Fin de la era Alierta en Telefónica

F. F. REDACCIÓN / LA VOZ

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CESAR QUIAN

El autor de la expansión internacional de la teleco se baja de la cúpula tras 20 años en ella

04 may 2017 . Actualizado a las 23:46 h.

César Alierta cumple hoy 72 años. Quién sabe cómo lo celebrará. Puede que lo haga por todo lo alto. Puede que se encierre en su habitación renegando del resto del mundo. Dependerá de cómo le siente eso de dejar de ser poderoso. Muy poderoso. Igual, hasta se lo toma con amargura. Porque mandar debía de gustarle un rato. De lo contrario no hubiera permanecido como el todopoderoso presidente de Telefónica durante 16 años, entre el 2000 y el 2016, ni habría estado sentado en el consejo de administración de una de las principales telecos del mundo durante los últimos veinte.

Porque, ahora sí, Alierta se va. Pero no del todo, pues continuará como presidente ejecutivo de la Fundación Telefónica, un dulce retiro dorado, aunque ya sin poderes directos sobre la compañía. El grupo comunicó ayer a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) la «renuncia voluntaria» de Alierta como consejero. También dejan de serlo Pablo Isla, presidente a su vez de Inditex, después de quince años sentado en el consejo, y Gonzalo Hinojosa, ex responsable de Cortefiel.

Pero, ¿se va o lo echan? Probablemente, las dos cosas. Alierta dejó la presidencia ejecutiva del grupo en la primavera del 2016 de forma sorpresiva. Lo anunció el 29 de marzo. Dos días después, el juez que investigaba si Rodrigo Rato había cometido o no fraude fiscal y blanqueo de capitales imputó a Telefónica. Pero el empresario aragonés, que se incorporó al consejo de la teleco en 1997 cuando presidía Altadis con el respaldo de Rato, entonces vicepresidente del Gobierno, negó que ambos hechos estuvieran relacionados.

Quizá para evitar el escándalo, Alierta cedió el bastón de mando a su delfín José María Álvarez-Pallete, que pedía paso. O tal vez simplemente se va porque cumple 72 años, que tampoco es un motivo tan descabellado.

Sea como fuere, César Alierta deja una huella profunda en la compañía. Él llevó el timón del grupo durante los años de esplendor y lo convirtió en una multinacional con mayúsculas.

Décima mundial, cuarta europea

Según Bloomberg, Telefónica es la décima empresa de telecomunicaciones por capitalización del mundo y la cuarta de Europa. Por clientes totales, ocupa la sexta posición mundial. Alierta firmó la expansión internacional en la que se ha sumergido la compañía en los últimos años, durante los cuales ha pasado de 68 millones de clientes a 322 en todo el mundo, 1,9 millones de ellos, en Galicia.

A su salida, la teleco española era una de las mayores operadoras de telecomunicaciones del mundo con unos ingresos superiores a los 47.000 millones, el doble que cuando fue nombrado presidente, y presencia en 21 países con más de 125.000 empleados (32.000 en España y 1.300 en Galicia).

Curiosamente, el beneficio del grupo no ha progresado al mismo ritmo. De hecho, en el 2000 ganó más dinero que en el 2016: 2.500 millones frente a 2.369. El 2015 fue mejor: 2.745 millones. Nada comparado con los 10.100 logrados en el exitoso 2010.

La consolidación internacional de la compañía estuvo marcada por operaciones como la compra de las operadoras móviles de O2 en el Reino Unido, Alemania e Irlanda por 26.000 millones en el 2005, la adquisición del 50 % de Vivo en manos de Portugal Telecom en el 2010 o la operación Veronica en el año 2000, que supuso el lanzamiento de ofertas de compra sobre Telesp y TeleSudeste Celular, Telefónica de Argentina y Telefónica de Perú.

Tal despliegue ha contribuido a engordar una deuda que suma 48.500 millones. En bolsa vale 52.000 millones, solo superada por Inditex y el banco Santander.