Trump salva por seis votos la elección del negacionista Pruitt para Medio Ambiente

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

Joshua Roberts | Reuters

Un vicealmirante retirado rechaza la petición del presidente de asumir Seguridad tras la dimisión de Michael Flynn

18 feb 2017 . Actualizado a las 00:36 h.

Era uno de los nombramientos más controvertidos y una verdadera prueba de fuego de la lealtad del Partido Republicano hacia Donald Trump. Scott Pruitt consiguió ser ratificado por el Senado para ocupar el cargo de secretario de Medio Ambiente por un margen de seis votos, al mantenerse el voto en bloque de la mayoría conservadora -excepto una senadora- y sumar, de forma sorprendente, dos apoyos adicionales procedentes de las filas demócratas, de dos senadores de estados con fuerte influencia de la industria del carbón.

Pruitt ha sufrido duros ataques por parte de los demócratas, de las organizaciones ecologistas e incluso de los funcionarios del departamento que ahora tendrá que dirigir. Su carrera está plagada de denuncias contra la Agencia de Protección Ambiental y los ecologistas dudan de la idoneidad de un director cuya fortuna procede de la industria de los combustibles fósiles y cuya negación del cambio climático choca de forma rotunda con las líneas de trabajo de la era Obama.

Esa contradicción tampoco será problema para Donald Trump. La industria petrolífera cuenta las horas para ver una nueva orden ejecutiva que frene algunas de las restricciones al sector y derogue las normas de lucha contra el cambio climático de la anterior Administración. Los más optimistas aseguran que, por mucho empeño que ponga el nuevo ministro, tardará uno o dos años en desmontar la actual legislación. Empeño parece que no le va a faltar. Tras ser ratificado trascendió que uno de los entrevistados para remodelar la Agencia es James Inhofe, conocido como el mayor negacionista del Congreso.

La ratificación de Pruitt es además una pequeña victoria para Trump en medio de la convulsa semana que ha vivido. El nuevo secretario de Medio Ambiente pertenece al círculo de plutócratas más afín al presidente y servirá para reequilibrar fuerzas en el gabinete tras la salida del mismo de Michael Flynn, ahora en el centro del escándalo político en Washington.

Flynn negó al FBI que hubiera tratado el asunto de las sanciones que el Gobierno de Barack Obama impuso contra Rusia días antes de abandonar la Casa Blanca cuando contactó con el embajador ruso en Estados Unidos, Sergei Kisliak. Pero la ex fiscal general en funciones de Estados Unidos Sally Yates había informado a la Casa Blanca de que Flynn habría mentido a altos cargos del Gobierno -entre ellos al vicepresidente, Mike Pence- acerca de la naturaleza de la conversación, y advirtió de que el asesor era «potencialmente vulnerable» a chantaje por parte de Rusia.

Mentir al FBI abre además un nuevo horizonte judicial poco halagüeño para los intereses de Flynn, que podría agrandar las dudas sobre los comportamientos irregulares de Trump y su equipo en relación a Rusia.

Por eso flanco, el presidente tampoco ha sido capaz de cerrar el boquete abierto por la destitución del general. Su primera opción para suplirle al frente de Seguridad Nacional, el vicealmirante jubilado Robert Harward, desestimó la proposición de Trump. Oficialmente, desestimó el cargo «por razones familiares». Círculos próximos al militar dan por hecho que su principal temor radicaba en las posibles injerencias en su departamento, clave para poner en marcha las políticas antiinmigración defendidas por el magnate. Ayer, la Casa Blanca tuvo que desmentir un supuesto plan para desplegar más de cien mil miembros de la Guardia Nacional para perseguir ilegales en la frontera con México.