La Francia convalenciente que heredará Macron de Hollande

fERNANDO ITURRIBARRÍA PARÍS / COLPISA

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CHARLY TRIBALLEAU | AFP

El nuevo presidente llega al Elíseo con el paro en niveles del 2012 y el crecimiento económico estancado

14 may 2017 . Actualizado a las 09:39 h.

El centrista Emmanuel Macron asume hoy la presidencia de una Francia con el motor económico ahogado, más endeuda que nunca, con el paro estancado en el 10 %, una situación social explosiva y un déficit comercial inquietante. El país sigue en estado de emergencia tras haber sufrido la ofensiva terrorista más sangrienta de su historia, con el Ejército movilizado en sus calles y en guerra abierta contra el Estado Islámico. La extrema derecha se encuentra en el nivel más elevado desde la Segunda Guerra Mundial, el Partido Socialista agoniza desintegrado tras dilapidar todos los poderes locales, regionales y nacionales que acaparaba en el 2012 y los populismos crispan desde los extremos la vida política. Es la herencia que el socialista François Hollande, el presidente más impopular de la Quinta República, lega tras cinco años de gris mandato a un sucesor que, paradójicamente, fue el inspirador y ejecutor transitorio de una política de reformas liberalizadoras que le abocaron a la abdicación. El paciente francés sigue convaleciente.

Francia ya no está en recesión pero su crecimiento económico es débil. La deuda pública alcanzó el 31 de diciembre de 2016 la cifra astronómica de 2,1 billones de euros (96 % del PIB), 300.000 millones más que al comienzo del mandato. Su progresión galopante es la consecuencia de un déficit público que no ha logrado el objetivo europeo de pasar por debajo del 3 % en 2013. Hollande lo heredó en el 5,1 % y ha conseguido rebajarlo hasta el 3,4 % en 2016 tras lograr dos moratorias a Bruselas. Pero París sigue sometido a un procedimiento de déficit excesivo y expuesto a sanciones.

La reducción del déficit, que el Gobierno socialista esperaba remitirlo al 2,8 % este año, se ha hecho a costa de una explosión de los impuestos. El incremento de las retenciones obligatorias, que en el mandato anterior del conservador Nicolas Sarkozy ya había supuesto una purga de 30.000 millones, afectó al 37 % de los hogares fiscales, es decir cerca de 6,7 millones de contribuyentes pertenecientes en buena medida a las clases medias.

La tasa de paro, que en el tercer trimestre de 2015 registró un pico del 10,2 %, descendió a finales de 2016 al 9,7 %, el nivel del 2012. En la actualidad Francia tiene cerca de 600.000 parados más que al comienzo del quinquenio, lo que totaliza 3,72 millones de desempleado. 

Giro liberal

Para luchar contra el paro endémico, Hollande optó por imprimir un giro socioliberal a principios del 2014 que le costó la rebelión del ala izquierda de su partido y una fuerte contestación sindical. Pero el déficit de la balanza comercial ha repuntado hasta los 45.300 millones de euros. La aprobación de la reforma laboral, que prioriza los acuerdos de empresa en la duración de la jornada y facilita los despidos económicos, provocó más de cuatro meses de movilizaciones callejeras salpicadas de episodios violentos.

La promulgación del matrimonio homosexual en el 2013 supuso el gran hito de la era Hollande al precio de manifestaciones masivas de rechazo y la emergencia de un movimiento católico conservador muy influyente en la derecha. El peaje fue el abandono de la apertura a las parejas de mujeres de la procreación médicamente asistida prometida por Hollande. Tampoco salieron adelante la eutanasia activa ni el suicidio asistido pues la ley aprobada se limita a autorizar la sedación profunda y continua de los pacientes con una enfermedad grave e incurable.

Mélenchon quiere imponer la cohabitación y Bayrou arranca más puestos a ¡En Marcha!

El líder de la izquierda radical francesa, Jean-Luc Mélenchon, lanzó su campaña para los comicios legislativos de junio con un discurso dirigido en especial contra el presidente electo del país, Emmanuel Macron, al que quiere imponer «una cohabitación que le impida aplicar su programa antisocial». Se trata, subrayó, de «hacer fracasar» al socioliberal Macron, que «quiere plenos poderes para llevar a cabo su contrarreforma».

Mientras, el centrista François Bayrou consiguió desencallar las relaciones con el partido de Macron y sellar al fin su alianza de cara a las elecciones legislativas. Aunque Bayrou insistió en que el problema no era aritmético, admitió que el acuerdo inicial entre su partido y el del nuevo presidente preveía la adjudicación a los suyos de un cuarto de las candidaturas. En la primera lista de Macron, a los centristas les correspondieron solo 35 puestos, lo que motivó el desencuentro aclarado en la jornada de ayer.