Rajoy eleva la presión sobre el PSOE para evitar unas nuevas elecciones

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo BAreño MADRID / LA VOZ

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Javier Lizón | Efe

Garantiza que el Gobierno no va a «comerciar» con Cataluña la unidad de España

13 feb 2017 . Actualizado a las 07:56 h.

Mariano Rajoy está dispuesto a hablar de casi todo lo que haya que hacer en el futuro, pero sin cambiar nada de lo que ha hecho en el pasado. Y, si le impiden gobernar y no le aprueban los Presupuestos, habrá que ir a nuevas elecciones. Sobre esas dos ideas construyó ayer el discurso de cierre de un congreso del PP del que sale más líder que nunca. Si hasta ayer había un debate sucesorio, desde este fin de semana ese debate queda aplazado sine die. Resuelto y aclarado ese problema interno, Rajoy se dispone a centrar sus esfuerzos en gobernar. Y, por lo escuchado ayer, sus retos son dos: aprobar los Presupuestos y frenar el desafío independentista en Cataluña.

Sobre el primero, dejó claro que está dispuesto a dialogar y a hacer «concesiones», aunque advirtió de que esa misma receta deberán aplicársela todos los demás partidos, porque así lo han decidido los españoles. «La oposición debe adaptarse también a las nuevas circunstancias», señaló. Y elevó la presión sobre los socialistas. «En la investidura no dijeron sí; nadie quiso comprometerse ni un paso más de lo indispensable para que no se repitieran las elecciones», dijo. Una clara advertencia de que está dispuesto a convocarlas si no puede aprobar unas cuentas públicas que el Gobierno va a enviar pronto al Congreso.

Sobre el segundo asunto, el órdago independentista, no hubo novedades, aunque si acaso más firmeza. «España va a seguir siendo España», no habrá referendo de independencia en ningún caso y el Gobierno tampoco va a «comerciar» con Cataluña sobre un proceso que «pasa por encima de la Constitución, conduce a la fractura de España y a la liquidación de la soberanía nacional». Rajoy acusó a los independentistas de engañar a los catalanes y advirtió de que la secesión «no sería una poda agradable hecha por un amable jardinero», sino «una amputación terrible y dolorosa que no hay ningún cirujano que pueda salvar». 

Mención final a la obra de Aznar

Tampoco dio esperanzas Rajoy para un acuerdo en torno a la reforma constitucional. «Se puede cambiar la Constitución, pero solo si así lo deciden todos los españoles; yo no lo recomiendo», dijo. Reforzado en su poder interno e instalado en el Gobierno a pesar de que casi todos trataron de impedírselo, Rajoy se siente fuerte y no ve motivo alguno para deshacer nada de lo que hizo en su primera legislatura. «Sería una insensatez tirar por la borda el esfuerzo, los sacrificios y los resultados de los últimos años; el Gobierno que lo hiciera necesitaría como mínimo atención medica», señaló. «No deshacer lo ya hecho, no desandar lo ya andado, no hacer la contrarreforma de las reformas». Esos fueron los límites que impuso a cualquier negociación.

De puertas adentro, Rajoy ha dado también muestras de autoridad, desoyendo a todos los que le aconsejaban prescindir de Dolores de Cospedal como secretaria general y enterrando definitivamente a José María Aznar, del que nadie se acordó en este congreso. Quizá para no forzar demasiado esa máquina, ayer lo citó en su discurso de cierre. «Sus años como presidente son un orgullo para el PP y sus años de Gobierno son una herencia de la que nos hemos beneficiado todos los españoles», dijo. Es decir, reivindicó su pasado, pero no su presente. Y, para limar también asperezas con Ciudadanos, con quienes mantiene un pacto de investidura, aseguró que ayer había hablado con Albert Rivera y le pidió que «no apretara mucho».