Donald Trump se burla de los manifestantes y recrudece la guerra contra la prensa

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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MANDEL NGAN | AFP

Su equipo acusa a los medios de dar falsas noticias para deslegitimar su victoria

23 ene 2017 . Actualizado a las 08:27 h.

Donald Trump ha encendido un intenso debate sobre su apoyo popular con un ataque sin precedentes a la prensa, que ha seguido todo su equipo. Un día después de que millones de personas salieran a las calles en protesta contra el nuevo mandatario, Trump acudió a Twitter para burlarse de quienes se sumaron a esas manifestaciones: «Vi las protestas pero acabamos de tener elecciones ¿Por qué esas personas no votaron?».

El éxito de convocatoria ha contrastado con la de la investidura y por el cual, la Casa Blanca ha declarado la guerra a los medios de comunicación. Los pesos pesados de la Administración Trump acusan a los periodistas de mentir sobre las personas que asistieron a la toma de posesión en el Capitolio y deslegitimar así la victoria del republicano. El primero en iniciar la ofensiva fue su portavoz, Sean Spicer, en la comparecencia más surrealista que se recuerda en la Casa Blanca.

«Fue la mayor audiencia registrada en una investidura ¡Punto!», falseó Spicer ,a pesar de que las imágenes muestran con claridad que en ningún caso la afluencia se acercó al 1,8 millones de asistentes en el primer juramento de Barack Obama en el 2009. Según las autoridades locales de Washington, el viernes alrededor de 700.000 personas asistieron a la inauguración del republicano.

Visiblemente molesto y sin aceptar preguntas, Spicer obvió la realidad con descaro y aseguró que «los intentos de reducir el entusiasmo de la inauguración son vergonzosos y erróneos». Como si de un ajuste de cuentas se tratase y ansioso por imponer nuevas normas a los periodistas, Spicer dijo que la Administración Trump va a hacer que la prensa «rinda cuentas».

La reacción no se hizo esperar y, por primera vez, los medios cambiaron de rumbo, relegando a un segundo plano la cobertura del gabinete presidencial. «El portavoz de la Casa Blanca ataca a los medios por contar con exactitud cuanta gente acudió a la inauguración», dijo la CNN tras no emitir en directo la comparecencia. The Washington Post, recalcó la idea de que en su primera rueda de prensa, Spicer «no aceptó preguntas y no contó toda la verdad». Hasta la conservadora Fox calificó de «absurdo y raro» dedicar el primer día de presidencia a discutir cuánta gente acudió a la investidura. 

«Hechos alternativos»

La asesora Kellyanne Conway acuñó un nuevo término al asegurar que Spicer no daba datos falsos, sino «hechos alternativos». Y el jefe de Gabinete, Reince Priebus, anunció que el Gobierno tiene intención de luchar contra los medios «con uñas y dientes» cuando perciba que difunden noticias falsas.

En un acto en la que confirmó a su yerno Jared Kushner como asesor principal de la Casa Blanca, así como a Steve Bannon y Conway, Donald Trump aprovechó para lanzar otro dardo al hilo de las audiencias en televisión. «31 millones de personas vieron la toma de posesión ¡11 más que la audiencia de hace cuatro años!», dijo sin mencionar que siguen siendo 7 millones menos que los espectadores de la primera investidura de Obama.

Trump lanzó otro dardo al hilo de la carta de despedida que Obama le dejó en el Despacho Oval: «Es una preciosa carta. Es muy amable y lo apreciamos y ni siquiera diremos a la prensa qué hay en esa carta», dijo mostrando la misiva.

«Debería sentir vergüenza de sí mismo», dice el exdirector de la CIA

«Tuve un gran encuentro en la sede de CIA, grandes ovaciones y grandes personas», escribió Trump en Twitter, tras su visita a Langley.

Sin embargo, la tensión entre el presidente y los servicios secretos se hizo evidente con la ausencia del director saliente de la CIA, John Brennan. «Está profundamente triste y enfadado ante la exhibición despreciable de autoengrandecimiento de Trump delante del muro en memoria de los héroes caídos de la CIA», confesó a The New York Times, Nick Shapiro, exjefe de gabinete de inteligencia. «Brennan cree que debería sentir vergüenza de sí mismo», añadió. Trump criticó durante meses a la inteligencia en pleno escándalo por el ciberespionaje ruso e incluso les culpó de filtrar el informe que alertaba de un supuesto chantaje ruso al republicano. Es más, apuntó directamente contra Brennan.

 

Netanyahu presiona al presidente de EE.UU. contra Irán

Israel no tiene tiempo que perder. Menos de 48 horas después de la toma de posesión, el primer ministro Benjamín Netanyahu anunció que mantendría su primera conversación telefónica con el nuevo presidente de Estados Unidos. Lo hizo cuando ya había caído la noche en Israel. Le urgía abordar «el tema palestino-israelí, la situación en Siria y la amenaza iraní». En febrero tendrán su primer contacto cara a cara en Washington.

El acuerdo nuclear con Irán es el punto que más preocupa al Gobierno hebreo, para el que es prioritario «detener la amenaza que se deriva del mal acuerdo alcanzado con Irán» en el 2015.

El dirigente israelí lo calificó del «peor acuerdo posible» y viajó a EE.UU. para criticarlo ante el Congreso. A lo largo de su campaña, Trump criticó con dureza el acuerdo y dijo, literalmente, que si ganaba «lo reduciré a jirones», pero tras su victoria el discurso se ha ido moderando y el general James Mattis, nuevo secretario de Defensa, declaró recientemente que «aunque el acuerdo no es bueno, EE.UU. debe cumplir sus compromisos». 

Anexión de Cisjordania

Irán es «el objetivo supremo», insistió Netanyahu en su llamada a Trump, pero los partidos ultranacionalistas que le apoyan presionan también para cambiar la política respecto a Cisjordania y avanzar hacia la anexión. La comisión de asuntos legislativos del Gobierno ya ha comenzado a estudiar la anexión de Maalé Adumim, la tercera mayor colonia en territorio palestino, toda una prueba para saber si la Administración Trump dará luz verde o no a estos planes que enterrarían de forma definitiva la solución de los dos Estados. El Ayuntamiento de Jerusalén anunció además la aprobación definitiva para la construcción de 566 viviendas en tres colonias de la zona oriental de la Ciudad Santa y adelantó que sus planes alcanzan las 11.000 nuevas viviendas.

El fervor israelí por la llegada de Trump y su promesa de trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén hizo que algunos columnistas se llegaran a preguntar en tono de broma si este era el mesías que esperaban los judíos. Ese fervor es compartido en la región por presidente como el egipcio Abdel Fatah al Sisi, el primero en felicitarle en noviembre tras su victoria en las urnas y confía en mantener el fuerte apoyo militar.

La Casa Blanca optó ayer por descarta un anuncio inminente sobre el controvertido traslado de la embajada.