Terror y extrema violencia en el Mosul del Estado Islámico

Europa Press

ACTUALIDAD

Los hombres deben dejarse largas barbas y las mujeres están obligadas a ir completamente cubiertas o permanecer en casa. Los que incumplen estas normas torturados

06 nov 2016 . Actualizado a las 11:48 h.

El grupo terrorista Estado Islámico, que se hizo en el 2014 con gran parte de la ciudad iraquí de Mosul, ha hecho un uso sistemático del maltrato y la tortura para castigar a todos aquellos civiles que no cumplan las normas establecidas por los milicianos en la urbe.

Las mujeres, que deben cubrirse el cuerpo por completo en los lugares públicos, han sufrido numerosos castigos físicos por no llevar guantes. «Los milicianos utilizan alicates y estrujan con ellos la piel de aquellas mujeres que no cumplan con lo establecido», ha manifestado Firdos, una niña de quince años que huyó de la urbe la semana pasada.

Firdos consiguió escapar de este tipo de agresiones, pero ha informado a varios periodistas de Reuters de que Estado Islámico utiliza todo tipo de medidas para obligar a la población a seguir sus reglas y su código moral.

«La otra forma que tienen de castigar a las mujeres es la de azotarnos por no seguir las normas», ha añadido Firdos que, junto a tantos otros civiles que han abandonado Mosul, ha manifestado que muchos de sus familiares aún permanecen en la ciudad.

La localidad de Al Jazer ha sido recuperada por las fuerzas kurdas en el marco de la operación militar puesta en marcha por el Ejército iraquí para tomar Mosul, que se encuentra a 27 kilómetros. Cuando se hizo con la ciudad en el 2014, Estado Islámico prometió el paraíso a todos aquellos milicianos suníes que se unieran a ellos.

El grupo terrorista también garantizó a la población que acabaría con el ex primer ministro iraquí Nuri al Maliki, un chií acusado en reiteradas ocasiones de haber puesto en marcha una serie de políticas sectarias en el país. El mensaje surtió efecto principalmente entre aquellos que se habían mostrado contrarios al Gobierno de Sadam Husein en el 2003 y aquellos que se sentían marginados por Bagdad.

Sin embargo, los residentes que han huido recientemente del último bastión de Estado Islámico en Irak han manifestado que la situación se volvió insoportable rápidamente. Según han informado varios testigos, los hombres deben dejarse largas barbas y las mujeres están obligadas a ir completamente cubiertas o permanecer en casa.

Nadie puede salir de Mosul sin un permiso especial, por lo que muchas personas temen ser ejecutadas si intentan huir de la ciudad. La mayoría de los residentes han aseverado que la situación parece sacada de la «República del Miedo» de Sadam Husein, una circunstancia basada en la crueldad y la extrema violencia.

Algunos de los que hace más de una década estuvieron al frente de los servicios de Inteligencia del Gobierno de Sadam Husein forman ahora parte del grupo terrorista, con el que colaboran en las labores militares, según han alertado las fuerzas de seguridad iraquíes. «He hablado con varias personas que fueron a Siria. Aprendieron a utilizar chalecos de explosivos y a decapitar a personas», ha explicado Abdul Kadir, uno de los residentes de Mosul que huyó de la ciudad y se encuentra ahora en un campo de refugiados de Al Jazer.

«Estuvieron allí sólo tres meses. Algunos eran muy jóvenes, de unos diez años. Otros tenían quince. Muchos tenían que fingir que apoyaban a los terroristas para no enfrentarse a las consecuencias», ha añadido Kadir, cuya vivienda fue asaltada por los milicianos durante la noche.

Kadir fue detenido y juzgado por vender cigarros. «El juez me preguntó por qué los vendía. Dijo que eso iba contra el islam. Le dije que estaba desesperado y que lo hacía para llegar a fin de mes, porque no había suficientes trabajos. Me condenó a 55 latigazos. No pude levantarme de la cama durante tres días», ha aseverado Kadir.

La diversidad de Mosul

Antes de que Estado Islámico se hiciera con el control de gran parte de Mosul, la ciudad poseía una gran diversidad. En ella coexistían principalmente comunidades suníes y cristianas, la mayoría asirias. Además, había un gran número de turcomenos, kurdos, yazidíes y armenios.

El grupo terrorista derribó santuarios, mezquitas e iglesias y provocó la pérdida de cientos de trabajos. «Muchos nos quedamos sin dinero cuando los milicianos llegaron a la ciudad. Aún así no nos daban tregua. Antes había que pagar 500 dinares (50 céntimos) por una tarjeta sanitaria. Con ellos ascendió a 2.000 dinares (1,5 euros)», ha explicado Suleiman, de 62 años.

«Todo el dinero se iba a los médicos, que nos cobraban muchísimo por todo. También había que dar limosnas, las cuales acababan en manos de los familiares de los milicianos», ha añadido Suleiman, cuya casa fue destruida por los ataques aéreos.

Algunos residentes, apoyados por las fuerzas iraquíes, que han recuperado varias localidades de la urbe, han decidido enfrentarse al grupo terrorista. Según las fuerzas progubernamentales, los milicianos han colocado un gran número de explosivos a lo largo de la ciudad y han elaborado varios túneles para poder huir de Mosul si se ven acorralados por el Ejército iraquí.