Bruselas emite el tercer aviso en tres días ante planes de Macron

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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FRANCOIS LENOIR | REUTERS

La Comisión previene del proteccionismo del presidente electo

11 may 2017 . Actualizado a las 07:26 h.

La magia inicial que despertó en Bruselas la victoria del francés Emmanuel Macron se desvanece poco a poco dentro de los cuarteles de la Comisión Europea a medida que se van conociendo más detalles de sus planes para proteger a Francia de los efectos perniciosos de la globalización. Un fenómeno que gusta en la capital comunitaria y  que obsesiona a los franceses, especialmente en las zonas industriales del norte afectadas por la deslocalización de la producción en beneficio de terceros países. 

En un ejercicio de equilibrismo sin parangón para un liberal, Macron propuso en su programa dar prioridad de acceso a las contrataciones públicas a aquellas empresas que mantengan en territorio de la UE al menos la mitad de su producción. Una medida proteccionista que no suena nada bien para los oídos del equipo de Juncker, más acostumbrados al lenguaje ultraliberal. Su vicepresidente, Jyrki Katainen, dejó claro ayer que las ideas del joven presidente galo no casan con la visión de Bruselas.

«No encajan muy bien con los principios de contratación pública de la UE», aseguró el finlandés, quien prefirió mostrarse prudente a la espera de que Macron se pronuncie. «Para ser honestos, no sabemos a ciencia cierta qué va a proponer en el futuro». A eso se aferra la Comisión para no tener que seguir echando por tierra las altas expectativas creadas con la elección del liberal que, a pesar de defender el libre comercio, no puede renunciar a ese impulso genuinamente francés de extender el largo brazo estatal a todas las esquinas de la economía.

El movimiento tiene su razón de ser. Macron no puede prescindir del apoyo de la ingente masa de votantes franceses que acudieron a las urnas motivadas por su rechazo a un modelo de mundialización que no les ha beneficiado. Hacerlo podría poner en bandeja la victoria a la ultraderecha en las próximas elecciones. 

Bruselas reconoció ayer que la globalización ha creado ganadores y perdedores. La UE reaccionó «con lentitud» a la hora de proteger a las clases medias, admitió ayer la mano derecha de Juncker, Frans Timmermans, no sin cargar con la responsabilidad a los Estados miembro. Katainen se resiste a ceder a las propuestas de Macron. Cree que sería contraproducente para los contribuyentes franceses que su Gobierno adquiriese productos o servicios «sin importar la calidad o el precio» sirviéndose de criterios geográficos y «discriminatorios». Y esta no es la única medida que despierta pavor en Bruselas.

Macron también apuesta por restringir la llegada de inversión extranjera a sectores estratégicos de la economía. Las señales que llegan a Bruselas inquietan a pesar del compromiso europeísta del francés. Juncker desconfía de su impulso liberalizador. Quiere marcarle las pautas incluso antes de que forme Gobierno. Sus comisarios ya le han puesto sobre aviso al recordarle que tendrá que ajustar el déficit y que hay otras fórmulas para proteger la economía y los intereses de los ciudadanos: competitividad y mejor distribución de la riqueza.