Marine Le Pen exhibe un plan de acción impreciso y radical

ALEXANDRA F. COEGO PARÍS / CORRESPONSAL

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Propone una moneda propia, tasas a los que contraten extranjeros, reducir las regiones y bajar el número de parlamentarios

06 feb 2017 . Actualizado a las 07:55 h.

Marine Le Pen sacó este fin de semana la maquinaria pesada. Con François Fillon al borde del precipicio y Emmanuel Macron al acecho, el Frente Nacional (FN) busca dar la vuelta en los próximos dos meses los sondeos que les anuncian perdedores en la segunda votación de las presidenciales. Durante dos mítines en la ciudad sureña de Lyon, Le Pen ha revelado al fin las claves de su programa electoral a través de «144 compromisos».

La ristra de propuestas contiene tanto promesas poco precisas («restablecer la seguridad sin atentar contra las libertades individuales») como por medidas concretas (construir un segundo portaviones y llamarlo Cardenal Richelieu); si bien abundan más las primeras que las segundas.

Al proyecto de Marine Le Pen, especialmente al económico, le faltan números. Jean Messiha, coordinador del programa, lo justifica diciendo que «2017 es el año de las grandes decisiones», por lo que desecharon la opción de «un programa de 300 páginas con 3.000 hojas de tablas Excel con las cifras». En el plano social, el FN también ha decidido obrar en la imprecisión. Desde que asumió la presidencia del partido en el 2011 con la retirada de su padre, Le Pen ha tratado de cambiar la imagen del FN, por entonces considerado un grupúsculo marginal muy próximo al fascismo y el neonazismo. La parte más importante de la estrategia del nuevo FN es la normalización, ablandar el tono hasta convertirse en una agrupación política más. 

Para ello, Le Pen ha eliminado el capítulo del programa del 2012 que prometía el «derribo ordenado del euro» y lo ha sustituido por una escueta frase («el restablecimiento de una moneda nacional, arma de nuestra competitividad y adaptada a nuestra economía») en la que desterró la palabra euro. Sin embargo, tras las reformulaciones quedan intactos los principios constitutivos del FN: la inscripción de la «prioridad nacional» en la Constitución (es decir, la supresión o reducción de prestaciones sociales a extranjeros), la eliminación del derecho del suelo, el fin del monopolio sindical y la «expulsión automática de criminales y delincuentes extranjeros». En la gestión territorial, la centralización total con la eliminación de las regiones y la reducción del número de parlamentarios. El principal objetivo de Le Pen, que satisface sus aspiraciones tanto económicas como sociales y de seguridad, es frenar el flujo migratorio de Francia. En sus propias palabras, que el país «deje de ser atractivo a la inmigración», con tasas suplementarias a las empresas por cada extranjero contratado y con la promoción de la asimilación frente a la «integración».

Pese a la imprecisión, el FN espera de sus electores «en beneficio de la duda», según comentó Jérôme Rivière, miembro del consejo estratégico de la campaña. «Aún no hemos tenido tiempo de mentir, no hemos estado en el poder», añadió.