Trump envía a la ONU a una de sus detractoras, sin bagaje internacional
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Una multimillonaria y hermana del fundador de Blackwater ocupará Educación
24 nov 2016 . Actualizado a las 07:48 h.Si ha habido una detractora de Donald Trump, esa ha sido Nikki Haley. La gobernadora de Carolina del Sur nunca se ha mordido la lengua al criticar al multimillonario, sin embargo, ahora, estará bajo sus órdenes. Haley será -previo visto bueno del Senado- la embajadora de EE.UU. ante las Naciones Unidas.
Atrás quedan los ataques cruzados entre candidato y gobernadora durante las primarias, cuando Haley apoyó primero a Marco Rubio y después a Ted Cruz, y atacó las duras propuestas migratorias del magnate y su resistencia a condenar a los supremacistas. «Tengo que decirle a Trump que lo que él hace es lo que les enseño a mis hijos que no deben hacer en la guardería», cargó la gobernadora, que fue una de las ausentes a la convención republicana de Cleveland. Tras su victoria, la gobernadora pasó de la crítica a cerrar filas con el presidente electo.
Casada con un veterano de Afganistán e hija de inmigrantes sijs de la India, a sus 44 años es una estrella en ascenso del Tea Party. Sarah Palin fue su valedora durante la campaña a gobernadora. Haley es la primera representante de una minoría, la asiática, que integrará el futuro Gobierno de Trump, compuesto hasta ahora por hombres blancos. Llega a su cargo en la ONU sin tener experiencia en política exterior. Su carrera se ha desarrollado exclusivamente en su estado. Era poco conocida a nivel nacional hasta que ganó protagonismo tras ordenar retirar la bandera confederada del Capitolio de Carolina, tras el tiroteo en la iglesia negra en Charleston en el 2015.
La segunda mujer del nuevo Gabinete será la filántropa y multimillonaria Betsy DeVos, designada ayer por Trump como secretaria de Educación. A sus 58 años, tiene una larga relación con el Partido Republicano, de la que es donante e incluso fue su dirigente en Míchigan. Es hermana de Erik Prince, el fundador de Blackwater, la empresa de seguridad que logró multimillonarios contratos en Irak. Dirige la America Federation for Children y es una firme defensora de los centros concertados y del programa charter schools -un sistema de ayudas federales para que estudiantes con rentas bajas puedan asistir a colegios privados-. Ayer aseguró que aceptó el cargo porque «el estado de la educación no es aceptable». Sus críticos recuerdan los vínculos de DeVos con el establishment. «Su nombramiento no drena el pantano», dicen a Politico en referencia a la promesa de Trump de retirar a la élite política de Washington.
Dieciséis días después de las elecciones, el recuento de votos señalan que la demócrata Hillary Clinton obtuvo una ventaja de más dos millones de votos a Trump, la mayor entre un perdedor y un ganador. El empresario (que ganó gracias al voto electoral) es el republicano con más votos, superando los 62 millones que obtuvo George W. Bush en el 2002.
«Cumplimos con el deber de proteger al país»
El pueblo de Sesabe, en Arizona, copa los titulares de los medios desde que las «rondas de vigilancia» de milicias paramilitares en la cercana frontera con México se han visto legitimadas por la victoria de Donald Trump. «Cumplimos con nuestro deber de proteger al país del narcotráfico y de los simpapeles», dice Tim Foley, un soldado retirado de 56 años y defensor de la retórica antiinmigrante de Trump. Él es el director de Arizona Border Recon (AZBR), uno de los grupos armados que vigilan la línea divisoria y que, sin ninguna autoridad oficial, se dedican a capturar a inmigrantes indocumentados y entregarlos a la Patrulla Fronteriza de EE.UU.
La planta de los vigilantes impone. «Llevan uniformes, fusiles y equipos de visión nocturna», explica a La Voz Vicki B. Gaubeca, directora del centro de derechos de la frontera de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), en Nuevo México. «Tienen experiencia bélica. Son veteranos de guerra que han luchado en Afganistán o Irak. Dudamos que estén capacitados en asuntos de derechos civiles, para eso están los 40.000 agentes que aplican las leyes en esta frontera», alerta Gaubeca.
Mayor flujo
Los miembros de AZBR se han tomado la justicia por su mano, cansados de ver cómo su pueblo es lugar de paso de todos aquellos que buscan un nuevo hogar en Estados Unidos. «En las últimas semanas hemos visto un flujo mayor de personas cruzando ilegalmente. Sin duda las elecciones fueron la causa», declaró Foley a la cadena ABC News, en un descanso de su búsqueda de «sospechosos» en una desértica área fronteriza conocida como el Callejón de la Cocaína.
Este veterano del Ejército estadounidense asegura no ser racista. No opinan lo mismo los grupos de derechos civiles que recuerdan cómo varios de los 250 voluntarios de AZBR defendieron en el documental Cartel Land que «las razas no podían mezclarse en un mismo país».
La organización Southern Poverty Law Center es una de las que alerta de que su prerrogativa de que se están «defendiendo al país de los carteles de la droga y de los pandilleros» es solo una excusa de un sentimiento profundamente antiinmigrante que no tiene visos de frenarse.
«Seguiremos patrullando», confirma Foley mientras avanza entre unas montañas que podrían ser la futura base del muro que Trump ha prometido. Algunos han preferido hacer de la polémica valla una oportunidad de negocio. Ha sido el caso del Grupo Cementos de Chihuahua, una empresa mexicana participada en un 23 % por Cemex y que ya ha mostrado su voluntad de colaborar en la construcción de los 3.200 kilómetros de muro que separarían México y EE.UU.