A Pablo Iglesias se le agotan los conejos

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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La distancia con que partidos y sindicatos han acogido la moción de censura refleja el declive en la influencia del líder de Podemos

01 may 2017 . Actualizado a las 08:24 h.

Dentro de unos años, cuando pase definitivamente la crisis, la política española recupere el modelo clásico de alternancia en el poder entre conservadores y socialdemócratas y Podemos deje de existir como gran fuerza política, será el momento de hacer un balance de lo que supuso para la democracia española la presencia en el Parlamento, durante ese período de tiempo relativamente breve, de un partido con un discurso nuevo y un proyecto populista. No está claro por ahora en qué momento sucederá, pero es evidente que el principio del final llegará cuando se agote el crédito del que goza actualmente Pablo Iglesias, o cuando él mismo tire la toalla para no repetirse. El líder de los morados tiene admiradores y detractores dentro y fuera de su partido, pero parece imposible que Podemos sobreviva sin él. ¿Bajo qué liderazgo? ¿El de Irene Montero? ¿El de Rafael Mayoral? ¿El de Juan Carlos Monedero? Probablemente a su pesar, tres años después de su fundación Podemos sigue siendo un proyecto al servicio de un líder. Y su balance será por tanto el balance de Iglesias.

Es pronto para hacerlo, aunque ocurrencias como la de presentar una moción de censura sin consultarlo siquiera con su propio partido estén acercando ese momento. Pero, si hubiera que hacerlo ahora, el arqueo sería bastante magro en términos políticos. Su insistente negativa a traducir en hechos políticos el aval de los cinco millones de votos recibidos, su tozuda resistencia a cualquier diálogo con otras fuerzas que se traduzca en reformas de calado, y su concepción del Parlamento como un anfiteatro en el que representar espectáculos de los que solo él es protagonista absoluto, hacen que el legado de Podemos vaya a ser más de gestos que de hechos. Sin negar la importancia de los símbolos en política, la herencia será más de forma que de fondo.

De momento, queda más el beso en la boca a Domènech, la cal viva, el niño de Bescansa o la insólita autoproclamación como vicepresidente del Gobierno, que una aportación real al cambio político y la reforma del sistema en la que confiaban sus votantes. Desde ese punto de vista, presentar una moción de censura abocada al fracaso, y no solo en términos de votos, sería solo un número más de Iglesias para tratar de conseguir protagonismo a toda costa. Aunque, en este caso, el recurrir a una operación que va más allá de todo lo anterior, porque supone una utilización torticera de un instrumento parlamentario muy serio, indicaría que al líder morado empiezan a agotársele los trucos. Y, como decimos, si Pablo Iglesias deja de dar pedales, la bicicleta de Podemos puede acabar parándose o cayendo al suelo.

Resulta muy significativo que ningún partido, ni siquiera los independentistas de ERC y PDeCAT, haya querido seguirle el juego en esta ocasión al líder de Podemos. Y todavía más relevante es que hasta los sindicatos, que desean tanto como él acabar con el Gobierno de Rajoy, se hayan desmarcado de una medida que entienden solo como un vehículo de lucimiento personal. Iglesias tiene serias dificultades para seguir sorprendiendo al personal. Y la moción de censura puede ser uno de los últimos conejos dentro de su chistera.

Unas primarias del PSOE de impacto incierto en el PSdeG

Si alguien creía que el resultado de las primarias del PSOE iba a despejar definitivamente el panorama del PSdeG de cara al futuro, puede acabar llevándose una sorpresa. Los partidarios de Susana Díaz, con Abel Caballero y José Blanco a la cabeza, confiaban en que un triunfo de la andaluza sirviera para que los restos del besteirismo y sus aliados circunstanciales se rindieran. Y, al revés, estos creían que una victoria de Pedro Sánchez les daría alas en Galicia. Pero, visto lo ocurrido este fin de semana, podría darse el caso de que Susana Díaz consiga el triunfo en España pero pierda en votos en Galicia ante Sánchez. Y, en ese caso, ¿qué sector del PSdeG saldría reforzado de las primarias del PSOE?

Rajoy confía en un triunfo claro en el cuerpo a cuerpo

El Gobierno está convencido de que la moción de censura que presentará Unidos Podemos, si esa medida llega a concretarse, acabará siendo más un balón de oxígeno para Mariano Rajoy que un nuevo problema. Nadie cree que Iglesias vaya a ceder el protagonismo de esa moción a un candidato independiente, que sería el que tendría que defender su programa y debatir con Rajoy. El líder del PP es quizá quien mejor le tiene tomada la medida parlamentaria a Iglesias y no le teme en absoluto. Aunque no faltan quienes le recomiendan hacer como Adolfo Suárez, que eludió el cuerpo a cuerpo y puso a Fernando Abril Martorell para dar la réplica a Felipe González en aquella moción de censura.

Psicosis en el Gobierno y el PP por posibles grabaciones

Merece la pena analizar con detalle las declaraciones de ministros del Gobierno y dirigentes del PP en torno al caso Lezo y sus derivadas. La constatación de que muchos imputados tenían intervenido el teléfono y de que Ignacio González tenía también micrófonos en su despacho, ha hecho que muchos estén haciendo ejercicio de memoria para recordar qué conversaciones o qué mensajes suyos pueden estar en manos del juez. Algunos, como el ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, se apresuraron a revelar su cercanía con el expresidente madrileño antes de que lo hicieran otros. A mayor distancia que ponga cada uno estos días con González, menos grabaciones comprometidas cabe suponerle.