Gentiloni se encomienda a los leales a Renzi para formar el nuevo Gobierno

MARÍA SIGNO ROMA / CORRESPONSAL

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VINCENZO PINTO | AFP

Padoan se mantiene como el hombre fuerte en Economía y Alfano asume Exteriores

13 dic 2016 . Actualizado a las 08:05 h.

Un Ejecutivo con pocas caras nuevas (cinco) es el que formó el nuevo presidente del Gobierno italiano, Paolo Gentiloni, y que ya ayer juró el cargo ante el presidente de la República, Sergio Mattarella. La línea elegida por el sucesor de Matteo Renzi es claramente continuista, ya que gran parte de los ministros han sido confirmados en sus cargos. Así al frente del Ministerio de Economía seguirá Pier Carlo Padoan, Roberta Pinotti en Defensa, Andea Orlando en la Justicia, Beatrice Lorenzin en Sanidad y Giuliano Poletti en Trabajo, entre los más destacados. Cambia el ministro del Interior, que ahora será Marco Minitti, que era subsecretario para los Servicios Secretos, mientras el hasta ahora titular, Angelino Alfano, será el ministro de Exteriores en sustitución de Gentiloni.

Entre los cinco nuevos nombramientos destaca el de la titular de Educación, que será Valeria Fedeli, vicepresidenta del Senado y activa sindicalista hasta su entrada en política en el 2012. Sustituirá a Stefania Giannini. A la nueva ministra le tocará continuar la reforma educativa, una de las más medidas más polémicas del Gobierno Renzi y que le ha costado una grave pérdida de consenso.

Gentiloni ha intentado no incluir en su gobierno a las figuras más discutidas del anterior equipo, así que, además de Giannini, también ha sustituido a Maria Elena Boschi, ministra de las Reformas y principal impulsora de la fallida reforma constitucional, que ahora será la subsecretaria de Presidencia.

Los principales desafíos

«Como se puede ver de su composición, el Gobierno seguirá la acción de innovación marcada por Renzi», prometió el nuevo primer ministro durante la presentación del gabinete, en la que además estableció las prioridades: preparar la nueva ley electoral y organizar los dos importantes compromisos internacionales que tiene Italia en el 2017: el G8 en mayo y la celebración de los 60 años del Tratado de Roma en marzo. En clave interna, Gentiloni tendrá que afrontar de forma urgente la reconstrucción de las zonas afectadas por los recientes terremotos y evitar la quiebra del Monte dei Paschi de Siena.

Pero antes, el nuevo gobierno tendrá que pasar por el Parlamento. Hoy será la votación en la Cámara de Diputados, en la que el Partido Democrático tiene una cómoda mayoría. Y mañana la cita será en el Senado, donde el resultado será más ajustado.

Desde la oposición llueven las críticas al nuevo Gobierno. Luigi Di Maio de Movimiento 5 Estrellas, utilizó la ironía para comentar la línea de continuidad. «Equipo que pierde no cambia», escribió en Twitter, mientras su compañero de partido, Alessandro Di Batista, comentaba que «cuanto más promueven a ciertos políticos, más aumentan los votos a 5 Estrellas». Beppe Grillo anunció que los suyos no irán al Parlamento durante la votación de la confianza y que prepara una manifestación antes del 22 de enero, fecha en la que el Tribunal Constitucional dará su opinión sobre el Italicum. Tampoco acudirá la Liga Norte, cuyo líder Matteo Savini, definió el nuevo Gobierno como «embarazoso y vergonzoso».

El ala crítica del PD se unió a las críticas de la oposición. Para el ex primer ministro Massimo D’Alema, «si vamos con este Gobierno a las próximas elecciones nos arrasarán», mientras Pier Luigi Bersani aclaró que apoyarán al gobierno «porque somos responsables, pero sobre las medidas que adopten nos tendrán que convencer».

El sector crítico del PD exige ajustar cuentas con el exprimer ministro, que sigue pidiendo elecciones

Poco antes de que Paolo Gentiloni presentase su gobierno en el palacio del Quirinal, no muy lejos de allí, en la sede del Partido Democrático, tenía lugar el agrio enfrentamiento entre Matteo Renzi, actual secretario general de la formación, y la corriente crítica con su gestión. Es el momento del ajuste de cuentas después de los pésimos resultados de un referendo en el que un sector del partido apoyó el no a la reforma constitucional frente a la línea oficial del gobierno.

La reunión de la dirección del partido fue convocada para asegurarle a Paolo Gentiloni el apoyo de sus diputados cuando acuda al Parlamento, pero se convirtió en un duro ataque a Matteo Renzi y la política de su Gobierno en los últimos meses. El sector crítico Izquierda Reformista, encabezado por Roberto Speranza, justificó su apoyo por «sentido de la responsabilidad», pero al mismo tiempo aprovechó para fijar sus condiciones: «Nos reservamos la posibilidad de votar contra aquellas propuestas que no compartimos».

En su intervención fue más allá hablando de los malos resultados del referendo. «Treinta y tres millones de italianos han mandado un mensaje de que las cosas así no van bien, hay que cambiar con humildad, cambiar de ruta radicalmente. Así la izquierda no tiene sentido, nosotros no somos los mismos y el PD está destinado a morir», aseguró Speranza. Además, el crítico invitó a Renzi a «ver la rabia, el malestar y la inquietud de la sociedad y le recomendó «meter la cabeza bajo tierra». Por eso, solicitó la celebración de un congreso para «aclarar nuestra posición política» y subrayó que ese hipotético cónclave «debe servir además para elegir un líder».

Matteo Renzi rechazó todas las críticas asegurando que él nunca se ha escondido y que siempre ha aceptado sus responsabilidades. Reconoció que «nuestro diseño ha sido rechazado por los electores. Ahora necesitamos reflexionar y yo quiero hacerlo de manera lo más amplia posible». Aunque dejó la decisión de celebrar un congreso en manos de la asamblea del partido que se reunirá el domingo, se mostró de acuerdo con su celebración, «sabiendo que hay una cita inminente con las elecciones porque es evidente que en los próximos meses se celebrarán las elecciones».

Para Gianni Cuperlo, del ala izquierda del PD, pero que apoyó a Renzi en el referendo, en el partido hay que «recuperar el espíritu de comunidad» y sobre las elecciones aseguró que «no tengo miedo del voto, sino del resultado».