Donald Trump puede llevar a Estados Unidos a la recesión

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

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BRENDAN MCDERMID | Reuters

Los expertos creen que, una vez en la Casa Blanca, se atemperará y será más pragmático

11 nov 2016 . Actualizado a las 20:46 h.

Calibrar los efectos del huracán Trump en la economía no es -ni mucho menos- tarea fácil. Y en ello andan ahora enfrascados los analistas. Pocos se atreven a ponerle el cascabel al gato. Y menos a uno tan imprevisible.

Entre las voces más catastrofistas y las del «aquí no va a pasar nada», las del término medio. Por una vez, las más numerosas. Son las que sostienen que no conviene dramatizar. Que hay que esperar a que Trump tome en enero las riendas del país para poder brindarnos un análisis más certero de las consecuencias de los actos del nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Y es que «una cosa es la retórica de campaña y otra muy distinta las propuestas de políticas concretas cuando se ocupa un cargo», sentencian los analistas de Standard & Poor’s, una de las tres grandes de la calificación crediticia, que, por cierto, ha decidido no tocar la nota que le otorga a la solvencia de EE.UU. hasta ver qué pasa.

Y no solo eso. Habrá que ver también lo que le dejan hacer sus correligionarios. Porque, aunque la victoria republicana en la Cámara de representantes y en el Senado apuntalan su presidencia -no tendrá las cortapisas de Obama- Trump «tendrá que negociarlo todo con su partido», poco amigo, recuerdan, del proteccionismo y los aranceles. Allí la disciplina de voto no existe.

En lo que sí están de acuerdo los analistas es en que, si todas las políticas que Trump ha defendido durante la contienda electoral se convierten en ley tal y como las ha formulado, Estados Unidos sufriría otra recesión. Prolongada. Y con repercusiones planetarias, claro. Han calculado los expertos de Moody’s que al final de su mandato habría unos 3,5 millones de empleos menos en el país; la tasa de paro escalaría del 5 al 7 %; los ingresos medios por hogar, descontada la inflación, se estancarían, y los mercados bursátil e inmobiliario perderían valor. Y señalan que quienes más partido sacarían de las políticas del magnate serían los hogares más pudientes. A ellos, dicen, sería a los que más les bajaría los impuestos. Mientras que las familias con ingresos medios o bajos sufrirían la pérdida de puestos de trabajo derivada del resto de sus políticas económicas. Admiten, eso sí, en Moody’s que cuantificar los efectos sobre la economía de la presidencia de Trump resulta harto complicado por «la falta de concreción de sus propuestas». Pero se atreven a aventurar que el peso en la economía global de EE.?UU. se reduciría y que el país vería incrementarse, todavía más, su deuda y su déficit público. Y eso porque el magnate está decidido a, por un lado, llevar a cabo la mayor bajada de impuestos desde la era Reagan y, por otro, tirar de chequera para invertir en infraestructuras a lo grande.

Pero, en realidad, nadie -o casi nadie- piensa que Trump vaya a cumplir todas sus promesas electorales. Es más, esperan que no lo haga. Una vez en el despacho oval se verá obligado a aplicar políticas más pragmáticas. En ello confían los expertos de BBVA Research, el servicio de estudios de la entidad. En román paladino: que algunas de sus bravuconadas se quedarán solo en eso.

La deuda, en manos chinas

El ejemplo más citado en este capítulo son sus amenazas a China. Ha llegado a prometer que impondrá un arancel del 45 % a todos los productos procedentes del gigante asiático. Cuando lo dice parece que se olvida, advierten los expertos, de que China tiene la sartén por el mango: posee ingentes cantidades de deuda estadounidense. Si se deshace de ella, Trump tendrá un problema. Y de los grandes. Se lo recordó ayer mismo el vicepresidente ejecutivo del gigante chino del comercio electrónico Alibaba, Joe Tsai: «China está creando tres veces más riqueza que EE.?UU. Se convertirá, y ya lo es, en la mayor fuente de consumidores y de capital de Estados Unidos, así que, si eres el presidente de ese país, tendrás que prestar mucha atención a lo que haces».

Las tres certezas: un país con más deuda, más déficit y más inflación

A la espera de que Trump concrete su agenda económica, los analistas tienen ya tres certezas. El próximo inquilino de la Casa Blanca traerá bajo el brazo más déficit, más deuda y más inflación. Quiere bajar los impuestos -fiel a su rigor con las cifras ha prometido una rebaja fiscal de cuatro billones, pero también de nueve- y elevar el gasto en infraestructuras -más de lo mismo: se habla de medio billón, pero también de un billón en cinco años- . Así no hay quien cuadre las cuentas. Habrá que endeudarse, pues.

Quiere también imponer aranceles -un 45 % para China y un 35 % en el caso de México, aunque, como no podía ser de otra manera, también ha manejado otras cifras-. Culpa a los productos extranjeros de todos los males de la industria patria. Se olvida, parece, de que Estados Unidos importa bienes de consumo de todo el mundo y si los grava con un impuesto brutal tendrá una inflación brutal. Ni más, ni menos. Por no hablar de su cruzada contra la inmigración. Su intención de expulsar inmigrantes y de evitar la entrada de más presionará al alza los salarios. Más inflación. Y eso con un petróleo que ha dejado de bajar. Adiós a su efecto balsámico sobre los precios.

En cuanto a los tipos de interés, está claro que subirán. Quizá no ahora en diciembre. Pero no mucho más tarde. Hablan también los analistas de la posibilidad de un final abrupto del plan de estímulos de la Reserva Federal, las muletas sobre las que se ha apoyado la economía estadounidense en su proceso de recuperación. Todo con Janet Yellen, blanco de las iras de Trump durante la campaña, al frente. Su mandato expira en el 2018.