Macron, la pesadilla de Hamon y Fillon

Alexandra F. Coego PARÍS / CORRESPONSAL

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PASCAL ROSSIGNOL | reuters

El candidato conservador a la presidencia de Francia fue interrogado por el supuesto empleo ficticio de su mujer

31 ene 2017 . Actualizado a las 08:20 h.

Los tres partidos mayoritarios de Francia ya han elegido a sus candidatos: el Frente Nacional (FN) a Marine Le Pen, Los Republicanos (LR) a François Fillon y el pasado domingo Benoît Hamon ganó las primarias del Partido Socialista (PS). Sin embargo, un candidato independiente amenaza la hegemonía de las tres formaciones: Emmanuel Macron.

A pocas horas de anunciarse la victoria de Hamon, contrario a la línea política del Gobierno y propulsor de corrientes a la izquierda del partido, varios senadores dimitieron para unirse a las filas del exministro de Economía. Desde hace unos días, una tribuna apelando a dejar el partido ha circulado entre los parlamentarios socialistas más afines a Manuel Valls y su política liberal. 

Diputados desertores

Los autoproclamados «centro de reformadores» se reúnen hoy para concretar su inminente salida. Según informó el diputado Philippe Doucet al periódico Le Monde, «menos una decena» de diputados se unirán a Macron ya que «cuando eres un diputado socialista elegido por electores socialistas con militantes socialistas, tienes que rendir cuentas a tus propios militantes y tus propios electores». Sin embargo, algunos no han esperado para oficializar su posición. Cinco diputados ya han anunciado de forma pública que votarán por Macron y otros cuatro lo han insinuado, alegando que el programa presentado por Hamon no representa «la izquierda responsable» y que está lleno de «utopías peligrosas». El exministro es una apuesta segura: representa la continuidad de la línea política del actual del Gobierno.

Del otro lado, en la derecha, François Fillon también ha comenzado a tomar medidas para frenar el avance del aspirante socialista. El candidato de la derecha tradicional tiene por el momento los sondeos de su parte, pero el reciente escándalo del supuesto empleo ficticio de su esposa, Penélope, ha dañado su reputación y puesto contra las cuerdas buena parte de su estrategia para alcanzar el Elíseo. La Fiscalía abrió el miércoles pasado una investigación y ayer la pareja fue interrogada por la policía. Según la cadena de televisión BFMTV, fueron cuestionados por separado tras los interrogatorios de otros tres testigos clave y el registro de La revue des deux mondes, una publicación propiedad de Marc Ladreit de Lacharrière, empresario cercano al líder de la derecha y en la que Penélope habría trabajado. A ello se le añade su programa ultraconservador y plagado de medidas muy contestadas por los sindicatos y los empleados públicos, una combinación que, según diversos analistas franceses, puede llevar a la derecha moderada al terreno de Macron para evitar unas políticas de marcado carácter liberal.

Para evitarlo, Fillon intenta cargar la mochila de la trayectoria de Enmanuel Macron con el decepcionante resultado del lustro de Hollande, un peso que ya venció a Valls en las primarias socialistas. «Nos hace creer que no viene de ninguna parte; en realidad, ha hecho el programa de Hollande y también una gran parte de su política», insistió en su último mitin el pasado domingo. «Macron es el balance de Hollande», zanjó el candidato conservador.

Cuestión de lealtades

El exministro de Economía dejó el Gobierno de Valls en agosto para fundar su movimiento político En Marcha, que pocos meses más tarde se confirmó como una anticipada campaña presidencial de cara a los comicios del 23 de abril y 7 de mayo. Por entonces fue acusado de traición, ya que Hollande había estado detrás de su rápida ascensión en el partido.

El mismo presidente lamentó durante una cena que le había «traicionado con método» y su círculo cercano afirmó que «Macron es una especie de segundo hijo para Hollande, un hijo político que aún no cree que es capaz de matar a su padre». Por su parte, el economista defendió su decisión en su libro Revolución, subrayando que su lealtad «es solo para [su] país; ni a un partido, ni a una función ni a un hombre».