El objetivo no es deponer a Rajoy, sino desgastar al máximo a los socialistas

e. c. MADRID / LA VOZ

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Víctor Lerena | EFE

Iglesias quiere que se vea al PSOE como aliado y sostén del Gobierno

02 may 2017 . Actualizado a las 07:17 h.

Con el paso de los días va quedando más claro lo que Pablo Iglesias pretende con una moción de censura que no tiene fecha, ni candidato, ni apoyos parlamentarios. Desde el mismo momento en que la anunció era plenamente consciente de que su objetivo no es echar a Mariano Rajoy. De hecho, su iniciativa ha dado un balón de oxígeno momentáneo al Gobierno y a su partido, acorralados por la corrupción tras el estallido de la operación Lezo. Así lo transmiten desde Génova y la Moncloa. La moción de censura ha ocupado el foco que le correspondía a la corrupción.

Contradicción insalvable

Descartado que Iglesias quiera derribar a Rajoy, dado que no tiene respaldo en el Congreso para hacerlo, es cada vez más evidente que su objetivo es desgastar al PSOE lo máximo posible. El hecho de que realizara el anuncio en plena campaña de unas primarias encarnizadas a un partido sin líder demuestra cuáles son sus intenciones. Es imposible que un PSOE descabezado se meta en una operación de tal envergadura. Iglesias lo sabe perfectamente.

La operación va destinada a los votantes convencidos de Podemos, a su propia parroquia, y también busca conectar con los ciudadanos que quieren acabar con la corrupción sistémica del PP. Iglesias quiere que se le visualice como líder de la oposición y al PSOE como aliado y sostén del Gobierno y avanzar en el sorpasso que no pudo conseguir en las últimas elecciones. Pero la iniciativa contiene una contradicción insalvable. Iglesias propone ahora como una obligación ética ante una situación de emergencia nacional lo que pudo hacer un año atrás votando a favor de la investidura de Pedro Sánchez. Rajoy hubiera salido automáticamente de la Moncloa. Entonces los casos de corrupción ya eran abrumadores y el presidente del Gobierno ya había enviado su SMS de apoyo a Luis Bárcenas tras conocerse que tenía cuentas en Suiza.

Iglesias ha logrado poner de acuerdo a los precandidatos. Pero cada uno se ha opuesto a su modo. Díaz, dándole el menor protagonismo posible, para evitar así que se recuerde que encabezó la operación para derribar a Sánchez que acabó con la abstención en la investidura. El exsecretario general, trata de sacar partido recordando a Iglesias que hace un año le rechazó, pero dejando el flanco débil de su intervención en el programa Salvados cuando dijo que el PSOE debía ir «codo con codo» con Podemos. Y López, sobrellevando que abrazó el «no es no» para terminar absteniéndose en la investidura.