Flipy: «Espinete y Don Pimpón han tenido una relación amor-odio»

B. Pallas REDACCIÓN / LA VOZ

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«Espinete no existe», el programa codirigido por el cómico, monologuista y productor Flipy, mira con humor y nostalgia a la historia de TVE y a la infancia de una generación

20 nov 2016 . Actualizado a las 10:06 h.

Espinete, el erizo rosa que marcó a toda una generación, vuelve esta noche a TVE con el programa de humor y nostalgia Espinete no existe, codirigido por el cómico, monologuista y productor Flipy y por Eduardo Aldán, presentador del espacio. El estreno tendrá como invitados a Pepe Viyuela, que llevará al plató su Exín Castillos, y Rubén Cortada, que mostrará su patinete. 

-¿Deleitarse con el pasado es un síntoma de la edad?

-Vamos a hablar sobre la nostalgia con los ojos de la distancia, lo que nos permite verla de un modo divertido y curioso con colaboradores como Agustín Jiménez, Iñaki Urrutia y Raúl Pérez. Yo voy a hacer la sección Cinexín, en la que hablo del cine de los ochenta y los noventa, de su merchandising o de las películas que se hacían a rebufo de los grandes éxitos. Una de las joyas del programa será el documental ¿Qué fue de Espinete? Ya hemos colgado en redes el primer capítulo para ir abriendo boca. 

-¿Y qué ha sido de Espinete?

-En el documental contamos sus orígenes, dónde nace, quiénes son sus padres, su vida en Barrio Sésamo y su caída a los infiernos cuando lo sustituyen Yupi y Astrako. A Espinete se le pierde la pista con el Dalai Lama, pero lo hemos encontrado y va a ser una grata sorpresa para todos. 

-¿Y qué queda de Don Pimpón?

-Don Pimpón era la estrella de Barrio Sésamo hasta que llega Espinete, que tiene fama de robaplanos y chupacámaras. Han tenido una relación amor-odio que acaba resolviéndose al final del documental. 

-Los invitados llevan al plató tesoros de infancia. ¿Cuál es para usted su mejor recuerdo?

-Si tengo que quedarme con uno sería cuando fui con mi padre a ver La guerra de las galaxias y El imperio contraataca, que me impresionó. Cuando era canijo veía mucho el Un, dos, tres. Me acuerdo de las noches de los viernes con la tele en blanco y negro, porque en mi casa tardó mucho en entrar una tele en color. Hemos tenido a Chicho en el programa y ha sido muy bonito, porque todo el mundo estaba en silencio, escuchándolo. Cuando terminó todos se pusieron de pie y, sin que estuviera preparado, le aplaudieron hasta que salió del plató. Para los que nos gusta la tele fue un momento muy emocionante con alguien que es una institución, no solo por el Un, dos, tres, sino porque es un fantástico director de cine y un visionario por su forma de narrar en televisión. Ha hecho cosas que a día de hoy serían modernas. 

-¿Y las meriendas delante de tele qué evocan?

-Ir a casa de mi abuela, merendar un bocadillo de patatas fritas y ver lo que estuvieran poniendo. Y los sábados por la mañana, La bola de cristal o Sabadabadá

-El archivo histórico de TVE es una mina que alimenta muchos programas actuales.

-Es una suerte haber podido hacer este programa en TVE, porque tiene 60 años de imágenes y porque hasta la llegada de las privadas todos nos criamos con los mismos programas, los mismos dibujos, los mismos presentadores... Esta memoria colectiva viene de ese momento en que solo existían dos canales. Eso hace que cuando ponen Ochentéame o Cachitos todos nos reconozcamos y a todo el mundo le evoque un momento de su vida. 

-¿Ha dejado de ser una experiencia colectiva en la misma medida?

-Ha cambiado la manera de ver televisión y la programación. Ahora hay más de todo. Aunque a veces pueda parecer que todo el mundo ha visto Juego de tronos, no todo el mundo la ha visto. Pero, en su momento, todo el mundo vio Verano azul. Esa es la gran diferencia.