Un nuevo proyecto de «fracking» alerta a los ecologistas asturianos

Oriol López
Oriol López REDACCIÓN

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Santi Otero | Efe

Los «verdes» califican de «inexplicable» el movimiento de Hunosa solicitando un permiso que afectaría a once concejos

26 oct 2016 . Actualizado a las 13:52 h.

La explotación de gas mediante la técnica de fractura hidráulica -más conocida como fracking- ha estado siempre dotada de cierta controversia debido a los peligros que implica para la salud pública y el medio ambiente debido a los productos que utiliza. Con un panorama nacional y europeo en el que se está renunciado a la práctica totalidad de proyectos de investigación, Asturias parece ir a contracorriente. En las últimas jornadas Hunosa, junto con la empresa Volta Energy Resource, ha solicitado un Permiso de Investigación de Hidrocarburos, bautizado como Llábana-1, en el que los concejos de Oviedo, Siero, Sariego, Bimenes, Laviana, San Martín del Rey Aurelio, Langreo, Mieres, Aller, Lena y Ribera de Arriba se verían implicados. Dentro del contexto internacional de cierre de pozos de fracking por su inviabilidad económica debido a los bajos precios del petróleo, el movimiento de la empresa asturiana resulta «inexplicable» a priori, aunque quizá haya otros motivos económicos, según denuncian distintas agrupaciones en contra de este método de prospección de hidrocarburos. 

«No sabemos a qué están jugando. Decidieron renunciar a la planta de biomasa porque decían que no era rentable, se quejan de que las minas son deficitarias y ahora salen con estas», declara Fructuoso Pontigo, portavoz de la Coordinadora Ecologista de Asturias. Pontigo califica de «disparate» todas las propuestas que viene haciendo la carbonera asturiana, como minas a cielo abierto o los citados pozos de fracking. «Es muy sorprendente que Hunosa se meta a esto si no se lo pueden permitir, ni tienen posibilidades de hacerlo a corto plazo», asegura el ecologista. Por su parte, Paco Ramos, de Ecologistas en Acción y de la Plataforma Asturiana Antifracking, considera que el fracking es simplemente «una excusa» para lucrarse por otras vías.

Inviabilidad del fracking y sus otros posibles motivos

El fracking es, en este momento, «totalmente inviable, tanto económica como ambientalmente», sentencian desde la Coordinadora Ecologista de Asturias, «más aún» cuando Hunosa ya renunció y consideró de esta manera a otros proyectos autorizados que eran «calcados», como el caso Granda o Morcín-1. A ello se suma la aprobación en 2015 de una proposición no de ley en la Junta de Gobierno del Principado, aunque Pontigo asegura que el gobierno socialista «no parece querer respetarla». En cuanto a los «otros motivos» que puede haber para pedir un permiso de este tipo son los «importante ingresos» que se llevarían las empresas responsables de los estudios e investigaciones aunque «nunca hubiera prospecciones», afirma Ramos. «Y sin olvidar la parte de Hunosa, la cual ponemos todos», agrega Pontigo. 

Paco Ramos, que se muestra «muy tajante», sentencia que el proyecto de Hunosa «no va a tener ningún futuro». «Eso no se va a hacer y estoy seguro de que lo saben en Hunosa y también sus socios. Las empresas pueden invertir como quieran pero en este caso, si saliese adelante, habría una gran inyección de dinero público al estar implicada Hunosa», añade Ramos. Al parecer los suelos para los que se solicitan los permisos estaban en manos de otra compañía y, «si nadie alega nada», nada al respecto Hunosa y Volta, podrían presentar un plan de trabajo de investigación. «Los primeros años probablemente no se haría nada y sobre el tercer año decidirían donde hacer los sondeos y el fracking. Todo eso suponiendo que no lo abandonasen antes», subraya el miembro de la Plataforma Antifracking. «Ahora mismo no hay ningún otro permiso en Asturias. Todas las empresas han abandonado», concluye. 

Una técnica «peligrosa» para la salud y el medio ambiente

El fracking es una técnica que se utiliza para la producción de gas natural no convencional de difícil extracción. Éste no se encuentra en grandes bolsas en el subsuelo como el gas convencional, sino que está repartido en pequeñas burbujas en diferentes tipos de roca. Para su extracción es necesario romper dichas capas para reunir el gas y que éste fluya hacia la superficie. Dichas fracturas se consiguen inyectando miles de toneladas de agua a muy alta presión, pero con peligro e impacto para el medioambiente ya que al líquido elemento se le añaden una serie de aditivos químicos. Bencenos, xilenos, cianuros y así hasta 600 sustancias químicas, muchas de ellas reconocidas como cancerígenas y con otras propiedades poco saludables. A ello hay que añadir que el agua a presión arrastra otras sustancias como metales pesados que se encuentran en las rocas del subsuelo.