Carolina Bescansa, la niña buena que nunca se salió del guion

Susana Luaña Louzao
Susana Luaña SANTIAGO / LA VOZ

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Bescansa, en una imagen del 2015
Bescansa, en una imagen del 2015 Fernando Alvarado | efe

La compostelana se despide defendiendo el Podemos «bonito y útil» que ya añora. Y hace mutis

02 feb 2017 . Actualizado a las 17:19 h.

Los que compartían juegos con ella de niña en la compostelana plaza de O Toural se sorprendieron mucho cuando en marzo del 2014 firmó, junto con Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, el registro de Podemos como partido político, una formación que nació de los campamentos de indignados del 15M que aparentemente nada tenían que ver con los vástagos de una familia tradicional y adinerada de Compostela. Pero Carolina Bescansa (Santiago, 1971) ya hacía tiempo que se había liberado del yugo familiar e iba por su cuenta. Hizo sus primeros pinitos en el instituto Rosalía de Castro de Santiago, se afianzó en sus convicciones políticas cuando se trasladó a Granada para estudiar Sociología y Ciencias Políticas, y se decantó finalmente cuando, siendo profesora en la Complutense, se sumó al grupo de ideólogos que, bajo el entonces indiscutible liderazgo de Pablo Iglesias, fundó Podemos.

Pese a ese sambenito de niña pija -que no pudo evitar tampoco Ramón Espinar, portavoz de Podemos en el Senado, ni algún que otro miembro destacado de la formación morada-, Carolina Bescansa nunca se salió del guion, y aunque carecía del don de gentes de Pablo Iglesias o de la chispa de Monedero, hizo su trabajo como secretaria de análisis político y social, e incluso medió en las negociaciones para los pactos con En Marea. Todo ello sin poder evitar contradicciones de cuna, como llevar a su hijo al Congreso con un traje que parecía de bautizo o sumarse en Navidad a la cabalgata de Reyes de Compostela.

En los últimos días se la veía taciturna, y no pudo evitar lamentar en público los enfrentamientos entre los líderes del partido. Buscó la confluencia en un documento que presentó a Vistalegre II en el que, de forma un poco ingenua dado el cariz que habían tomado ya las cosas en la formación morada, pedía «abrir Podemos con independencia de familias o afinidades personales».

No pudo ser, y ahora se despide defendiendo el Podemos «bonito y útil» que ya añora. Dice también que el partido «ya no pertenece a las personas que lo fundamos». Y hace mutis.

El futuro político de Bescansa es una incógnita. Quizás se retire a bucear en A Illa de Arousa, su refugio, para reflexionar bajo las aguas.