La educación que nos llega de los robots

La Voz COLPISA

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JOSEP LAGO | AFP

Varios estudios calibran la influencia de las máquinas en las personas, en especial en los más pequeños

06 mar 2017 . Actualizado a las 08:03 h.

 La inteligencia artificial (IA) es todavía, tecnológicamente hablando, un neonato. Pero eso no es óbice para que el imaginario colectivo empiece a especular cómo será la futura relación entre humanos y una generación de robots dotados de una capacidad de autoaprendizaje y raciocinio, fruto de los avances en esta materia. El último en dibujar uno de estos escenarios fue Reed Hastings, fundador de Netflix. «No sé si en 20 o 30 años estaremos entreteniendo a inteligencias artificiales», dijo en el Mobile World Congress, donde le reclamaron un pronóstico a décadas vista.

Hasta hoy se han visto experimentos que han intentado utilizar la IA para predecir desde resultados de fútbol hasta hacer futuribles sobre nuestro físico dentro de unos años. Uno de los que más lejos ha llegado es Google, cuyos desarrollos han servido para conformar un sistema capaz de ganar a los mejores del mundo en el conocido juego del ajedrez chino, que además entrenaba autónomamente. Son tantas las iniciativas en este aspecto que ya hay un ránking mundial basado en el título Star Craft Brood War para medir el rendimiento de las inteligencias artificiales y puntuarlas. Independientemente de que el impacto de estos desarrollos aún es muy limitado, no quita para que muchos estudios científicos hayan tratado de explorar cómo es la relación entre humanos y robots. Concretamente en la influencia de estos últimos sobre sus dueños. 

La revista del MIT ha publicado un informe que se hace eco de una investigación de New Scientist en la que se ha conseguido determinar que los niños que comparten tiempo con alguna de estas máquinas son susceptibles de imitar sus conductas. Vieron cómo varios menores se mostraban más ambiciosos tras convivir en las aulas con máquinas programadas para emular este rasgo de personalidad. En EE. UU. se ha dado una peculiar polémica en este sentido. El protagonismo de esta bronca ha recaído en Alexa. El asistente de voz de Amazon está capacitado para responder a comandos de voz y estar escuchando en segundo plano para activarse en el momento justo. Sin embargo, varios medios han recogido los casos de padres que han mostrado sus quejas a la compañía porque Echo -el aparato que utiliza Alexa- no está preparado para tratar con niños y está influyendo en su carácter y en su educación. ¿Cómo? Aguantando las pataletas con estoica tranquilidad, respondiendo eternamente a la misma pregunta o reaccionando con naturalidad a palabras mal sonantes. 

Pero los robots y algoritmos capaces de aprender del entorno también se han visto perjudicados por lo que les rodeaba. Solo hay que ver a Tay, un bot de conversación que Microsoft se atrevió a soltar en Twitter. El resultado, el peor que se podía imaginar. Pocos minutos después de empezar a ‘absorber’ conocimiento de la forma de expresarse de otras cuentas de la comunidad de la red social acabó profiriendo proclamas xenófobas y antisemitas. El aprendizaje de las máquinas está en el ojo del huracán. Es más en los últimos tiempos han surgido corrientes que piden a informáticos tener más en cuenta las sutilezas de la mente humana a la hora de construir este sistema.