La empresa belga que sugirió a sus empleados ponerse un chip: «No somos Gran Hermano»

La Voz BRUSELAS / EFE

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Javier Albisu | EFE

Aunque dicen que no contiene ningún dato y no emite señales que permitan localizar al trabajador, muchos lo consideran una pérdida de libertad y privacidad

19 feb 2017 . Actualizado a las 09:18 h.

Implantarse un microchip de identificación bajo la piel es, para algunos, el siguiente paso natural hacia el «Internet de las cosas» y una puerta hacia un futuro en el que la tecnología estará al servicio del ser humano, directamente incrustada en su cuerpo.

Para otros, que una empresa proponga a sus empleados que se injerten en el organismo una «cápsula» para abrir puertas o acceder al ordenador supone una pérdida de libertad y privacidad en una carrera hacia una sociedad donde la tecnología, al servicio de gobiernos y empresas, sirve para controlar a los ciudadanos.

«No somos Gran Hermano y no podemos rastrear a nuestros empleados con el chip (...) Es solo una manera más fácil de abrir las puertas o acceder a tu ordenador. Es completamente voluntario», explica a Efe Tim Pauwels, socio director de NewFusion, una empresa belga de software especializada en márketing digital que ha implantado un chip a varios de sus empleados.

El dispositivo, similar al que se utiliza para identificar a las mascotas, consiste en una funda de cristal poco más grande que un grano de arroz con tecnología de identificación por radiofrecuencia (RFDI) y una memoria de 868 bytes.

La tecnología RDFI puede ser activa, cuando emite señales rastreables y cuya aplicación es corriente en almacenes industriales o en la ganadería, o pasiva, como la que hicieron implantar en diciembre en siete de los doce trabajadores de NewFusion.

El chip, que se inserta en la mano, no contiene ningún dato del usuario y no emite señales que permitan localizarle, sino que sustituye a las tarjetas personales comunes en muchas compañías. «Los que no quieren el chip pueden utilizar la tarjeta. Algunos de nuestros empleados, especialmente mujeres, usan un anillo o un brazalete con la misma tecnología dentro», comenta Pauwels.

«No puedes rastrear a nadie porque no tiene GPS ni otro sistema de geolocalización» y «un profesional puede retirarlo o reemplazarlo fácilmente», subraya el fundador de NewFusion, Vincent Nys, que considera «ingenuo pensar que nuestra localización y nuestra privacidad son seguros».

«Si caminas por Londres, te pueden rastrear todo el tiempo a través de las cámaras de seguridad. Lo mismo con el teléfono... Debería abrirse un debate sobre qué información aceptas compartir con el mundo y cuál no, en lugar de que gobiernos o grandes organizaciones como Facebook o Google decidan lo que hacen con tus datos», añade Nys.

La idea en esa empresa belga de Malinas, situada entre Bruselas y Amberes y con una plantilla joven y una cultura abierta a la innovación, surgió «de los empleados que perdían su tarjeta para abrir la puerta».

La compañía ya utilizaba ese tipo de tecnología inalámbrica en algunos de los productos que diseñan y les pareció «natural» aplicarlo a sus propias oficinas. Y de paso beneficiarse del impacto mediático de la maniobra.

El empresario apunta a otras aplicaciones potenciales de estos chips, como sustituir a los pasaportes, las tarjetas bancarias y abonos de transporte o incluir información médica que para conocer el tipo sanguíneo de un herido inconsciente al que hay que atender urgentemente, o si es alérgico a algún medicamento.