La patriota dispuesta a romper la UE

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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STEPHANE MAHE | REUTERS

La abstención de los votantes socialistas puede poner en bandeja el triunfo electoral de la ultraderechista

02 abr 2017 . Actualizado a las 09:52 h.

«En nombre del pueblo». Esa es la bandera que agita Marine Le Pen en Francia para llamar al electorado a las barricadas en las próximas elecciones. En el imaginario del 24 % de los votantes franceses, la ultraderechista del Frente Nacional se erige como la protagonista del famoso lienzo de Eugéne Delacroix. Patria y libertad eran las dos consignas que gritaban los revolucionarios de entonces, que poco tienen que ver con la Le Pen que hoy, 187 años después, vuelve a apelar a los mismos sentimientos nacionales para obrar el milagro: sellar el acta de defunción de la Unión Europea, el mismo proyecto político que puso fin a siglos de guerras fratricidas en el Viejo Continente, y «devolver la soberanía a Francia». Bruselas trata de silenciar, impotente, los cantos de sirena que están arrastrando a uno de los buques insignia de la Unión y país fundador hacia la deriva populista. 

¿Por qué Le Pen tiene éxito en Francia?

Las cuatro preocupaciones de los franceses son el terrorismo, el desempleo, la inmigración y la protección social. El discurso político de Le Pen orbita en torno a estas cuestiones. Prioridad nacional,;rechazo a la inmigración, la globalización y las élites; defensa del proteccionismo de la economía francesa a través de la instauración de impuestos aduaneros, la vuelta al franco para revertir el encarecimiento de la vida tras abrazar el euro, y más servicios públicos. Con esas propuestas ha seducido a una cuarta parte del electorado. «En cierta manera, el Frente Nacional se ha convertido en el partido de la clase obrera», explica al L'Obs el politólogo francés Pascal Perrineau. Las cifras lo confirman. Es la candidata preferida entre los jóvenes galos de entre 18 y 24 años. El 40 % de los obreros aseguran tener intención de votar al Frente Nacional, como el 30 % de los desempleados que se han sentido abandonados por la socialdemocracia. 

¿Por qué la Unión Europea desea su derrota?

Después del brexit y la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, la batalla por Europa se juega en Francia. Si Le Pen se alza con la victoria en la segunda vuelta de las presidenciales, la eurofobia se da por contagiada al núcleo fuerte integrador de la Unión. No habrá dique de contención posible. El proyecto europeo funcionó como proyección de la visión del eje francoalemán. La UE efectivamente «morirá» si se cumplen dos condiciones: Primero, que gane Le Pen, y, segundo, que los franceses voten no a la UE en un eventual referendo. 

¿Puede sobrevivir el proyecto europeo sin Francia?

No. Al contrario que el Reino Unido, quien solo se sumó a la UE en los 70, Francia es junto a Alemania, Italia y el Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo), país fundador de la UE y motor político histórico. El país es la tercera economía de la Unión. Al contrario que los británicos, los franceses sí tienen euro, así que la ruptura resquebrajaría todo el sistema político, económico y monetario europeo tejido a lo largo de 60 años. «No es una isla, es el centro de la UE. No estoy contenta con el brexit, pero para ellos es más fácil controlar las fronteras rodeados de agua. Pero ¿cómo pueden hacerlo los franceses? Tenemos muchos vínculos con sus gentes, no me quiero imaginar que vuelvan los controles fronterizos, sería un desastre», exclama Mady Delvaux, eurodiputada luxemburguesa. 

¿Qué consecuencias temen sus vecinos?

Para los economistas el programa de Le Pen es un despropósito. A largo plazo erosionaría la competitividad de la economía gala, aumentaría su deuda de forma monstruosa y se encarecería el precio de las importaciones que también necesita su industria para seguir creciendo. Por otro lado, el golpe para la sostenibilidad del euro y el mercado único sería mortal. La líder del Frente Nacional es la bestia negra de Berlín. La canciller alemana, Angela Merkel, sabe que las elecciones francesas son la gran prueba de fuego para medir la resistencia de la UE, de la que depende la moneda única y el mercado interior, los dos pilares sobre los que se apoya la economía alemana. Merkel no dudó en ofrecer su ayuda a «otros partidos» franceses para frenar a Le Pen. Bélgica es otro de los países que tras los bastidores sigue con inquietud los sondeos. Además de existir una gran movilidad de ciudadanos entre ambos países, Bruselas alberga las sedes de las principales instituciones de la UE. 

¿Qué papel puede jugar la abstención de los votantes?

La intención de voto es muy volátil a estas alturas. Le Pen dispone de un respaldo firme entre su electorado fiel. Quien votará por ella tiene menos dudas que quien acude a votar por sus contrincantes. Habrá que ver si el porcentaje de votantes que deciden hacer contrapeso y acudir a las urnas para evitar la victoria de Le Pen es suficiente. Algunos expertos tienen dudas y aseguran que una parte del electorado conservador pro Fillon y otra parte del electorado socialista -huérfano de candidato si Macron se enfrenta a Le Pen en la segunda vuelta- pueden inclinarse por la abstención dejando vía libre a la ultraderechista. 

¿Por qué el electorado socialdemócrata se queda en casa?

El líder laborista, Jeremy Corbyn, mantuvo una posición ambigua y escéptica de cara al brexit que acabó consumándose. Los socialdemócratas en Holanda hoy ocupan la séptima posición después de servir de muleta al partido liberal y ser cómplices de las políticas de recortes. En España los socialistas facilitaron la investidura de un Gobierno conservador. En Italia las dos facciones del Partido Democrático no se pueden ni ver y en Francia un ala del partido se ha declarado insumisa contra Hamon para abrazar al disidente neoliberal Emmanuel Macron. La crisis de valores de la socialdemocracia ha facilitado la campaña a Le Pen. «Deberíamos hacer autocrítica, sin duda. Tenemos un problema y es que en la familia hay un ala derecha y otra izquierda que no se ponen de acuerdo. Con los resultados que hemos obtenido a lo largo de Europa en los últimos tiempos, esto es más peligroso y serio», asegura Delvaux.