A Draghi aún le queda munición

Gabriel Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

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FRANK RUMPENHORST | Efe

El presidente del BCE anuncia una inyección adicional de medio billón de euros para reactivar la economía europea

09 dic 2016 . Actualizado a las 07:36 h.

Sin tanto dramatismo como en aquel famoso discurso de julio del 2012, en el que consiguió espantar a los buitres que acechaban a un euro agonizante disparando una sola frase -aquel «haré lo que sea necesario para sostener el euro y, créanme, será suficiente»-, Mario Draghi volvió a probar este jueves que está dispuesto a gastar toda la munición precisa para estabilizar la todavía renqueante economía europea y conjurar los riesgos que asoman por el horizonte, desde el brexit a la impredecible presidencia de Donald Trump. Casi nada. Pero parece que el italiano todavía guarda artillería en la recámara.

El presidente del Banco Central Europeo anunció que prolongará el programa de compra de deuda que desde marzo del año pasado inunda de liquidez los mercados. De momento, lo amplía hasta diciembre del 2017, nueve meses más de lo previsto, aunque el volumen mensual de compras se reducirá de 80.000 a 60.000 millones de euros a partir de abril. Pese al recorte, se trata de una inyección adicional de más de medio billón de euros. 540.000 millones, en concreto.

Y eso de momento. Porque Draghi dejó claro en su comparecencia que no cierra la puerta a nuevas prórrogas, o incluso a aumentar la cuantía mensual del plan de estímulo, si la economía no responde al plan de choque: «En caso de que los pronósticos sean menos favorables o las condiciones de financiación no se ajusten al objetivo de inflación, el BCE tiene la intención de ampliar el programa de compra de deuda tanto en términos de tamaño como de duración», aseguró.

De momento, si el calendario y las cifras se ajustan a lo que ayer aprobó el consejo de gobierno del Banco Central Europeo -el de ayer fue el tercer gran ajuste en apenas año y medio-, la entidad habrá inyectado cerca de 2,3 billones de euros para reanimar la economía europea. El equivalente a la riqueza que se genera en Francia en un año o en España en dos.

Pero además de poner más dinero encima de la mesa, el guardián del euro ha decidido relajar también las condiciones del programa de estímulo, de forma que la entidad podrá adquirir deuda con vencimiento a un año (antes el mínimo era de dos) o con una rentabilidad por debajo del -0,4 %. Esto es, por debajo del tipo de interés con el que penaliza a los bancos que optan por aparcar el dinero en el depósito del BCE en vez de ponerlo a circular en la economía. Según Draghi, los cambios no obedecen a ninguna necesidad concreta, sino que simplemente amplían el margen de maniobra.

Subidón para los bancos

Con la decisión de ayer, el italiano consigue cuadrar el círculo: mantiene los estímulos a la vez que, reduciendo su cuantía, calma a los partidarios de su retirada progresiva, especialmente a los halcones alemanes. Él negó por activa y por pasiva que en el consejo de gobierno se hubiese debatido sobre el tapering (el término que se usa en la jerga de Fráncfort para aludir al recorte del plan de expansión hasta dejarlo en cero) y aseguró que el BCE «permanecerá en los mercados mucho tiempo».

Pese a la contundencia con la que despachó el tema, y el anuncio de que los tipos de interés seguirán en los niveles actuales durante mucho tiempo, incluso después de acabar el plan de compra de deuda, los inversores leyeron un mensaje diferente entre líneas. Entienden que el BCE ha dado el primer paso hacia la supresión de los estímulos y que la subida de tipos, aunque sea lejana, está hoy más cerca. De ahí el subidón que ayer experimentaron en bolsa los bancos, los más castigados en su rentabilidad por el coste cero del dinero. Las grandes entidades españolas se anotaron ayer repuntes superiores al 5 %, caso del Santander, Sabadell, Bankia o Popular, mientras que el Ibex fue el selectivo europeo al que mejor le sentó la digestión de las palabras de Draghi, con un rebote del 2 %.

Prevé un repunte «significativo» de la inflación por el alza del crudo

El BCE ajustó ayer también las previsiones de crecimiento e inflación en la eurozona. Las de este 2016 se mantienen, con la estimación de que la economía crecerá un 1,7 % y los precios repuntarán un muy tímido 0,2 %.

Si para este ejercicio no hay variaciones respecto a las previsiones de septiembre, para el próximo año sí se mejoran los objetivos de crecimiento del 1,7 %, una décima más de lo avanzado hace tres meses, y una inflación del 1,3 %. Un repunte «significativo» respecto a la cifra prevista para este año que Draghi atribuyó al efecto del alza del crudo.

Para el 2018 y el 2019 la institución prevé un crecimiento del 1,6 % y una inflación del 1,5 y el 1,7 %, respectivamente. Porcentajes que todavía no cumplirían el objetivo de estabilidad de precios que tiene encomendado el BCE y que pasa por mantener la tasa de inflación cercana pero por debajo del 2 %.

Aunque intentó pasar de puntillas por temas más espinosos, como la incertidumbre política en Italia o Estados Unidos y la que plantean las citas electorales del próximo año, Draghi recordó que los mercados «han resistido mejor de lo esperado».