Antonio Velázquez: «Gonzalo es el héroe ñoño, todo lealtad y principios, que se irá contaminando»

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

ACTUALIDAD

Iago García

Alaba el guion de «El final del camino», que considera a la altura de series de referencia como «Juego de tronos»

12 ene 2017 . Actualizado a las 18:27 h.

Antonio Velázquez (Granada, 1981) da vida en El final del camino a Gonzalo de Catoira, el héroe de la serie que, producida por Voz Audiovisual, se estrenó anoche en TVE y TVG. Tras casi cinco meses de rodaje en Silleda, admite que no aprendió «nada de gallego», pero que descubrió dos tesoros: la belleza de la tierra y el licor café. Alaba la calidad del guion, que sitúa a la serie «a la altura de otras internacionales que nos llegan y que son un referente, como Juego de tronos».

-¿Cómo ha sido la experiencia de rodar en Galicia?

-Maravillosa, sin duda. Pero, como en cualquier otra profesión, no deja de ser duro pasar tanto tiempo fuera de casa.

-Hábleme del personaje. ¿Quién es, cómo evoluciona?

-Pues Gonzalo es un personaje que, a priori, es el héroe noño. Y me explico: es honrado, está enamorado, es todo lealtad y principios. Para mí el personaje ha sido un regalo porque tiene una evolución muy intensa. No puedo adelantar mucho más, por los spoilers (risas). Pero Gonzalo es un personaje bonito porque va a ir cambiando, se va a ir contaminando. Va a vivir situaciones que lo obligarán a hacer cosas que él nunca habría pensado hacer.

-En el primer episodio se apunta a un triángulo amoroso entre Gonzalo, su mujer y Pedro, su hermano. ¿Cómo va a ser?

-¡Muy bonito! (risas).

-Pero...

-La relación entre Gonzalo y Elvira es imposible que se rompa. Pero como en la vida real, hay cosas que hacen que te preguntes qué harías tú en esa situación.

-Aunque su personaje no es histórico, ¿también echó mano de documentación para prepararlo?

-Sonia, la historiadora, me ayudó mucho a preparar cómo era un soldado de la época. En el capítulo primero se ve: yo no había estado nunca ante una reina. Hoy los soldados tienen los brazos a la espalda. Pero si colocas la mano en la espada es violencia. Por eso hay que cuidar al máximo el rigor histórico de la época.

-Gonzalo es un soldado. ¿Fue dura la preparación con la espada?

-El director, Miguel Alcantud, y el jefe de especialistas, que también lo fueron de Águila Roja, no querían repetir ese tipo de coreografías de lucha, porque El final del camino requería mayor contundencia, ser creíble. Es el siglo XI y son hombres luchando con acero, con una cota de malla que pesa 15 kilos... Luchar así es casi como un combate de boxeo. Las coreografías de cada combate, que duraban tres minutos, te dejaban reventado si tenías que repetir muchas tomas. Fue duro, sí.

-Usted e Ismael Martínez fueron los únicos que no usaron especialistas. ¿Por qué?

-Porque los personajes de Gonzalo y Animal lo requerían. Puedes cambiar a un actor a caballo, en una escena de riesgo, pero en las coreografías ves la cara al descubierto, no hay nada falseado.

-¿Le resultó difícil?

-Bueno, a mí la acción me encanta. Pero fue exigente.