Los republicanos no hallan pruebas del espionaje de Obama a Trump

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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KEVIN LAMARQUE | reuters

El presidente declaró cien millones en pérdidas para pagar menos impuestos en el 2005

16 mar 2017 . Actualizado a las 07:49 h.

Varios pesos del Partido Republicano pesados marcaron ayer distancias con un presidente envuelto en la polémica permanente y cuya falta de contención le podría pasar factura en los próximos días. La acusación de Donald Trump de que Barack Obama le espió durante la campaña electoral obtuvo ayer la reprobación del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes.

Los congresistas concluyeron que no hay evidencia alguna de pinchazos telefónicos en la Torre Trump. «No he visto ninguna prueba que lo respalde», dijo su presidente, Devin Nunes. Incluso apuntó que, si se asume la literalidad de los mensajes acusatorios de Trump, «claramente el presidente estaba equivocado».

Sobre este asunto se le preguntará el lunes al director del FBI, James Comey, quien junto al jefe de la NSA, Mike Rogers, comparecerá en el Capitolio para hablar de la supuesta injerencia rusa en las elecciones. «Voy a llegar al fondo de todo esto», dijo irritado el senador republicano Lindsey Graham. Ese mismo día precisamente, termina el plazo para que el Departamento de Justicia presente pruebas de la acusación de Trump. Si no lo hace, el Congreso podría demandar una explicación formal del presidente.

Suspicacias

No fue el último contratiempo del día para el presidente. Alguien con acceso a sus declaraciones de renta quiere que se hagan públicas ¿Pero quién? Esta es la pregunta que más se repite en los círculos de poder estadounidenses ante la filtración de la declaración del 2005. Las teorías son dignas de cualquier guion de House of Cards y la mayoría apunta hacia él y su círculo como posibles filtradores. Entre ellos el periodista de investigación y ganador de un Premio Pulitzer David Cay Johnston, a quien la copia de la declaración le llegó a su buzón de correo de forma anónima. En una entrevista en la MSNBC, Johnston también destacó el hecho de que los documentos filtrados fuesen una «copia del cliente».

Lo que también levanta las suspicacias es lo incompleto del documento. Lo único que revela es que Trump pagó 38 millones de dólares en impuestos sobre unos ingresos superiores a los 150 millones tras deducir más de 100 millones en pérdidas de sus empresas, punto. No hay datos sobre el origen de las ganancias, ni tampoco cifras que aporten pista alguna sobre posibles negocios con otros países y que podrían abrir la veda a los temidos conflictos de intereses. No hay nada dañino en las dos páginas. Muy al contrario, se demuestra que Trump pagó impuestos federales en contra de lo que se publicó en varios medios durante la campaña electoral.

Además, cuando MSNBC informó de que iba a dar a conocer los documentos de Johnston, la Casa Blanca se adelantó y reveló los datos. Es la segunda vez en los últimos siete meses que se filtra parte de la declaración de la renta del magnate neoyorquino, su secreto mejor guardado. La primera la publicó en octubre el periódico The New York Times y correspondía a los impuestos declarados en el año 1995. No obstante, la divulgación parcial de los impuestos añade presión para que el presidente publique la totalidad de sus declaraciones como han hecho todos los candidatos a la Casa Blanca.