Trump: «Aceptaré los resultados si gano»

ADRIANA REY NUEVA YORK / E. LA VOZ

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MIKE BLAKE | Reuters

Republicanos y demócratas cargan contra el magnate por dudar del sistema democrático

21 oct 2016 . Actualizado a las 07:47 h.

 En una campaña donde ya se han cruzado todos los límites de las normas políticas, Donald Trump reiteró ayer su intención de romper con los pilares de la democracia, ayudando al mismo tiempo a Hillary Clinton a dar un paso más en su camino hacia la Casa Blanca. «Aceptaré totalmente los resultados de estas grandes e históricas elecciones... Si gano», dijo el magnate en un mitin en Ohio. Desafiante y buscando la aprobación de un público eufórico, Trump repitió la advertencia que horas antes había lanzado en el último debate presidencial: «¿Aceptará los resultados electorales tanto si gana como si pierde?», preguntó el veterano presentador de Fox, Chris Wallace. «Lo veremos en su momento», respondió contundente Trump. «¿Está usted diciendo que no está dispuesto a comprometerse con ese principio?», insistió el moderador. «Lo mantendré en suspenso», retó el magnate incendiando de nuevo el seno de su partido.

Así, el multimillonario volvió a enfrentarse a todo y a todos, incluso a su hija Ivanka y a su número dos, Mike Pence, que horas antes insistían en que Trump abrazaría cualquier resultado.

«Me parece horrible», reaccionaba desde su atril una estupefacta Hillary Clinton. «Es una amenaza a la democracia», alertaba el vicepresidente, Joe Biden.

La negativa a reconocer la derrota enfadó al presidente de su partido, Reince Priebus: «Él va a aceptar los resultados de las elecciones», advertía visiblemente enfadado y consciente del error estratégico de Trump. El fallo, eso sí, no lo es tanto para el multimillonario que lleva semanas alertando de un amaño. «Hay gente que murió hace diez años y aún vota», denunció. «Nunca he visto en mi vida o en la historia política moderna a ningún candidato presidencial intentar desacreditar las elecciones antes de las votaciones», se quejaba horas después Barack Obama.

Una sospecha poco factible

Llegados a este punto, la pregunta es obligada. ¿Es posible que haya un fraude que pueda cambiar los resultados en EE.UU.? Los expertos explican que este proceso electoral es altamente descentralizado. Ello significa que no hay una elección federal sino un proceso que se realiza en más de 70.000 distritos electorales distintos: «Resulta excepcionalmente difícil coordinar un fraude a través de estas jurisdicciones», explica David King, profesor de la Universidad de Harvard. A esto hay que sumar las declaraciones de la misión electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA): «Hasta ahora no tenemos ninguna evidencia», aseguró Laura Chinchilla, expresidenta de Costa Rica, que encabeza la misión. «Ha habido irregularidades en nuestras elecciones pero nunca hasta el punto de que afecte al resultado final», puntualizaba el senador republicano John McCain.

El desafío del magnate ha originado tal revuelo que los medios estadounidenses han rescatado la carta que George W. Bush (padre) le dejó a Bill Clinton como ejemplo de dignidad y respeto: «Te deseo lo mejor. Se lo deseo a tu familia también. Tu éxito es ahora el éxito de nuestro país. Apuesto fuertemente por ti».

Y es que en la política estadounidense conceder la derrota no es un detalle menor. «Es lo que Trump quería decir, pero no es lo que los votantes o la democracia de EE.UU. necesitaban oír», decía Anthony Zurcher en la CNN. «Es un ataque a la integridad de las elecciones», añadían desde The Washington Post.

Los 90 minutos de debate en Las Vegas dejaron a un Trump incisivo que iba dominando por primera vez el intercambio dialéctico con su oponente demócrata. Hasta que Hillary sacó a relucir el pasado de Trump, sus ataques a las mujeres y el impago de impuestos. Bajo este clima de tensión, el magnate llamó a Clinton «asquerosa», «mentirosa» y la acusó de tener previamente las preguntas del duelo de Las Vegas. En unos segundos dilapidó su ventaja y volvió a perder.

Ahora, ambos seguirán su camino tratando de inclinar una balanza que de momento y según las encuestas está más inclinada hacia el lado demócrata. Luego tocará coser la fractura.

Los demócratas buscan el voto latino y el femenino para afianzar su ventaja

Todavía queda mucho por hacer. 18 días en los que la candidata demócrata y el candidato republicano se enfrentan en un escenario de incertidumbre mucho mayor que en elecciones anteriores. Solo si se tiene en cuenta el porcentaje de indecisos registrados, uno se puede hacer a la idea del trabajo de conquista que todavía tienen por delante Hillary Clinton y Donald Trump. Y es que un 14 % de votantes registrados todavía no han decidido su voto, el triple de los que había en 2012 a estas alturas de la contienda.

Los demócratas tienen claro el objetivo y además intentan reforzar el apoyo del voto femenino, latino y afroamericano en el que siguen teniendo mayoría. Además, en las próximas semanas, buena parte de sus esfuerzos continuarán dirigiéndose a estados históricamente republicanos y que actualmente están dando signos de debilidad. Es el caso de Arizona, donde la exsecretaria de Estado busca repetir la hazaña que logró su marido, Bill Clinton, en 1996, cuando ganó las elecciones. Para conseguirlo, los demócratas ya han movido sus fichas más importantes a puntos clave en este estado: El pasado martes fue el senador Bernie Sanders en Flafstaff, un día más tarde Chelsea Clinton protagonizaba un mitin en Arizona, en Temple y ayer era la primera dama, Michelle Obama, quien exponía lo que estaba en juego desde la ciudad de Phoenix.

Nueva denuncia por acoso

Sus rivales mientras tanto miran con desconfianza el desarrollo de los acontecimientos. Y es que la negativa de Trump de no aceptar los resultados electorales, no mejora la situación de un partido totalmente roto. Así, el grueso de los fondos se dirigen a salvar su mayoría en el Congreso y en el Senado, mientras la carrera a la Casa Blanca continúa por New Hampshire, Ohio, Pensilvania y Virginia, los estados conocidos como «péndulo»: «Ganaré estados en los que ningún republicano se atrevería a competir», dijo el multimillonario. Trump, por cierto, sigue enfrentándose a una de sus principales amenazas. Ayer mismo, otra mujer, Karena Virginia, relataba el supuesto acoso sexual al que el magnate le sometió en 1998.