extremadamente valiosos con los que trabajar. Formaremos una comisión de investigación para estudiar a fondo lo sucedido, pero por el momento no podemos especular más allá», añade.

«El escudo funcionó muy bien, pero te queda un sabor agridulce»

«El escudo térmico de protección del robot durante el descenso ha cumplido con su objetivo y funcionó muy bien, pero te queda un sabor agridulce por un éxito parcial», destacó ayer desde Londres el ingeniero gallego Carlos Samartín, responsable del diseño y fabricación en Airbus España de este soporte, una de las piezas claves de la misión. «Estás -añade- en un proyecto internacional en el que todas las partes tienen que funcionar, es como una cadena que tiene que estar bien engrasada, por la que ninguna puede fallar».

Samartín, en cualquier caso, se queda con la lectura positiva, porque «un fallo siempre hay que tomarlo como una opción de mejora». «Se consiguieron -dice- un montón de los objetivos que nos habíamos propuesto, probamos con éxito tecnologías propias para la entrada y descenso en Marte, aunque nos faltó completar la traca final». No obstante, matiza que todavía no hay que dar al robot por perdido y recuerda que su única función era demostrar que Europa disponía de la tecnología necesaria para aterrizar en Marte. «La ESA -apunta- está siendo muy prudente, porque aún no ha dado por perdido a Schiaparelli al 100 %». 

El responsable de Materiales Compuestos en Airbus España confía en que el posible contratiempo no suponga un retraso en el lanzamiento de un robot explorador, previsto para el 2020, para el que también prepara el escudo térmico y los paneles solares.