Las diferencias de enfoque enfrían la expectativa de reforma constitucional

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo BAreño MADRID / LA VOZ

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Rajoy no descarta cambios, pero pide «prudencia» y no «frivolidades y ocurrencias»

07 dic 2016 . Actualizado a las 07:39 h.

El paciente tiene graves achaques, pero la operación es de alto riesgo y tendrá que esperar. En el 38.º aniversario de la Constitución, ese podría ser el resumen del debate en torno a su reforma, a la luz de lo escuchado ayer en el Congreso. A pesar de que en el propio PP se empezaba a dar por hecho que los trabajos para estudiar las posibles modificaciones se iniciarán en breve, Mariano Rajoy enfrió ayer la discusión. Si ya tenía serias dudas sobre el peligro de abrir ese melón, el varapalo sufrido por el italiano Matteo Renzi en su intento de reforma las ha aumentado notablemente. De hecho, si Rajoy mantiene abierta esa posibilidad es solo porque sabe que en su situación de minoría no está en su mano el negarse al menos a estudiarla. «Ahora voy a convocar yo un referendo», dijo con ironía en un corrillo, en alusión a lo ocurrido en Italia.

Todos los partidos, incluido el PP con muchos matices, están de acuerdo en la necesidad de una reforma, pero las diferencias en cuanto a qué es lo que hay modificar son tan grandes, que en la práctica la reforma es casi imposible. Rajoy no está dispuesto desde luego a abrir ninguna ponencia sin conocer sus límites. «Hay que ser prudentes y decidir qué se quiere cambiar y qué no», señaló ayer en la recepción del Congreso. Reclamó «prudencia», porque este no es un asunto «para ocurrencias ni para frivolizar», y por el contrario, apostó por «fijar con claridad qué es lo que hay que preservar».

En ese capítulo él incluye, como siempre, la soberanía nacional, la unidad de España, la igualdad de derechos de todos los españoles, la pertenencia a la Unión Europea y el modelo de estado del bienestar. «Todo eso hay que preservarlo porque son pilares básicos de la convivencia en los que estamos de acuerdo todos. A partir de ahí, evidentemente, se puede hablar», explicó.

Bastante más partidarios de abordar cuanto antes el debate sobre la reforma se mostraron los grupos de la oposición. El presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, aseguró que reformar la Constitución del 78 es «la mejor forma de defenderla».

«Una sola nación»

Coincidió con Rajoy en que en España «hay una sola nación y una sola ciudadanía» y por ello los socialistas ni se plantean modificar el artículo 2 de la Carta Magna que así lo establece. Fernández explicó que el PSOE buscará el consenso antes de pedir la creación de una subcomisión para estudiar la reforma. Fernández comparte la prudencia con Rajoy porque ambos temen que Podemos exija la celebración de un referendo para sancionar cualquier reforma, por leve que sea.

Albert Rivera, líder de Ciudadanos, volvió a pedir «valentía» para revisar la Constitución porque «las cosas hay que cuidarlas y renovarlas». «Estoy convencido de que hay espacio de consenso y para eso no hay que tener reticencias ni querer romperla», señaló. Pero dejó claro que sus intenciones van por el camino opuesto al de los nacionalistas. «No se trata de contentar a los que quieren romper España sino de mejorarla para los que sí la queremos», explicó.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, no asistió a la recepción. En su lugar lo hizo el secretario de Organización del partido morado, Pablo Echenique, que tachó a los que calificó como «constitucionalistas» de «violar permanentemente» los derechos recogidos en la ley de leyes y de querer mantener por ello la Constitución «como una especie de jarrón chino». La presidenta del Congreso, Ana Pastor, apeló también a la prudencia y el consenso en su discurso. Advirtió de que la Constitución de 1978, fruto de un acuerdo «de todos», no puede sustituirse por otra pensada «solo por y para algunos». Para reformar la Carta Magna, según aseguró, se necesita un debate «profundo y sosegado, abierto a la sociedad y respetuoso con los procedimientos», y no situarse en posiciones «inmovilistas».

Feijoo aboga porque el PP no exija la dimisión a los políticos al ser imputados

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, dejó claro ayer que tiene criterios propios al margen de lo que decida la dirección de su partido y abogó porque el PP mantenga el criterio de no actuar contra los políticos imputados hasta la apertura de juicio oral, en contra del pacto suscrito por los populares con Ciudadanos, que sitúa la exigencia de dimisión en la imputación formal. Feijoo expresó su respeto por ese pacto, pero añadió que eso no debe llevar a que el PP modifique sus normas internas. A su juicio, la mera apertura de una investigación por un presunto caso de corrupción no puede obligar a apartar de un cargo, porque eso sería dar carta blanca a los partidos para denunciar ante los tribunales a los adversarios políticos para destruir sus carreras.