Schulz deja Bruselas para ir al rescate de su partido en Alemania

Patricia Baelo / Cristina Porteiro BERLÍN / BRUSELAS

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Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo
Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo VINCENT KESSLER | REUTERS

Su nombre suena como aspirante de la socialdemocracia para batirse con Angela Merkel en las elecciones del 2017

25 nov 2016 . Actualizado a las 01:41 h.

«He tomado mi decisión: no seré candidato para un tercer mandato como presidente del Parlamento Europeo». Con estas palabras, el socialista Martin Schulz anunciaba ayer que dejará el cargo para presentarse a las elecciones generales del 2017 como cabeza del SPD por Renania del Norte-Westfalia, el Land más poblado de su país.

A sus 60 años, Schulz aseguró que «no ha sido fácil» despedirse de la Eurocámara, donde ingresó como diputado en 1994 y ejerció primero como líder del Grupo de Socialistas y Demócratas, y finalmente, como presidente desde el 2012. Pero no le quedaba otro remedio, ya que estaba establecido que se repartiría la legislatura a partes iguales con el Partido Popular Europeo, que heredará el puesto a partir del 16 de enero.

El principal argumento de Schulz, el único que ha sido dos veces presidente de la Eurocámara, para regresar a la política alemana es que «luchará» por el proyecto comunitario desde un país que tiene «una responsabilidad particular» dentro de la UE. Sin embargo, la realidad es que se perfila como un balón de oxígeno para el SPD, más desgastado que nunca tras formar un gobierno de gran coalición junto a la CDU, liderada por Angela Merkel, y la CSU bávara de Horst Seehofer. Por eso el librero de profesión podría ser la última esperanza que le queda al partido, cada vez de línea menos izquierdista, para salir de la crisis que atraviesa y que le sitúa en torno al 22 % de intención de voto a menos de un año para las generales.

De hecho, probablemente Schulz se convertirá en ministro de Exteriores, tan pronto como el actual titular de la cartera, Frank-Walter Steinmeier, supere la votación de la Asamblea Federal para ocupar el cargo de presidente como sucesor de Joachim Gauck, que se retirará en febrero por razones de edad. Un puesto para el que goza de respaldo suficiente y que, según los expertos, podría incluso catapultarle como rival de Merkel en el 2017. Ante los rumores, el SPD insiste en que no designará a su candidato para las generales hasta la reunión que mantendrá la Ejecutiva a finales de enero. De haber varios aspirantes, la decisión quedará en manos de las bases del partido.

Gabriel, candidato natural

El candidato natural es Sigmar Gabriel, vicecanciller, ministro de Economía y líder de la formación desde noviembre del 2009. Dada su falta de popularidad en los sondeos, el SPD podría decantarse por un rival más a la altura de Merkel, como ocurrió en las elecciones del 2013, cuando Gabriel renunció dejando el camino libre al exministro de Finanzas Peer Steinbrück. También se baraja el nombre del alcalde-gobernador de Hamburgo y exsecretario general del partido, Olaf Scholz, que parte con ventaja sobre Schulz, cuya carrera ha transcurrido casi exclusivamente entre Bruselas y Estrasburgo, por lo que a ojos de los alemanes es más bien un político comunitario. No en vano se despidió ayer con un último alegato a favor de la Unión Europea, que definió como «el mayor proyecto civilizador de los últimos siglos».

Juncker volvió a enfadarse

Abrazos, elogios y hasta un inmortalizado beso en la calva que el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, le espetó a Schulz en su último pleno de investidura. Recuerdos que pasarán a la posteridad con el adiós del alemán. Juncker se queda sin su alter ego socialdemócrata, sin un socio y sin «un [viejo] amigo» en Bruselas. Las diferencias ideológicas entre ambos siempre quedaron difuminadas por su complicidad. El alemán, en el espectro más a la derecha de la izquierda y el luxemburgués, en el espectro más a la izquierda de la derecha, no tuvieron problemas para entenderse y apoyarse mutuamente en pro de la estabilidad de las instituciones de la UE y sus cargos en momentos de enorme tensión y desafecto ciudadano. La noticia de la renuncia no fue bien encajada por Juncker, quien habría amenazado a los miembros de su partido (PPE) con dimitir si reemplazaban al alemán por un conservador. «No puedo garantizar que siga siendo presidente de la Comisión», aseguró en una reunión a puerta cerrada, según Der Spiegel. «Lamento mucho la decisión de Martin de no presentarse de nuevo», declaró tras ensalzar la relación «mucho más armoniosa» que pudieron forjar la Eurocámara y la Comisión gracias al trabajo del dúo que llevó las riendas de Bruselas.