La desaparición que tiene en vilo a Islandia

Haukur Holm AFP

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El país entero, poco acostumbrado a los crímenes, está pendiente del paradero de Birna Brjansdottir, a la que se le perdió el rastro el pasado sábado tras salir de fiesta

20 ene 2017 . Actualizado a las 16:46 h.

Los islandeses se temen lo peor en un caso que tiene en vilo a este país poco acostumbrado a los crímenes: la desaparición de una joven que llevó a la policía a perseguir por los mares a un pesquero groenlandés.

En esta apacible isla del Atlántico Norte, escenario de sagas, leyendas medievales plagadas de asesinatos y castigos bárbaros, la policía patrulla sin armas y hay muy pocos homicidios. «Es realmente un país seguro, sin guerra ni nada de eso, con una tasa de criminalidad muy baja», declara Tomas Kjartansson, de 26 años, vendedor en una tienda de ropa para hombres.

La desaparición de Birna Brjansdottir, de 20 años, tiene en ascuas al país. En Reikiavik, el miércoles tuvo lugar una marcha por el último trayecto por el que se cree que pasó la joven; los medios de comunicación no hablan de otra cosa. La joven pelirroja desapareció la madrugada del sábado tras una velada como cualquier otra, bebiendo y divirtiéndose en los bares de la capital. Vestía pantalón negro, suéter con capucha y zapatos Dr. Martens. Las cámaras de vigilancia la grabaron de madrugada, sobre las cinco, tambaleándose por las calles nevadas del centro de la ciudad, comprando un kebab... Luego se pierde su rastro. Esa mañana ya no acudió al comercio de ropa en el que trabajaba.

El calzado que llevaba apareció en el puerto de Hafnarfjordur, al sur de Reikiavik, cerca del muelle en el que estaba atracado un pesquero groenlandés, el Polar Nanoq. Su teléfono también se encontró en la zona, donde alguien lo apagó. Las cámaras confirman la presencia en torno a las seis y media hora local, cerca del barco, de un coche rojo, un Kia Rio, idéntico al vehículo visto en las inmediaciones del lugar de Reikiavik donde Birna fue vista por última vez entre las brumas aurorales.

El Polar Nanoq zarpó el día de la desaparición. Le obligaron a dar media vuelta, escoltado por guardacostas. Atracó en Reikiavik el miércoles por la noche. Miembros de la unidad de élite de la policía islandesa, la Viking Squad, interrogaron a la tripulación. Tres marinos están detenidos, como «sospechosos de poseer información sobre la desaparición de Birna» y comparecerán ante el juez, informó la policía en Twitter. La policía peinó el barco, pero fuentes policiales citadas por la prensa islandesa dudan de que la joven haya subido a bordo.

Problemas de alcohol

Si se confirma que fue un crimen, el caso Birna Brjánsdóttir pasará a los anales de la policía islandesa. En este país de 330.000 habitantes la criminalidad es tan poco frecuente que la primera vez que la policía disparó a un hombre fue en diciembre del 2013.

Desde el 2001 se registraron 1,8 homicidios por año de promedio, según las estadísticas policiales. Y normalmente son obra de desequilibrados o de personas bajo los efectos del alcohol. «Siempre hemos sido una sociedad homogénea, preocupada porque haya igualdad», analiza el sociólogo Helgi Gunnlaugsson. «Somos una familia, nos necesitamos los unos a los otros para sobrevivir en esta isla», explica a la agencia AFP.

Paradójicamente, uno de los autores de novelas policiales más vendidas del mundo, Arnaldur Indridason, es islandés. ¿Pura imaginación? Quizá no tanto, afirma su traductor al francés, Éric Boury. «Se tiene la sensación de que aquí no se puede morir» de muerte violenta, «y eso que saben que la naturaleza es peligrosa, que un volcán puede devastarlo todo», recuerda. Y además, añade Éric Boury, «esta sociedad que parece tranquila no lo es tanto. Hay problemas de droga y de alcohol, graves problemas de alcohol».